Con el nuevo, y viejo, a la vez, conflicto de Aerolíneas Argentinas, vuelve a la palestra la eterna discusión de los argentinos sobre si el Estado Nacional debe administrar o no compañías que podrían estar en manos de privados.
Ahora bien, ¿es malo o es bueno que el Estado maneje empresas? La respuesta es simple y, lógicamente, más que obvia. No es bueno ni malo, siempre y cuando se cumplan ciertos requisitos.
Para saber cuáles son estos requisitos podría compararse a una empresa estatal, la que sea, con una mesa que se sostiene por sus cuatro patas.
La primera es que toda empresa estatal debería ser, por sobre todas las cosas, eficiente en sus servicios.
La segunda es que, además de ser eficiente debe cumplir con un rol estrictamente social.
En tercer lugar, no deberían ser deficitarias. Y por último, en la medida de lo posible, deberían ser rentables.
Esto sería, en teoría, el ideal de cualquier empresa, no solo de aquellas administradas por el Estado.
Pero el ejemplo anterior no es solo por las cuatro patas que la deberían sostener. Además, al igual que una mesa, si le sacamos una de las cuatro patas y le buscamos el equilibrio justo, la mesa se podría mantener de pie perfectamente. El inconveniente lo tenemos si de las cuatro patas, a la mesa, le sacamos dos. En ese caso, indefectiblemente, la mesa se caerá, a menos que la apoyemos en algo que no sean sus patas. Por lo tanto, no sería de mucha utilidad que digamos.
Con las empresas estatales pasa exactamente lo mismo. Deben cumplir por lo menos contres de los cuatro puntos fundamentales por los que tienen razón de ser.
De la estatización total a la privatización y viceversa.
Mucho se ha hablado sobre las privatizaciones de las empresas estatales durante el gobierno de Menem – Cavallo y, en honor a la verdad, sería muy difícil agregar algo nuevo o que no se haya dicho o discutido, pero pueden recordarse y aclarar algunos puntos.
- Las empresas estatales, antes de ser privatizadas, ¿eran eficientes?
- La respuesta es no.
- Las empresas estatales, antes de ser privatizadas, ¿cumplían un rol social?
- La respuesta es: solo a medias.
- Las empresas estatales, antes de ser privatizadas, ¿eran deficitarias?
- La respuesta es: sí totalmente.
- Las empresas estatales, antes de ser privatizadas, ¿eran rentables?
- La respuesta es: obviamente que no.
Por lo tanto, en base a estos puntos, llegamos a la conclusión de que en realidad, en el caso argentino, era necesario privatizar estas empresas.
Llegado a este punto, es necesario hacer algunas aclaraciones, como por ejemplo: Lo ideal sería que, algunas empresas, especialmente las de servicios públicos, fuesen estatales, siempre y cuando sean eficientes, cumplan un rol social, no sean deficitarias y/o generen utilidades.
Y aquí surge la polémica: ¿fueron bien privatizadas las empresas por el menemismo? La respuesta es contundente: Decididamente, no. Pero eso sería tema para otro artículo.
Casi todas la empresas administras por el estado —salvo alguna rara excepción— fracasan rotundamente.
Si se evalúa cualquier firma, ya sea Aerolíneas Argentinas, Canal 7, Télam, Radio Nacional, o la que sea; funciona mal, y no por un solo motivo, sino por varios.
En primer término, absolutamente todas las empresas estatales tienen muchísimos más empleados de los que deberían tener.
Dos casos emblemáticos son precisamente, Aerolíneas Argentinas y Télam, en las que la actual administración agregó a miles de empleados en los últimos años.
Además, son totalmente ineficientes, se despilfarran recursos económicos que nadie controla y cumplen un rol social a medias.
Cabe destacar, que en estos casos particulares, el kirchnerismo tiene especial interés, ya sea por la caja que maneja o el rol estratégico que cumplen política o socialmente algunas empresas, como las relacionadas a la comunicación.
En definitiva, que haya empresas manejadas, administradas o controladas por el Estado nacional no es ni bueno ni malo, pero sigan siendo botines de guerra que solo sirvan a sus propios intereses, con muchísimos mas empleados de los necesarios, y con un despilfarro incontrolable de recursos, solo van a servir para lo que sirvieron hasta ahora, generar clientelismo, déficit y por lo tanto, malgastar dineros públicos en intereses personales en lugar de destinarlos a donde se debería, educación, justicia, salud y seguridad.
Pablo Dócimo