El 28 de septiembre de 1992, las calles de España serían testigos involuntarios del largo brazo de la mafia. Y es que esa mañana, un ciudadano llamado Ismail Khalil El Kchoure iba a morir en extrañas circunstancias al "caerse accidentalmente" desde el cuarto piso de un edificio de Marbella. La autopsia determinó que El Kchoure estaba en coma etílico desde por lo menos dos horas antes de que su cuerpo se precipitara al vacío.
Más de 10 años después, a varios miles de kilómetros de allí, la escena iba a repetirse casi calcadamente. El 1º de marzo de 2003, Lourdes Di Natale caería igualmente al vacío, sólo que de un décimo piso de altura. También se dijo entonces que se había tratado de un hecho “accidental”. El peritaje realizado a posteriori demostró que, al igual que en el caso de El Kchoure, Di Natale tenía gran cantidad de alcohol en su organismo. Demasiado como para estar consciente al momento de su caída.
Además de la manera de morir de uno y otro, existe una terrorífica cadena de coincidencias entre los fallecidos. Por empezar, ambos fueron testigos ante la justicia de graves actos de corrupción, especialmente contra un peligroso personaje: el traficante sirio de armas y drogas Monzer Al Kassar.
Ismail Khalil El Kchoure había trabajado para el sirio y murió antes de poder declarar contra su ex jefe en el juicio que estaba a punto de comenzar en la Audiencia Nacional de Madrid. Por su parte, Lourdes Di Natale fue la primera persona que denunció los vínculos -y negocios- de Al Kassar con Emir Yoma y el entorno de Carlos Menem.
Lourdes declaró ante el juez Jorge Urso que Al Kassar visitó a Yoma en sus oficinas y que regaló a Emir y a varios de sus hermanos -como Karim y Zulema- ametralladoras conteniendo sendas placas con el nombre de cada destinatario.
Asimismo, aportó a la causa la agenda telefónica de las oficinas privadas de Emir, donde figura el teléfono de Al Kassar.
No está de más recordar que el comienzo de la venta ilegal de armas argentinas a Croacia coincidió con la presencia en nuestro país de Al Kassar, quien en enero de 1991 comenzó a tramitar su ciudadanía argentina con el apoyo del gobierno de Menem. La justicia suiza, por su parte, decomisó dinero del traficante sirio proveniente de ventas de armas que realizó a Croacia desde Europa: entre febrero y marzo de 1992, Al Kassar vendió armas polacas a Croacia.
La pista Monzer
Aunque la muerte de ambos testigos parezca una mera coincidencia, hay más de un indicio que lleva a pensar que Monzer Al Kassar tuvo que ver con sus decesos.
Quien escribe estas líneas, escuchó de boca de una fuente cercana al abogado de Lourdes Di Natale —Rodolfo Chimeri Sorrentino— que en el departamento de la fallecida se halló nada menos que el pasaporte (original) de Al Kassar.
Asimismo, Lourdes había dejado en una escribanía un manuscrito dando instrucciones precisas en caso de que a ella le pasara algo. El contenido de la mencionada misiva refiere, entre otros, a los nombres de Monzer Al Kassar, Alfredo Yabrán, Carlos Saúl Menem y Emir Yoma, y asegura algo muy sugestivo: “pienso que las personas antes mencionadas pueden verse beneficiadas con mi desaparición, o pueden intentar perjudicar con igual fin a mis seres queridos”.
Teniendo en cuenta la información que manejaba Di Natale, no es difícil sospechar a quiénes benefició su muerte. En un reportaje realizado el año pasado aseguró que tenía “pruebas de muchas cosas. Declaré ante el juez Urso en la causa de la explosión de la Fábrica Militar de Río Tercero, de la venta ilegal de armas, de la coima. No solamente hablé de Monzer Al Kassar, que lo conocí, sino que tengo pruebas contra la Corte Suprema, pues yo me comunicaba personalmente con (Julio) Nazareno y Adolfo Vázquez (...) De todo lo que dije, no me desdije. Por eso, soy molesta”.
A sabiendas del modus operandi de Al Kassar que suele tomar revancha contra todo testigo que se ponga en su contra, no es descabellado pensar que el ajuste haya venido por ese lado.
Y es que Khalil El Kchoure no es el único muerto aparecido en la periferia del traficante sirio. Existen por lo menos otros tres testigos “ajusticiados” por haber osado declarar contra él: Mustafá Nassimi y Joseph Elías Awad son dos de ellos.
Visto de esta manera, Lourdes no es ni más ni menos que otro testigo desaparecido que podía declarar contra Al Kassar. Es obvio que la muerte de Di Natale benefició tanto al traficante sirio como a Carlos Menem; pero también es un hecho que perjudicó más al riojano, sobre todo porque su muerte se produjo en plena campaña electoral.
Por otro lado, es sabido el odio que Al Kassar profesa contra el ex Presidente argentino por los “acuerdos” que nunca cumplió y que le valieron la pérdida de grandes sumas de dinero. En ese marco se entendería la lógica de pensamiento de Al Kassar como supuesto asesino de Lourdes: él sabía que las primeras sospechas por tal muerte recaerían sin lugar a dudas sobre la figura de Menem.
Más coincidencias
Por si todo lo antedicho fuera poco, Lourdes Di Natale ha sido esposa de Mariano Cúneo Libarona, quien en 1991 defendió a Amira Yoma en la causa del Yomagate, cuando se descubrió una red de personas que contrabandeaba valijas Samsonite repletas de narcodólares.
Al Kassar, por su parte, ha sido uno de los que más ha insistido ante el Gobierno argentino para que la ex secretaria de audiencias fuera desvinculada del caso. De hecho, durante un juicio celebrado en 1995, el propio sirio acusó -falsamente- al juez Baltasar Garzón de haberle pedido 30 millones de dólares para dejarlo en libertad y no perseguir judicialmente a Amira.
Cúneo Libarona, ha sido también abogado de Emir Yoma, en ese entonces jefe de Lourdes Di Natale. Fue en ese contexto que el abogado conoció a esta última.
Las coincidencias se entrelazan como eslabones de una cadena siniestra que no tiene fin. Y lo peor es que aparenta desencadenar nuevos decesos a futuro.
Esos decesos que siempre son transvestidos como “suicidios” dentro del mundillo de las infaltables “casualidades permanentes”.