El domingo 18 de enero de 2015, el cuerpo de Alberto Nisman fue encontrado en el baño de su departamento en medio de un ingente charco de sangre. A su lado, reposaba un arma de fuego que predecía lo peor.
Pocos días antes había denunciado a la entonces presidenta Cristina Fernández de Kirchner por “traición a la patria”, en el contexto de la firma del memorándum con Irán. Según el fiscal, ese acuerdo se había refrendado a efectos de exculpar a los culpables del atentado a la AMIA, todos ellos de raigambre iraní.
Ello llevó a muchos a deducir que Nisman había sido asesinado por órdenes del kirchnerismo, presumiblemente temerato de que avanzara su denuncia contra la exjefa de Estado. Sin embargo, muchos otros sospechan que no hubo crimen alguno, sino más bien un acto suicida cometido por alguien desesperado y acorralado.
La dicotomía persiste hasta el día de hoy: ¿Nisman se suicidó o lo mataron? Si es así, ¿quién lo hizo? ¿Cómo hizo para no dejar una sola huella?
Aunque muchos crean lo contrario, existe evidencia concluyente que permite saber qué ocurrió con el otrora fiscal especial. Gran parte de esa prueba aparece en el mismo expediente judicial.
Este libro busca revelar la verdad, evitando los datos innecesarios y enfocándose puntualmente en el contexto de lo ocurrido con Nisman. Porque su muerte va más allá de lo hasta ahora dicho: es parte de una trama geopolítica similar a lo sucedido con el caso AMIA.
Por eso, no es casual que los mismos que desinformaron sobre aquel atentado ahora intenten lo mismo.
No hay mucho más para decir, solo una cosa más: bienvenidos a la primera investigación independiente del caso Nisman.