Desde hace un par de años que se escuchan con más frecuencia opiniones de economistas, banqueros locales, la Asociación de Bancos Extranjeros y legisladores, a favor de la emisión de billetes con mayor denominación que 100 pesos.
Dicha sugerencia se sustenta en el hecho de que con esta medida se solucionaría la escasez de efectivo, frente a tanta demanda derivada de la política llevada adelante por el Gobierno Nacional de impulsar indiscriminadamente el consumo.
La cantidad de billetes de cada monto que se emite en cada economía, depende de la circulación y utilización que tengan.
Si bien no existe consenso en torno al valor del billete que debería emitirse, dado que todo depende del año que se tome como referencia para realizar el cálculo, el criterio se unifica a la hora de evaluar la necesidad de contar con dinero cuya nominalidad supere al máximo actual.
En ese contexto, hacia fines de 2010, un billete de 100 pesos rendía aproximadamente unos 27 en términos reales si se comparaba con el 2001. Un ejemplo lo constituye el hecho de que si se tomara el año 2003 como año base, hacia fines de 2010 se deberían haber emitido billetes de 300 pesos. Y esto surge de comparar la recaudación fiscal “real” (no la que dice la AFIP), el gasto público y los salarios.
No son pocos los sectores que entienden la falta de efectivo como un corralito encubierto. En esa inteligencia, varios partidos políticos de la oposición vienen presentando diversos proyectos impulsando la emisión de billetes de mayor denominación. Sin embargo, la presidente del Banco Central, Mercedes Marcó del Pont, acató la orden de su superioridad partidaria, por la que se decidió a “entender” que la escasez de dinero mencionada solo obedecía a causas estacionales. Versión que repitieron tanto ella como otros funcionarios, hasta el hartazgo.
La única causa por la cual el Gobierno Nacional no da curso favorable a los diferentes pedidos de emisión de este tenor, es el absurdo empecinamiento en negar la inflación real.
Según interpreta el oficialismo, fabricar billetes de mayor denominación impulsaría aún más el alza de los precios y podría ser interpretado por la gente como que la moneda de curso legal nacional perdió valor. Como si a esta altura de los acontecimientos existiera alguna forma posible de seguirle ocultando a la población que el Indec “miente”.
Lo concreto es que si se emitieran billetes de denominación más alta, se estaría resolviendo el grave problema de la escasez de billetes.
Para la Región, si se emitieran hoy billetes de 360 pesos como mayor denominación, ésta representaría aproximadamente la media de la capacidad adquisitiva de los consumidores, esto es, el 1 % del PBI. Pero para la Argentina, esa relación constituye sólo 0,28 puntos porcentuales.
Desde el inicio del “modelo k”, el poder de compra de un billete de 100 pesos equivale más o menos a un tercio. Dicho en otros términos, con $ 100 se puede comprar hoy menos de un tercio de lo que se compraba.
Hace pocas horas, el legislador santafesino Carlos Reutemann, presentó un nuevo proyecto de ley que se suma a la lista ya presentada por sus pares hace meses. El mismo contiene el pedido al BCRA para que se emitan billetes de 500 pesos.
Entre los argumentos expuestos por el senador, se encuentran por ejemplo, la necesidad de incrementar la seguridad a la hora de transportar mayores sumas en bultos menores, evitar que los cajeros automáticos se queden sin efectivo los feriados o fines de semana dada la capacidad física limitada de los mismos para albergarlo, subir el techo de extracciones máximas, disminuir los costos de impresión y obviamente poder responder mejor a la creciente demanda.
Por último, solo resta esperar a ver si esta vez, Reutemann tiene la posibilidad de ser el primero en lograr un curso favorable a un reclamo que hace tiempo vienen haciendo muchos otros con gran criterio, pero sin alcanzar aún el tan deseado éxito.
Nidia G. Osimani