Finalmente se supo, ya no hay lugar para dudas ni malentendidos, Cristina Fernández blanqueó de una vez y para siempre que los fondos de las regalías depositados en el exterior ya no existen. Fueron. Se evaporaron como una nube ingrávida y sutil.
“(Él) dejó 650 millones de dólares cuando se fue de esa provincia (se refiere a Santa Cruz) en efectivo”… “Y realmente durante…bueno los posteriores gobiernos no voy a decir nombres, todos saben quiénes fueron gobernadores, pero los fondos se evaporaron con aumentos, que bueno sí aumentos que los sindicatos lograron maravillosamente, pero que hoy no hay plata para pagarlos”.
Con la declaración oficial del paso a la inmortalidad de los fondos la presidenta no solo anuncia lo que Peralta predica sin ser escuchado “no hay un peso más para los estatales de Santa Cruz”, sino también decreta la prescripción de 15 años de impunidad en el manejo de esos dineros que el entonces gobernador Néstor Kirchner gestionó a comienzo de los noventa a cambio de su apoyo a la privatización de YPF, y luego administró por cuenta propia sin fiscalización de los contralores y bajo el amparo de una justicia cómplice que sepultó todo intento de investigación sobre el destino de los fondos. Con sus dichos la presidenta redime su pasado y anuncia sin miramientos que hoy en Santa Cruz no se pueden pagar sueldos por culpa de los aumentos que irresponsablemente reclamaron los gremios estatales, e irresponsablemente otorgaron gobernadores innombrables.
Según Cristina Fernández se trata de 650 millones de dólares y no de 1.200 como ella misma contaba con autosuficiencia en sus tiempos de diputada provincial cuando explicaba cómo su esposo gobernador había operado maniobras financieras de compra venta de acciones de YPF que multiplicaron por dos la suma original recibida del gobierno de Menem.
¿Qué ocurrió con los restantes 550 millones de dólares? Según Cristina, ”se gastaban apenas el 40 por ciento en gastos corrientes, el resto se destinaba a obra pública, una obra pública que gestionábamos con nuestro dinero”. Lástima que en Santa Cruz nunca nadie avisó de tan pródiga distribución de la riqueza, toda vez que el dinero viajó por plazas financieras mundiales sin dejar rastros, o peor, dando pistas engañosas como cuando Cristina Fernández en la sesión de Diputados del 21 de Octubre de 1993 aseguraba “hasta el habitante del último pueblito de Santa Cruz debe saber que la Provincia tiene doscientos millones de dólares depositados en la reserva federal de los Estados Unidos, la única entidad que puede garantizar un monto de esta envergadura con riesgo cero” respondiendo de este modo a un pedido de informes de la oposición. “¿Cómo se pude ocultar el manejo de 630 millones de dólares?” desafiaba Cristina a sus pares quienes recién se enterarían por las vías institucionales del destino de esos fondos diez años después, cuando por primera vez la información fue remitida a la legislatura tal como ordena la constitución. Néstor ya era candidato a Presidente y había que cuidar las formas. Sobre todo después que la Reserva Federal hizo público que jamás en su historia había tomado en depósito fondos de Santa Cruz.
La presidenta dijo sin sonrojarse que el descalabro de la economía provincial es culpa de la política salarial errática de los sucesores de Néstor Kirchner en la gobernación, sugiriendo que Acevedo y Peralta no tendrían que haber blanqueado salarios vergonzantes con 50 pesos de básico, regularizado a cerca de 10 mil trabajadores en negro, y convocado a paritarias después de 16 años de aumentos por decreto.
Lo cierto es que las señales de alerta para el gobernador Peralta se intensificaron en los últimos días y le llegan de todos lados. Apenas pudo comenzar a cumplir con el pago de salarios escalonados y fuera de término; los servicios esenciales están en crisis, y el marco interno le es insoportablemente hostil. Mientras el intendente de la Capital Raúl Cantín lo deja en evidencia pagando salarios en tiempo y forma “y sin ayuda de la provincia” como dijo un funcionario municipal por el canal oficial de tv, el intendente de Caleta Olivia José Córdoba anuncia la absorción en el presupuesto municipal de mil subsidios para desocupados declarando que en la provincia hay 5 mil personas en esta condición, y radicando una denuncia penal en contra de su antecesor, el vicegobernador Fernando Cotillo por el pago millonario de obra pública inconclusa.
Paradójicamente y contrariamente a lo que vocifera la propaganda oficial la estatización de YPF dejó al gobernador Peralta sin los auxilios habituales que don Enrique Eskenazi habilitaba a través de los adelantos de regalías, ni los 600 millones de pesos que el gobierno esperaba como maná del cielo tras la firma de los cánones por producción que YPF Repsol, previsor y visionario, nunca llegó a firmar.
El discurso k escrito en Olivos y amplificado en la provincia por un sector de la UCR y por los enemigos internos de Peralta reza que Néstor y Cristina dejaron una provincia ordenada y con numerosos recursos, y quienes vinieron después echaron por la borda tanta bonanza. Una versión de manual para el turista y para el consumo de incautos u oportunistas, que intenta despegar al gobierno nacional de cada una de las decisiones que tomó el actual gobernador Daniel Peralta.
Nadie que se haya anoticiado de las movilizaciones de 2007 puede ignorar que la revolución salarial que se produjo por presión de los estatales fue ordenada por un Néstor Kirchner urgido por los tiempos electorales.
De todas maneras la peor noticia para el gobernador le llegó a través de una resolución del Tribunal Superior de Justicia que no admite ”los pagos parciales” y lo intima a que envíe los fondos comprometidos advirtiendo que el incumplimiento de dicha remisión “afecta la autarquía del poder judicial alterando seriamente el servicio de Justicia que debe prestar el estado”. Para algunos extremistas una de las causales de juicio político al gobernador por “falta de cumplimiento de los deberes de su cargo”.
Mientras acusa recibo el gobernador Peralta cuenta los días que restan para llegar a Junio, nunca estuvo tan lejos.