La Argentina necesita mayores niveles de inversión, no hay dudas al respecto. A diferencia de otros períodos de la historia vernácula (por caso los 80´s o los 90´s) e incluso de otros países en la actualidad (Europa y los Estados Unidos), no enfrenta problemas significativos de demanda. Por el contrario, las mayores restricciones se producen por el lado de la oferta.
Son necesarios mayores niveles de inversión para sostener una política económica pro consumo y un mundo receptivo a la oferta argentina. Entonces, ¿Por qué no se gatillan masivamente nuevos proyectos si, en mayor o menor medida, todas las empresas tienen en gatera opciones para ampliar su capacidad productiva?
La decisión de hundir capital, básicamente depende de las expectativas y de las percepciones. Las empresas multinacionales, por ejemplo, se enfrentan con algunas complicaciones para “vender” nuevos proyectos en el país. Se señalan los problemas que se generan al operar en entornos regulados y con cierta discrecionalidad. Las trabas a la remisión de utilidades, el comercio administrado, los controles de precios, generan rechazo. Sin embargo, al momento de evaluar los resultados -en términos generales- la valoración es positiva. Los niveles de rentabilidad y crecimiento de los negocios son muy buenos. De hecho, la mayoría de las empresas se encuentra operando cerca del límite de sus capacidades.
Otro problema, con el que tienen que lidiar los ejecutivos locales, es el elevado costo de capital que se le asigna a la Argentina frente a otros países. Los proveedores de información internacionales (ya sean bancos, agencias de noticias o formadores de opinión) en su mayoría, sobreestiman sistemáticamente los riesgos locales. Existe un claro sesgo de percepción que pocas veces es cuestionado. ¿Es lógico que a la Argentina se le asigne un riesgo más de 6 veces superior al de Brasil o incluso mayor que el de Venezuela? Nuestra percepción es que no. Obviamente, es discutible. El problema para el ejecutivo local es revertir esta bajada de línea.
Los empresarios nacionales, en cambio, tienen otra capacidad para manejarse en la coyuntura. El péndulo histórico en la política económica los obligó a ser mucho más flexibles y pragmáticos. Aunque el abanico de realidades es amplio, haciendo un reduccionismo extremo, es mayor el optimismo para los que atan su crecimiento al mercado interno. En cambio, para los que compiten en ó contra el mundo, la situación se está volviendo más difícil y es lógico.
Un denominador común, sin embargo, es el bajo apalancamiento de los negocios (activos en relación a la deuda).
En términos generales, el nivel de endeudamiento es reducido y, la principal fuente de fondeo, es el aporte de capital propio. Motivos no faltan, y entre los principales están: la experiencia traumática que significó el estallido de la convertibilidad, las restricciones en la oferta de crédito y el desconocimiento de las alternativas que ofrece el mercado de capitales. En las Pymes la problemática se potencia, lo que deriva en estructuras financieras desequilibradas, elevado costo de fondeo y tasa de crecimiento muy por debajo de las potenciales. Para estas últimas, la recomendación es que estén atentas a las oportunidades hoy vigentes. El menú a explorar es amplio: sociedades de garantías recíprocas, obligaciones negociables para Pymes, créditos oficiales para nuevas inversiones (línea Bicentenario, por caso), entre otras.
Capitalizar las oportunidades de negocios disponibles es un desafío. En primer lugar de convicción, porque el vaso se puede ver medio lleno o medio vacío. En segundo lugar, de interpretación y adaptación a la impronta que le imprime el gobierno a la economía. En tercer lugar, de optimización. Los tiempos de elevado crecimiento están quedando atrás y el costo de las ineficiencias se vuelve cada vez más elevado.
El desafío para el gobierno es señalizar y comunicar mejor los objetivos económicos. Es cierto que hay correcciones de fondo sobre las que se debería avanzar para mejorar el entorno de los negocios, pero éstas merecen un capítulo aparte. Por errores propios y ajenos, el marketing de la Argentina no acompaña. Esto es una realidad contra la que se tiene que trabajar.
Primero que nada, ¿hay objetivos económicos?
La verdadera razón de la necesidad de mayores inversiones es que se han robado todo, absolutmante todo y no se fué haciendo en estos 9 años lo que se debía hacer. Sin olvidarnos que contaron con el apoyo de las investigadoras de mercado que por no perder el filón les decían lo que esperaban escuchar, ellos lo publicaron y los ignorantes lo creyeron, por ende, y pensando culpogenamente (como les enseñaron que debía ser) ¨votemosla que debemos ser nosotros los equivocados¨
No soy un gran comprador de dolares por mi situacion pero el jueves me nego la AFIP comprar 500 dolares que los guardo para viajar porque me encanta viajar con mi esposa. Ahora mañana debere perder tiempo de mi trabajo para ir a alguna cueva y pagarlo a 5,20 o mas. Pero lo voy hacer tenia dudas por la diferencia con el oficial pero veo que esto ya fue.