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Propalando el papelón

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CHINA, LOS MEDIOS Y LA DESVERGÜENZA
CHINA, LOS MEDIOS Y LA DESVERGÜENZA

    Al final, la euforia histérica oficial se derrumbó por la carcajada de un chino. Es que Yang Yang, director de la Oficina de Información del gobierno afincado en Pekín, declaró el lunes 8 de noviembre que “a mi juicio, las cifras que circulan en este momento por los medios de comunicación son expectativas exageradas y no muy razonables”. La mentada cifra, anunciada irresponsablemente por las usinas del kirchnerismo y repetida a lo loro por la corporación mediática nacional, trepaba a la enormidad de 20.000 millones de dólares. Sí, veinte mil palos verdes que con sólo nombrarlos, empalidecerían al más pintado.

 

    Pero los que habrán empalidecido, al escuchar la desmentida del señor Yang al cuadrado, fueron los vendedores de ilusiones pingüineras; quienes como el superpoderoso Alberto Fernández, salieron a poder moderación y cautela. Claro, primero se fueron de mambo y descubiertos desnudos por la realidad, no se acordaron dónde quedó la hoja de parra. Pues cuando se disipó la polvareda mediática, empezaron las críticas contra el oficialismo y la inútil búsqueda de culpables.
  


Mentiras que alienan


  
Varios diarios se atribuyeron haber dado la primicia sobre el acuerdo del gobierno con China, que el Gobierno había instalado como un enigma, que se resolvió en los diarios del domingo, cuando Clarín, Página/12 y La Nación pudieron dar los detalles del acuerdo. Sin embargo un relevamiento realizado por el DsD da cuenta de la saga del enigma y sus principales hitos mediáticos. El primero en informar que había un “enigma” en torno a un anuncio oficial, fue Ámbito Financiero, quien lo publicó en un recuadro en su portada el 28 de octubre. Allí se especulaba con que el anuncio podría estar vinculado a un acuerdo con China. El martes 2, una nota de Diego Schurman en Página/12 tituló con la palabra “enigma” y en su texto deslizó pistas que hablaban de China. Ese mismo martes, Eduardo van der Kooy también escribió sobre el acuerdo aunque aludió a una propuesta al FMI, sin nombrar al gigante asiático. El miércoles 3, La Nación dijo a través de nota de Mariano Obarrio que “todas las miradas apuntan a China”, según comentarios de “tres fuentes” oficiales. Ese mismo día, sin firma, Clarín empezó a manejar a la China como objeto del anuncio. Hasta que el jueves 4, Daniel Míguez, en Clarín, dio como un hecho a las “Inversiones de China y Corea en el paquete que anunciará el gobierno”. Al día siguiente, Sergio Moreno de Página, también incorporó la inversión de Corea”, señaló atinadamente Diario sobre diarios el martes 9 del corriente.
  
El miércoles 3 de noviembre se había echado a correr la versión que K tenía entre manos un megaanuncio que haría saltar los titulares. El mencionado sitio también lo señaló: Ámbito Financiero publicó ayer en su portada un recuadro con el título “Enigma II”. Allí señaló que “es notable la capacidad de plagio del periodismo argentino”, ya que, efectivamente, el matutino de Julio Ramos fue el primero en deslizar que el Gobierno prepara un importante anuncio en materia económica. Ámbito dijo que “se ha escrito y se escribe que se trataría de un volumen de inversiones de 20 mil millones” por parte de China. Pero el matutino advirtió que “la novedad que trasnocha a Kirchner no pasa por el país asiático” y agrega que el anuncio se hará “después del viaje que el presidente realizará a Brasil”.  
  
Néstor Kirchner se estaba relamiendo pensando en un anuncio bomba, que agitaría las aguas de la veleidosa opinión pública. Conciente que había que tirar la pelota afuera, luego de que la ridícula saga del merodeador de la Quinta de Olivos se había esfumado, posó su mirada en China. Entonces, comenzó un insoportable cacareo en el cual se tejieron –y difundieron- versiones disparatadas. La más delirante, aseguraba que el gigante asiático desembolsaría 20.000 millones de dólares en calidad de préstamo para pagar la monumental deuda externa. Además, se aseguraba que también invertirían en la reapertura de la mina Sierra Grande, trenes de alta velocidad y en la limpieza definitiva del asqueroso Riachuelo.
  
El domingo 7 prosiguió esta paranoia de difundir buenas noticias, y los principales matutinos reflejaron este espíritu pum para arriba en sus portadas:“China invertiría en el país 20.000 millones de dólares. Lo reveló a LA NACION una alta fuente del Gobierno; todavía falta ultimar detalles de la negociación”, puntualizaba así el diario fundado por Bartolomé Mitre. Pero la pregunta del millón es y seguirá siendo, chequear si realmente esa alta fuente del Gobierno, hablaba con veracidad o simplemente estaba bardeando. “China ha empezado a hacer sentir su peso de potencia comercial en esta región. Antes de las hipotéticas inversiones en la Argentina, había concretado otras en Brasil, Chile, Australia y Nueva Zelanda. La piel de Washington se eriza. El aporte de capital en puntos estratégicos en una nación que aún no salió del default no podría ser sino bienvenida: pero vale instalar la duda de hasta dónde el Gobierno, en su afán por consolidar el crecimiento, no podría desatender intereses nacionales. La novedad, de concretarse, sería de una envergadura notable: por ese mismo motivo debió ser manejada con mayor responsabilidad, sin las mañas que por un instante hicieron pensar que se trataba de una diversión lunática y pueril”, aseguraba Eduardo van der Kooy en Clarín. Los sucesos posteriores, revelarían que sólo se trató de un irresponsable manejo de información para no caer de la portada de los diarios. Pues según una encuesta del Centro de Opinión Pública de la Universidad de Belgrano (COPUB), determinó que el primer mandatario “alcanzó en promedio 4,8 puntos sobre 10” según informó Urgente 24 pasado lunes 8. Ese mismo día, el aludido Yang Yang había pinchado la burbuja pingüinera mientras que Corea del Sur hacía lo propio al bajarle el tono a las especulaciones.
  
Como se señaló recientemente en este sitio, Fernando De la Rúa decía que era “muy lindo dar buenas noticias”, pero éstas no le impidieron terminar siendo un involuntario helicopterista. Por supuesto que nadie le desea lo mismo a Kirchner, pero teniendo muy cerca semejante ejemplo de inoperancia en el ejercicio del poder, ¿no sería conveniente bajar un poquito a la realidad?. Pues la misma, sigue siendo la única verdad.

 Fernando Paolella

 

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