Los argentinos deberán afrontar un 2012 exigente para bolsillos que vienen golpeados por la inflación, ya que a los recortes anunciados en subsidios a servicios, se sumarán medidas similares para otros sectores, mientras que la Ciudad, la Provincia de Buenos Aires y la mayoría de los distritos del interior fijaron fuertes alzas impositivas.
Tras un verano en el cual quienes deseen irse de vacaciones deberán afrontar subas promedio del 25 por ciento respecto de la temporada 2011, el regreso a la actividad plena a partir de marzo no demandará menos sacudones para los que tienen ingresos fijos.
Es que al recorte de subsidios a los servicios se sumarán ajustes de hasta el 46 por ciento en el inmobiliario bonaerense, alzas de hasta 25 por ciento en las tasas municipales y subas de hasta el 300 por ciento en el ABL de la Ciudad de Buenos Aires.
Los Estados comenzaron a darse cuenta de que si no ajustan sus tarifas la inflación se los llevará puesto, y los obligará a endeudarse cada vez más, lo cual los hará ser más dependientes de la Nación y las transferencias por coparticipación.
Pero al mismo tiempo que perciben ese problema no aflojan con el crecimiento del empleo público, que tanto a nivel nacional como de las provincias se convirtió en un esquema clave para sostener poder político.
No es casual que en las elecciones no sólo se haya votado por la continuidad de la Presidenta, sino que todos los gobiernos, sean oficialistas u opositores, hayan sido reelectos, con la solitaria excepción de Catamarca a nivel provincial, y Vicente López y San Martín, en el conurbano.
El gobierno buscará reducir a la mínima expresión los subsidio por 70.000 millones de pesos anuales que destinó en el 2011 a subsidiar tarifas de electricidad, gas y agua, pero también analiza achicar los que aporta a colectivos, trenes y subtes.
En este caso, la Casa Rosada buscaría modificar el esquema de subsidios a la oferta por otro en el cual se lo haga con la demanda, a través de la tarjeta SUBE.
El gobierno cree estar en condiciones de definir un "perfil de usuario de servicios", y a partir de allí disponer quiénes pagarán más y quiénes no, pero esa certeza oficial despierta cada vez más dudas.
La estrategia, obligada por una situación fiscal que se volverá cada vez más exigente, promete traer fuertes dolores de cabeza a millones de hogares.
Es que los argentinos se habían acostumbrado a vivir en una economía distorsionada, no sólo por los dudosos indicadores oficiales de inflación y pobreza, sino también porque buena parte de las variables no responden a la realidad, como ocurre con el tipo de cambio.
Quedan muy pocos argentinos en condiciones de conseguir un dólar al valor oficial de 4,28 pesos, porque la mayoría de las operaciones que se intentan hacer son rechazadas por la AFIP.
Así, quien necesite dólares deberá pagar en el mercado informal o "blue", unos 4,70 pesos para comenzar a conversar.
Por cuánto tiempo pretende el gobierno mantener este esquema es una gran duda para los operadores. La intención sería resistir todo lo posible, porque esta medida permitió paliar la fuga de capitales, que en realidad obedece a la desconfianza y no sólo a la evasión o el lavado de dinero.
Ya varios bancos extranjeros plantearon objeciones a la forma en que día tras día se enturbia el mercado cambiario en la Argentina.
El Banco República del Uruguay hizo un planteo ante el BCRA porque tiene millones de pesos de turistas argentinos que la autoridad monetaria no le canjea por dólares.
Los argentinos que piensen irse de vacaciones en Uruguay podrán pagar los servicios con tarjeta de crédito, pero si pretenden hacerlo en pesos argentinos se encontrarán con que se los tomarán a valor de dólar paralelo.
Las malas noticias en una economía cada vez más distorsionada no terminan allí: muchos argentinos que pretendieron cobrar por ventanilla cheques en dólares por servicios brindados al exterior se encontraron en los últimos días con la novedad de que sólo podían percibirlos en pesos, y al tipo de cambio oficial.
Pero el principal problema que atraviesa el "modelo" sigue siendo la inflación.
El tema es motivo de preocupación en las cámaras empresarias, en especial las vinculadas al comercio.
En los últimos meses comenzó a producirse un fenómeno que no ocurría desde al menos el 2002. Los comerciantes empezaron a perder referencia sobre el valor al que deben vender sus productos.
En una economía normal, el comerciante fija sus precios sobre la base de los costos pagados por un producto o servicio.
Ahora, la variable futuro empezó a tallar con fuerza, y el comerciante cuando vende no piensa tanto en cuánto pagó por el producto, sino en lo que le van a pedir cuando intente reponer el stock.
Ese esquema, que los economistas tienen analizado de sobra, se produce cuando la inflación muestra un proceso de aceleración a un ritmo que vuelve impredecible las variables clave.
La cuestión no sólo es seguida de cerca por el sector empresario, ya que los gremios vienen avisando que las paritarias del 2012 serán muy duras.
Si en el 2011 se pactaron recomposiciones salariales que orillaron el 25/35 por ciento para los grandes gremios, el panorama que se abre para el 2012, aún en un escenario de desaceleración de la actividad, puede traer renovados nubarrones a la economía.
José Calero
NA