La elección de Carlos Zannini como compañero de fórmula de Daniel Scioli cayó inicialmente mal entre hombres de negocios e inversores externos, porque consideran que ahora será más difícil revertir las "inconsistencias" del modelo kirchnerista.
La candidatura de Scioli era vista en principio como una alternativa más amigable hacia los mercados y la posibilidad de que la próxima administración se ocupara de atender los desajustes acumulados durante el segundo mandato de Cristina Fernández.
Esa era la lectura de quienes abrigaban expectativas en que el hasta ahora gobernador bonaerense llegara para corregir problemas como las restricciones cambiarias, el desequilibrio energético, el déficit fiscal, las trabas a las importaciones, el complejo escenario social y la falta de incentivos para invertir, entre una larga lista de asignaturas pendientes.
Pero esa lectura dio una vuelta de campana en las últimas horas, cuando se supo que el candidato a vice "elegido" por Scioli, o "impuesto" por Cristina, era el "guardián del modelo", el ala dura del kirchnerismo.
Ahora, los hombres que manejan la economía deambulan en la confusión, y los ejecutivos de las multinacionales se las ven en figurillas para explicar a sus casas matrices hacia dónde puede ir la Argentina.
Es que la aparición de Zannini como segundo en la fórmula presidencial con más chances de suceder a Cristina prácticamente dinamita cualquier posibilidad de que figuras promercado como Mario Blejer, Miguel Bein o Eduardo Levy Yeyati puedan tomar las riendas de la economía tras el 10 de diciembre.
Bein, quien ya fue cruzado por los ultra K por hablar de un acuerdo con los fondos buitre, viene acercando a Scioli informes que incluyen la necesidad de acudir al financiamiento externo y realizar una especie de "devaluación fiscal" mediante una rebaja simultánea y equivalente en retenciones y subsidios a tarifas.
El diagnóstico del economista también alerta que será "imposible" mantener la actual política por su inconsistencia fiscal.
Advierte, además, que la distorsión de precios y la pérdida de competitividad cambiaria inhiben la inversión productiva y desequilibran las cuentas externas.
Bein le propone a Scioli "apalancarse con crédito e inversión para financiar una transición ordenada que permita ir recomponiendo la distorsión de precios relativos", mientras Kicillof pretende que la Argentina profundice sus lazos con países como China o Rusia, vía intercambio de monedas.
En especial, busca recomponer el tipo de cambio neto de retenciones que reciben los exportadores, y el esquema de subsidios.
Bein considera necesario revertir el atraso cambiario, pero en lugar de hacerlo mediante una brusca devaluación nominal propone reducir las retenciones, asumiendo un costo fiscal destinado a dar aire a las economías regionales, a la industria de exportación y a cultivos alternativos a la soja.
El economista advirtió que desarmar de una vez el esquema de subsidios resulta "políticamente inviable".
Alerta sobre los costos en términos de salto inflacionario, pero advierte que "en algún momento habrá que continuar la tarea trunca que empezó el Gobierno actual con el sinceramiento en los precios de combustibles en 2013 y 2014 luego de la recuperación de YPF".
Lo que ocurre ahora es que el protagonismo de Zannini aumenta la preocupación entre inversores, empresarios y banqueros sobre el modelo político y económico.
Los hombres de negocios, que casi nunca han tenido los mismos intereses que las mayorías populares, aunque en algunos casos puntuales han coincidido, creen que a partir del nuevo escenario económico se aleja la posibilidad de cambios de fondo en el modelo.
En algunas empresas dan por hecho que ganará Scioli y no podrá poner en práctica su proyecto de "amigar" a la Argentina con el mundo de las inversiones, y hablan de "más de lo mismo".
Imaginan un Scioli condicionado más que nunca por el modelo de intervencionismo estatal, la ausencia de crédito internacional, más cepo, controles e impuestos, más inflación y peores condiciones para la propiedad y la inversión en la Argentina.
El ahora candidato a presidente por el oficialismo les pide en cambio "confianza". Dice que lo que viene es la continuidad, pero con cambios que permitirán alcanzar finalmente la meta del desarrollo.
El jueves repetirá ese libreto en Parque Norte, cuando cierre una cena en la que participarán más de medio millar de empresarios en Parque Norte.
Será el bautismo de la flamante fórmula Scioli-Zannini ante sectores empresariales identificados con el modelo y que se convertirán en una de las patas que dará sustento en el sector privado a quien puede ser el próximo presidente de los argentinos (NA).