No soy historiador, pero cursé todos los niveles de estudio en la Argentina. A los 18 años, un compañero me comento lo de “La Vuelta de Obligado”.
Yo no lo sabía. Recurrí a los libros que tenía a mano: José María Rosa, Jorge Abelardo Ramos, Rodolfo Ortega Peña y Eduardo L. Duhalde, Juan José Hernández Arregui, y allí note que en todos mis cursos, nunca me contaron esa historia.
Básicamente, eran barcos de la Gran Bretaña —cuando no— y Francia que decían que nuestro Rio de la Plata no era nuestro sino que eran aguas internacionales, y ellos querían navegar sin pedir permiso a nadie. Y vender sus productos como si fuera tierra de nadie.
Esta acción estaba apoyada por algunos argentinos exiliados en Uruguay, en desavenencias con el gobierno de la Argentina.
Mientras que rio Arriba —en Obligado— soldados y campesinos pobres, con absoluta desventaja, luchaban en defensa de lo que creían era su patria.
Hoy, nosotros no sabemos los nombres de quienes lucharon, aunque muchos murieron defendiendo la patria.
Sí conocemos las proezas de los que estaban en Uruguay, festejando la invasión extranjera porque tienen sus nombres en las calles de Buenos Aires.
Con todo respeto, propongo que le cambiemos el nombre a la calle Rodríguez Peña, y le pongamos el nombre de un soldado que haya dejado su vida en La vuelta de Obligado.
El mismo debate, con todos los que se pondrán en contra de esta propuesta servirá para, de una vez por todas, corregir ese error.
En 10 años ya nadie se acordara de los traidores que apoyaban a los ingleses y franceses, y conocerán el nombre de un valiente soldado que dejó su vida en esa batalla.
Descarto que en el Ministerio de Educación haya gente revisando los textos por los que estudian ahora, y a nadie más le pase lo que me pasó a mí —que es lo que nos pasó a toda una generación—. Nos habían robado nuestra historia.
Otra idea
Los libros de Juan José Hernández Arregui, José María Rosa, Arturo Jauretche, Rodolfo Ortega Peña/Eduardo L. Duhalde, Scalabrini Ortiz, Jorge Abelardo Ramos, Rogelio García Lupo, Rodolfo Puiggrós —perdón porque seguro que me olvido de alguno—, el Estado debería comprar los derechos de autor, y poner en circulación todos esos libros para que los chicos no vuelvan a ser engañados nunca más, como fuimos engañados nosotros.
La peor de todas las dependencias es la cultural. Y dentro de esta, lo peor es cuando te roban tu historia.
Eduardo Varela-Cid