Una vez más los argentinos han sido puestos en vilo por potenciales medidas económicas de alta perennidad e inmediata influencia, que golpearán las economías familiares de gran parte de la población, de los pequeños emprendedores y de los comerciantes. Existe un gran temor a indigestión y dolor en la visera que más nos duele a los argentinos: el bolsillo.
La presidente Cristina Kirchner ha decidido, ya sin plata y acuciada por las deudas, que los sectores medios y trabajadores deben pagar por todo más, porque ella (su gobierno que se resume en su persona) quiere seguir gastando a discreción miles de millones, como hace varios años. Sin controles reales, ni justicia real que le haya puesto límites.
Resulta que, por lo visto, no fue suficiente lo vivido durante casi diez años en la denominada convertibilidad y sus consecuencias.
Basta recordar que con el default (estallido inédito en el mundo) hubo de desmadrarse todo el aparato legal argentino, no solo el institucional y el jurídico profundo, sino las relaciones interpersonales en donde el Estado, supuestamente, debería estar ausente, pero se llevó puesto todo el andamiaje real de las garantías constitucionales, la propiedad, libertad de comercio, igualdad ante la ley, los contratos privados no solo comerciales, etc.
Se vivió una deformación tal que, lejos de resultar una mala coyuntura, los argentinos decidieron hacerlo bien a su modo, de manera abortiva. Así, desde
Para los Kirchner con lo del 2001 no bastó: había que demoler hasta el pensamiento.
Agotado ello, o perdido por las “nubes de Ubeda” como dijo alguna vez el líder de la agrupación pejotista “Intransigencia y Movilización”, el Senador extinto Vicente Leónidas Saadi, el modelo pejotista última generación de Néstor Carlos Kirchner se hunde ante la mirada de pavura de millones de habitantes que parecen no reaccionar ante el latigazo inminente llamado hoy “sintonía fina”, y que no es otra cosa que un eufemismo oficialista ante el descalabro.
Nadie dudaba de la naturaleza gregaria del kirchnerismo, aunque a algunos padecedores de cierta ingenuidad, no lograban ser convencidos de la necedad con la que cuenta buena parte de los seguidores K; cruzados de una cruzada absurda y ya perdida que reniegan del verdadero dogma K: el cheque, contrato, la tarasca mensual, o cualquiera sea el formato de la plata que cada “K” arranca al Estado con periodicidad necesaria. Esa es la verdadera ideología final y religión de todo kirchnerista, y la caracterización final y definitiva de su esencia y existencia.
“Sintonía fina” o “rodrigazo”
Sería preferible llamar “rodrigazo” a lo que se viene: una recomposición de precios relativos en donde unas 15 millones de personas de la clase media y trabajadora (mal llamada “media baja”) deberán aportar, desde el inminente “plan navidad” que se viene, unos $700 a $1.000 pesos más de manera mensual por los servicios, tasas y contribuciones que permitían una falsa sensación de crecimiento y un falso descenso de la ocupación real. Globos y fiestas, siempre se pagan.
Los montoneros, en los años setenta, a todo quien no era de la “orga” o de la “M”, se le denominaban como “perejil”.
La traspolación, ese viaje astral que solo los argentinos podemos legitimar, desde los años 70 hacia el siglo XXI, y en el imaginario K, se traduciría a aquel noble y abnegado “perejil”, seguramente mandado al frente, en el cómodo y hoy quizá “desubsidiado” perejil modelo 2012. Ese votante del 54%, ese amplio espectro que va desde el contratado, el del plancito social, el “militonto” creído, gran comedor de vidrio, y hasta el simple adherente o colocador de boleta en urna a cambio de netbook o zapatillas, subsidio al estudiante o aborto parecido, lo que corresponda.
El modelo ha muerto
La base del esquema, modelo o matriz kirchnerista es la tradicional de siempre de la nación argentina, que desde 1880, lucha por postergarse. Extractivo - exportador, distributivo - prebendario. Todo lo demás que se agregue, es cuento.
Salvo en la primera época del peronismo, que con sus aciertos o desaciertos, respecto de aquella sociedad, contaba con un proyecto de país, y un pueblo atrás, y no solo un proyecto de poder, ningún gobierno nacional ha podido abstraerse de los ciclos económicos casi siempre perjudiciales al contrario de hoy día.
Así, la conjugación de una caída brutal de la renta en 2000/2002 permitió un falso crecimiento, colchón o rebote que le aprobó al gobierno 2003/2007 una sensación de recomposición de la renta nacional que había caído un 60%.
En escasos días y sumado a que la soja subiera un 400% en una década (1994/2004), permitió una fiesta del despilfarro, el plan y de los subsidios que crecieron, en seis años, desde $1.500 millones, de 2004 hasta los $75.000 millones.
Hoy, no menos de 2 millones de puestos de trabajo son subsidiados directa o indirectamente. El Estado, en toda su jerarquía, ha aumentado su plantilla en casi 1,5 millones, a eso sumar 2 millones de jubilaciones sin aporte y los subsidios de los planes “trabajar”. En concreto, sin los subsidios y/o recursos, la desocupación, rondaría fácilmente, el 25%.
Hoy, la estantería se cae a pedazos y el gobierno cristinista —no ya kirchnerista o peronista— solo pretende desconocer las reglas de la economía y hacer focos parciales, sin ver el panorama en su conjunto, como lo recordaba el martes 29 el joven economista y ex ministro Martín Losteau.
