El 17 del corriente, la presidente Cristina Fernández sostuvo en uno de sus discursos que “crecimos más que a tasas chinas”, y seguidamente lanzó un rotundo 9 % acumulado durante los primeros nueve meses de 2011, comparativo con 2010. Aunque el Indec, calculó para el mismo período referenciado por la primera mandataria, que en realidad la Argentina creció solo el 7,7 %.
La Sra. Fernández de Kirchner afirmó asimismo categóricamente “vamos a seguir en ese rumbo”, mientras que lo manifestado esperable en términos oficiales para el 2012 son unos 8 puntos porcentuales y las consultoras privadas proyectan un crecimiento económico cuyo techo no supera el 4,2 %.
El pasado 2 de noviembre, el Gobierno Nacional, a través de sus ministros de planificación y economía, Julio De Vido y Amado Boudou respectivamente, anunció medidas de reducción de subsidios a los servicios de luz, agua y gas.
Asimismo, hace unos días, procedió a implementar la 2da fase del mismo proceso, sumando entre ambas partes, una reducción total en concepto de subsidios cercana a los 5 mil millones de pesos.
Sin embargo, menos de 48 horas antes del primer anuncio, es decir, el 31 de octubre, y Decreto de Necesidad y Urgencia mediante, la presidente modificó el Presupuesto vigente en casi 30 mil millones de pesos. Asimismo, tal como surge del Boletín Oficial, hace pocas horas, el jefe de Gabinete de Ministros, lo amplió en unos 9.200 millones de pesos.
Por el primer DNU, se autorizó un incremento en concepto de subsidios a los servicios de unos 7 mil millones de pesos.
Según la última medida publicada en el B.O., se suman unos 35 mil quinientos millones de pesos a los gastos, entre los cuales se cuentan, algo más de 5 mil millones para los subsidios.
Entonces, dicho en castellano elemental, se anuncia la reducción de subsidios para el próximo año sin dejar de incrementarlos nuevamente en este, con la salvedad de que, conforme a como se presenta el panorama actual de la economía doméstica, existe una alta probabilidad de que el Ejecutivo realice más ajustes a las partidas, antes del cierre del ejercicio fiscal vigente.
El déficit fiscal previsto para el año en curso se estimaba en unos 11 mil quinientos millones de pesos aproximadamente. Sin embargo, con las nuevas decisiones, se incrementaría en alrededor de un 25 %.
¿De dónde sale ese 25 %? De la Anses, claro. Del Banco Central y cualquier otro ente público.
Por otra parte, la lógica indica que al quitarse los subsidios, la economía reaccionará con un proceso de enfriamiento, porque esa quita no es otra cosa más que un “impuestazo” que sustraerá parte del dinero que las familias y empresas destinan al consumo. Sin contar que además esto se combina con el alza de tasas, tendiente a inhibir el retiro de divisas.
En consecuencia, para el próximo año, podría esperarse una mayor suba de precios en tanto todo lo descripto se enmarca en un escenario internacional poco favorable, retiro de depósitos, fuga de capitales y altas tasas de interés.
Concluyendo, queda claro una vez más que tal como fue predicho por tantos analistas desde hace al menos 7 años, así ocurrió. La economía doméstica en su conjunto muestra signos irrefutables de que quienes señalamos permanentemente el lugar preciso de las fallas del modelo, no nos equivocamos. Y las pruebas de esto, mal que le pese al régimen gobernante, están a la vista.
Nidia G. Osimani