Los días 6 y 7 de abril, en Palm Beach, Florida, los presidentes Donald Trump y Xi Jinping se preparan para dividirse el mundo.
Será una mala copia de la Conferencia de Yalta, ocurrida tras la segunda guerra mundial, cuando José Stalin (URSS), Winston Churchill (Inglaterra) y Franklin D. Roosevelt (EEUU), decidieron cómo se dividiría Europa tras la creación de la “cortina de hierro” y qué papel jugaría el Tercer Mundo en la segunda mitad del Siglo XX.
En las bellas playas de Miami, el excéntrico millonario capitalista y el representante de los cínicos millonarios comunistas (9 de cada 10 de los hombres más ricos del Dragón es miembro del PCCh) van a decidir el futuro de la República Bolivariana, entre otros tantos temas.
Mientras la mayoría se rasga las vestiduras por la torpeza del presidente Nicolás Maduro para intentar desmantelar la Asamblea Nacional, casi nadie habla de que su principal idea “pasó desapercibida”.
En efecto, quedó completamente opacada la decisión del Tribunal Superior de Justicia donde estableció que "ante el desacato de la Asamblea Nacional (…) no existe impedimento alguno para que el Ejecutivo Nacional constituya empresas mixtas en el espíritu que establece el artículo 33 de la Ley Orgánica de Hidrocarburos".
De esta forma, el Congreso que está en manos de la oposición ya no podrá aprobar los contratos de interés públicos y las riquezas de un país que tiene el 20 por ciento de las reservas mundiales comprobadas de petróleo podrán ser rifadas al “mejor” postor.
Rusia, que defendió el autogolpe de Maduro, y China, que mantuvo un llamativo silencio, van a quedarse con la estatal PDVSA y con los yacimientos de hidrocarburos de la Franja del Orinoco gracias a la corrupción de un régimen que está de salida y ya no puede garantizar su estabilidad hasta fines de 2018, cuando se debería votar al futuro titular del Palacio de Miraflores.
Resumiendo: los chavistas se van pero, al igual que hicieron los sandinistas cuando perdieron el poder en las urnas en 1990. van a jugar a “la gran piñata”, un entretenimiento que consiste en romper una bolsa y rapiñar rápidamente todos los dulces que caigan al piso.
Como se recordará, el Frente Sandinista de Liberación Nacional fue derrotado electoralmente a pesar de estar en el gobierno de Managua.
Antes de dejarle el palacio presidencial a Violeta Barrios, viuda de Chamorro, se repartieron entre los altos mandos del FSLN, como en una verdadera piñata, todas las empresas públicas más relevantes del país.
Los ex jerarcas revolucionarios se transformaron en grandes capitalistas y desde el sector privado prepararon un regreso que terminó siendo “exitoso”. Al menos para ellos.
Si retornamos a Caracas, veremos que tras dos días de crisis interna y de presión internacional, el TSJ emitió dos nuevas sentencias para devolver competencias a la Asamblea Nacional.
Sin embargo, dejó claro que Nicolás Maduro y el chavismo podrán asociarse con petroleras rusas y chinas para “piñatear” lo que queda de riqueza venezolana, antes de entregar el poder.
Los cubanos, que asesoraron al nicaragüense Daniel Ortega hace más de un cuarto de siglo y ahora hacen lo propio con el impresentable Maduro, son los grandes arquitectos de esta movida. Como vimos, no es original.
Podríamos agregar otros dos ejemplos:
-Los ex políticos y oficiales de las Fuerzas Armadas de la URSS hicieron lo propio con las fábricas y pozos de petróleo y gas del gigante en decadencia.
-Pasó algo similar en la misma épóca con los chinos. Fue tan alevoso que los jerarcas comunistas enajenaron los bienes públicos en beneficio propio que la explosión en la Plaza de Tianamen en 1989 fue una consecuencia lógica de este malestar.
Como hemos visto, todo cierra.
Las crisis de los sistemas socialistas-comunistas llevan a la “privatización” desesperada de los bienes fiscales comprados, robados o expropiados.
Esto es lo que se viene en Venezuela, una feroz rapiña.
¿Por qué nombramos en el comienzo de esta nota a la Nueva Yalta?
Porque Donald Trump y los Estados Unidos están dispuestos a entregar a sus históricos amigos y socios caribeños.
Ya no necesitan sus pozos.
Han logrado el autoabastecimiento energético gracias al shale oil (petróleo y gas no convencional obtenido con el método del fracking) y al cambio de matriz energética operado por Barack Obama a lo largo de ocho años. El moreno multiplicó por cien los MW generados por las fuentes renovables.
En consecuencia, el “Imperio” puede prescindir ahora del patio trasero en materia de hidrocarburos y dejar contentos a sus amigos y socios super poderosos.
Donald Trump (que se saca fotos con Lilian Tintori y la oposción al chavismo) nada hace en la práctica por Caracas.
Es un hombre de negocios pragmático, relativista, sin moral.
Para él, las libertades en América Latina son casi un chiste menor. No tienen la menor relevancia.
El barco se hunde en Venezuela y las ratas rusas, chinas y chavistas quieren una gigantesca y repleta vasija para reventar a palazos.
Luego, en el piso, como cerdos, se van a repartir su dulce contenido.