No se mira más la economía en su total, solo se pretende un 2012 en donde se puedan seguir dibujando los números y de ese modo, seguir gastando un presupuesto totalmente dibujado y un dinero totalmente devaluado con un mercado de cambio totalmente estatizado.
Se estima que esto no va a ser posible, y el disimulado rodrigazo generará una nueva recomposición de precios relativos (de manera salvaje, sin calibración y a voluntad del mercado que tironeará en el medio de un “sálvese quien pueda”) con las consecuencias inflacionarias del caso.
Tasas altas, dólares fugados, tarifas reales triplicadas o cuadruplicadas. En marzo el gran descontento de este pueblo niño, inmaduro, desmemoriado, siempre consentido, siempre ausente e irresponsable, se hará notar, seguro, ruidosamente; y en poco tiempo, a Cristina, seguro nadie la habrá de haber votado.
El nuevo panfleto oficialista es disfrazar el ajuste, el rodrigazo, como un acto de justicia primero y como acto de equidad, después. Hasta los decretos K lo expresan en estos términos.
Pavada de veleidad y pretensión de quienes hicieron de lo feudal su filosofía, arte y acción.
No es necesario recordar nada, solo basta leer la obra “El Amo del Feudo” para saber quién fue el anti democrático, autócrata y limitado Néstor Carlos Kirchner, un mediocre y resentido con suerte, a la postre.
Sí parece superador tratar de saber si el ajuste llamado “ética” es lo real, o si simplemente, es una biblia en manos de un Satanás con multimedios para propalarlo entre sus bienes.
Ética proviene de aequitas, que es la traducción del término griego epiéikeia. Vocablo constituido por el prefijo épi= alrededor de, sobre, acerca de, y el verbo éiko= semejar, ser conveniente, estar bien, cuyo participio presente eikós significa: parecido, semejante, conveniente, razonable, natural verosímil, vemos entonces como todos estos conceptos se pueden resumir en el término “equitativo” cosa que, siguiendo el autor a Aristóteles: “lo equitativo es aquello justo que está más allá de la ley escrita”.
Según la ley romana, en su más profundo significado, la excepción es precisamente la confirmación de la ley; es su purificación, lo que permite que la ley no se a “injusta”.
El límite a lo absoluto, la equidad no deroga la ley, sino, la complementa.
El gobierno entonces nos viene ahora a hablar de ética.
En el colmo de la caradurez. Habla de ética un gobierno que demolió todos y cada uno de los escasos vestigios de memoria colectiva respecto de las leyes que nos supieron gobernar, según cada una de las tradiciones políticas, nuestras vidas.
¿Este gobierno quiere hablar de ética y de equidad? ¿Desde dónde? ¿Desde el Indec y la burla del índice inflacionario? ¿Desde Guillermo Moreno? ¿Desde
¿De qué patraña nos quiere hablar, Cristina, encima con clases de “ética” y “equidad”?
¿Pretende el gobierno dar un baño de realidad brutal, algo que los imbéciles definen como “giro a la derecha” y los sensatos detallan como “pagar la fiesta”, con aires de moral, ética y equidad?
¿Qué equidad, la de las concesiones a los amigos del poder, la de los sobreprecios en la obra pública escandalosa? ¿La ética de los negociados energéticos con empresas “oficialistas”? ¿La ética del juego indiscriminado y promovido? ¿La de la mafia del trasporte y los subsidios nunca rendidos?
Como buen relato cristinista lo propuesto, y propalado desde el atril del luto de la conveniencia, y los pucheros, es todo lo contrario a los hechos reales. Solo se podrá esperar más de lo mismo. El “capitalismo de amigos”, la mayor corrupción descontrolada y una cada vez menos República.
Por último, habría que recordarle a Cristina que Kant advertía: “el hombre que es bueno, privilegia los actos buenos, aún, sobre los de su propio deber”. En concreto, el hombre, si ya es bueno, su acto es consecuente. La inclinación de su propia índole que se fue formando a través de su tiempo de vida, principalmente en la niñez y juventud le deparará la bonhomía y el ejemplo.
Así puede verse la grandeza de San Martín, Belgrano, Saavedra, Castelli, Güemes, Pellegrini, Perón, Illía, etc. Todo, a su tiempo y dentro de su circunstancia, personajes extraordinarios y excepcionales, en todo, desde niños y jóvenes y magnánimos en su vida pública. Hoy, se padece todo lo contrario.
Así se conoce a los Kirchner, infames en toda su existencia, vida pública cuestionada hasta en la inseguridad de la propia causa de muerte de Néstor, nunca declarada, las incertezas y vanidades en exceso del matrimonio, de su vida privada cuestionable y disipada, patrimonios ostentosos, sospechados e injustificados. Todo un raid negativo, trepadores por las vías non sanctas del apriete, todo matizado de mentiras varios, impresentabilidad, inmoderación, la exaltación de la rosca, el apriete y la “articulación política”, madre mayor del contubernio de otrora que siempre favorece a los mismos dejando al pueblo a la intemperie.
Todo lo contrario, exactamente lo contrario, a las virtudes de los próceres, y de muchas otras figuras públicas que se tapan adrede por la infamia gubernamental, así como también los miles y miles de ejemplos anónimos, todos 100 veces mejores al matrimonio que gobierna con tanto bochorno en esta década.
De hombres malos, mendaces, infames, falsos y resentidos, solo podremos esperar actos poco éticos, falaces, infames, mendaces, solapados y relatados.
José Terenzio