Esta columna es personal, para dar fe de que Cristina no tiene título de abogada. Se me ocurrió escribirla porque me siento harto de ver cómo los periodistas repiten como loros lo que el gobierno quiere escuchar.
No les importa buscar el título de la presidenta de la Nación, nadie lo hizo. Cuando Christian Sanz dice que solo tres periodistas pidieron una copia del título a la Universidad de La Plata, tiene razón. Uno de esos tres fui justamente yo.
Después, hay un montón de impresentables que salieron a asegurar que habían visto el título de Cristina. ¿Cómo hicieron para verlo si nunca lo solicitaron?
A eso hay que agregarle que dos periodistas se contradijeron al hablar de las notas que tenía la presidenta cuando se recibió: para uno tenía notas muy bajas y para el otro tenía promedio de 9.
Cuando veo eso, me muero de rabia y por eso decidí hablar. Fui uno de los que investigó con Sanz y otros colegas de Tribuna de Periodistas durante años esta cuestión.
Nosotros entrevistamos a más de 20 personas y revisamos igual cantidad de documentos para llegar a la conclusión de que Cristina nunca se recibió. Algunos de los que entrevistamos fueron docentes de la Universidad de La Plata en los años 70 y nos dijeron a grabador abierto que la presidenta nunca había rendido sus materias.
Empleados de la misma facultad también nos confirmaron que no existía el diploma e inclusive lo hicieron ex funcionarios y amigos de Néstor y Cristina. Durante muchos años hicimos todos los chequeos de rigor, como dictan los manuales de periodismo. Recién después de eso nos animamos a afirmar que no había diploma.
En el medio, nos apretaron, nos difamaron e inclusive nos ofrecieron publicidad del Estado nacional a cambio de no hablar de ese tema. Nos aguantamos todo, yo en lo personal ni siquiera hablé del tema sino hasta ahora.
Comparto el sentimiento de Sanz cuando dice que está asqueado de la actitud de los colegas. Nosotros podemos aguantar todo desde el poder y la política, pero nos duele cuando son los mismos periodistas los que hacen operaciones de prensa.
Por eso decidí exteriorizar mi malhumor. Porque no lo merecemos, ni como medio independiente que somos, ni como periodistas honestos que somos.
Conozco a muchos de los colegas que se tragaron la operación del gobierno —que incluyó un documento visiblemente adulterado— y me duele por ellos y por nosotros.
Ellos hacen quedar a todos los periodistas como tarados, como operadores por dinero, y no es así.
Este testimonio es subjetivo y nada periodístico, pero quería decirlo, porque me consta que Cristina nunca se recibió de abogada y quiero decirlo a los cuatro vientos.
Quiero que todos sepan que hay mucha mierda en esta profesión, pero también estamos los honestos, los que no nos vendemos, esos que nunca vamos a decir una mentira que favorezca al gobierno, ni por toda la plata del mundo.