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COSAS Y CAÑOS RAROS

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SIN NOVEDADES A UN MES DE LAS BOMBAS
SIN NOVEDADES A UN MES DE LAS BOMBAS

    “Dos de los más misteriosos episodios de las últimas semanas en materia de seguridad siguen siendo un enigma para el Gobierno y para los jueces federales que los investigan. Todavía nadie tiene idea sobre quién fue el indiscreto que se paseó libremente por la quinta presidencial, ni quién puso bombas en tres bancos distintos de la Capital Federal. Más aún: las posibilidades de que estos hechos se aclaren parecen escasas. La única huella que el intruso olvidó en Olivos no permitió precisar su identidad. Y en el caso de las bombas, lo máximo que se sabe es que son muy similares a otros artefactos estallados en septiembre.
    La visita de un desconocido a la residencia oficial del Presidente se produjo en la madrugada del 25 de octubre pasado, mientras Néstor Kirchner, su esposa y su hija dormían en el lugar. El intruso caminó por los jardines, pidió un vaso con agua —que le dieron— y escapó igual que como entró: saltando una tapia. Pocos días antes, el avión del Presidente había tenido que aterrizar de emergencia por el incendio de una turbina.
    Ambos sucesos representaron un cimbronazo para el Gobierno. El jefe de la Agrupación Seguridad de la Casa Militar fue dado de baja y la custodia de Kirchner entró en zona de replanteos, al punto que la secretaría general de la Presidencia trabaja en un proyecto para reformularla toda.
    Un juez federal subrogante de San Isidro, Juan Manuel Culotta, quedó a cargo de la causa sobre el intruso. En Olivos se recogieron pruebas más bien modestas: la huella de una palma de mano, otra de un dedo y una imagen borrosa de video.
    Fuentes judiciales consultadas por Clarín señalaron que, a pesar del entusiasmo que el Gobierno actuó en un principio, los indicios no llevan por ahora a nada concreto.
    Las bombas en los bancos estallaron casi en simultáneo en la madrugada del 17 de noviembre. El viernes pasado, el juez que conduce esta investigación, Daniel Rafecas, recibió un peritaje de la Superintendencia de Bomberos de la Federal que le permitió reunir siete coincidencias con las bombas del 1º de septiembre.
    Ambos atentados se registraron un miércoles. Los objetivos fueron casi siempre bancos: en la última oportunidad, dos en Palermo y uno Citi de Caballito; la vez anterior, uno en Belgrano y otro en Montserrat, además de un local de McDonald's.
    Los artefactos explosivos estaban armados sobre un caño galvanizado y un sistema de retardo. Y fueron colocados cerca de la 1 de la madrugada por personas jóvenes. Rafecas acaba de recibir de su colega Julián Ercolini la causa sobre los atentados de septiembre para incorporarla a su propio sumario. También le pidió a la Justicia de Santa Fe información sobre otra bomba que explotó en un cajero de esa ciudad el jueves último.
    La única huella digital que apareció en las sucursales porteñas fue cotejada por la Policía y no arrojó ningún resultado. La SIDE ahora trabaja en un cruce de llamadas sobre teléfonos públicos de las zonas cercanas a las explosiones.
    Pero tampoco hay demasiadas esperanzas de dar con el responsable de estos hechos. El Citibank, que sufrió el atentado de Santa Fe y dos de los registrados aquí, lleva adelante una investigación paralela. En el Gobierno están desconcertados.
    El 25 de noviembre pasado, otro desconocido de unos 30 años, supuestamente demente, trató de entrar a la Casa Rosada. Entonces hubo más reflejos: el intruso II hoy está internado en un neuropsiquiátrico.
    En el caso de Olivos, la Policía se está manejando con un identikit armado sobre lo que captaron por las cámaras de seguridad de la quinta. El único resultado firme, hasta ahora, fue que un pintoresco personaje televisivo que dice ser parecido a ese dibujo presentó un hábeas corpus temiendo ser detenido. El recurso le fue rechazado”.

 

(Pablo Abiad, Clarín)

    Parafraseando a Jack The Ripper: “vayamos por partes”. Exactamente, hoy se cumplen 30 días del retorno de los caños raros, y no hay nada nuevo bajo el sol. Esto a pesar de la algarada del "gemelo no reconocido" Aníbal Fernández, quien el mismo miércoles de los sucesos señaló como probable responsables a fantasmales sectores de ultraderecha, prometiendo una exhaustiva investigación que un mes después no arrojó ningún resultado positivo. Desde este sitio se recordó cuándo, durante buena parte de 1985, estallaban distintos artefactos en colegios, sinagogas, etc, causando daños pero no víctimas, con el objeto manifiesto de desestabilizar al alfonsinismo. Si bien existía gran certeza de que el material utilizado provenía de unidades militares, jamás se dio con ninguno de los eventuales pirotécnicos para meterlo entre rejas. Además, la Federal parecía ciega, sorda y muda cuando su jefe de entonces, Comisario general Juan Angel Pirker, le ordenaba investigar estos hechos. Y hasta hubo algunos trasnochados que se los achacaron directamente a la omnipresente Junta Coordinadora Nacional.
    Durante la década del menemismo, reaparecieron estos mensajes que sonaban como kaboom, aunque procedentes de ignotas agrupaciones pseudo izquierdistas como la ORP, que realmente fue un sello de goma para ocultar bajo la manga a integrantes de los servicios. Por eso, cuando el ministro del Interior Carlos Corach anunciaba que se “iba a investigar hasta las últimas consecuencias”, era evidentemente que jamás saldría nada a la luz.



Jugando con pólvora


   Si bien el mentado suceso del intruso en Olivos más semeja a una cuestión de internitis pingüinera, la voladura de los cajeros bancarios seguramente a algo que hila más fino. Sobre todo, teniendo en cuenta los bombazos que estallaron el 20 de diciembre de 2003 en medio de la marcha piquetera, más concretamente en plena Plaza de Mayo. Va a cumplirse en tres días un año de esto, pero el juez federal interviniente Norberto Spartacus Oyarbide aún no encontró nada. Lo cual es raro, teniendo en cuenta que dicha plaza histórica es continuamente barrida por la vigilancia de la Federal y la SIDE, con el agregado de que ambas suelen filmar las diversas manifestaciones que allí se hacen. Y eventualmente, revisan el sitio donde ocurrirán para que no haya sorpresas contundentes como la que se menciona. A no ser que éstas, cambiando el ángulo de la información, se hayan dedicado a plantar algún regalito como los que estallaron en los cestos de desperdicios aquella calurosa tarde.
    En la cuestión de las bombas de los cajeros, como se vio anteriormente, sorprendió que no se tratara de las clásicas lanza panfletos. Según una fuente confiable, escaso tiempo antes de lo narrado, una puerta de la Universidad de La Matanza fue volada por el aire mediante un dispositivo semejante a las anteriores. Su autor, un integrante de los Albatros de Prefectura aparentemente no en sus cabales, se la tomó con una alumna de dicha facultad acusándola de traficante de drogas. Pero lo interesante del acontecimiento de este orate, es la peligrosa semejanza del dispositivo utilizado allí con las de noviembre pasado.
    Entonces, de cara a los nulos resultados obtenidos, bien puede inferirse que se pudo tratar de otra instancia en la interminable secuencia de las rarezas K para no caerse de la tapa de los matutinos. Aunque parece que esta vez, se les fue bastante la mano.

 Fernando Paolella

 

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