Hace bastante que no se lo escucha al abogado Ricardo Monner Sans, un bastonero de la moral y la ética pública, famoso por la miríada de denuncias que difícilmente llegan a buen puerto. Con su dedo índice apunta a las entrañas del poder, tratando de desenvolver complejos y alambicados entramados, en los cuales él suele perderse como un Teseo trucho en el laberinto del Minotauro.
El 4 de julio de 2001, este cronista acompañado por el periodista Juan Salinas, concurrió a entrevistarlo y lo encontró como si estuviera en el centro de una oleada de flashes imaginarios:
“Creo que una primera ojeada hecha tres o cuatro horas después de haber recibido 500 y pico de fojas, no puede llevarme a mí sino a una aproximación al tema. El trabajo del juez Urso me parece de una profundidad, de un detallismo notables, creo que están bien engarzadas las relaciones entre las pruebas y las responsabilidades. Creo esencialmente que Urso toma muy de la mano toda la ideología de la Sala 2° de la Cámara Federal”.
Así se refería Monner Sans al darse a conocer la noticia del procesamiento del juez Urso al ex presidente Carlos Menem, como parte integrante de una asociación ilícita que traficó armas a Ecuador y Croacia. Pero tanta alharaca resultó pura cháchara, pues en octubre su señoría servilletero dictaminaba que el ex hombre fuerte de Anillaco pasara una temporada a la sombra en la quinta de su amigote Armando Gostanián.
El doctor Monner Sans presume de ser un hombre serio. Con dignidad afectada, consideraba que trabajó también muy seriamente en la cuestión del contrabando de material bélico desde 1995. Tan convencido de la seriedad de su labor, que le agrada aparecer como el factótum de la denuncia. Y en esto quiere tener los créditos exclusivos, si por descuido se le nombra a algún otro personaje afecto a este tipo de maratón, pierde la compostura y señala la puerta de salida.
Un hombre serio y ocupado
Con suma molestia pontifica que está muy ocupado. No obstante, acepta a regañadientes contestar al voleo alguna que otra pregunta. Visiblemente es un hombre muy ocupado, pero está dotado de un ego tan enorme como el Taj-Mahal:
“Yo he planteado la necesidad de la unidad de la investigación de Urso con lo sucedido en Río Tercero y está siendo estudiado por el fiscal Stornelli. También ha pedido revisar el tema de la caída del helicóptero en el Campo Argentino de Polo (en 1996), donde estaban integrantes de la inteligencia peruana y dos militares argentinos de trascendental importancia: Andreoli y Aguilar”.
Como sus interlocutores no sucumben a su encanto, y ni siquiera se mosquean cuando intenta lanzarles atisbos de mirada acerada, el reportaje sigue su curso.
“La cuestión de los entrecruzamientos entre la causa AMIA y la de las armas es una hipótesis, YO no lo tengo demostrado. Zulema Yoma me lo hizo llegar, pero no tengo aún pruebas al respecto”.
Queriendo ser nuevamente el centro “YO” vuelve al monotema de las armas: “Cubrí un episodio muy importante, pero no es el absoluto de la causa. Hay que también preocuparse ya por afuera de la misma, de la corporación política que está muy preocupada por el resultado de las investigaciones. Hice todo lo posible para que se investigue a Cavallo, no es responsabilidad mía que la justicia no lo haya tomado todavía. Pienso que no están cerradas aún las investigaciones, hay que tener en cuenta que Cavallo firmó todos los decretos ideológicamente falsos. Yo antes de este caso, investigué casi todos los casos de corrupción que llegan a mi conocimiento. Yo recibo una alta cantidad de denuncias semanales, un trabajo muy ímprobo que no me paga absolutamente nadie. Lo cierto es que esto significa una tarea enormemente grande, lo hago con la convicción de que hay que devolverle a la gente que me pagó con sus impuestos la posibilidad de que YO sea abogado. Yo no sentí miedo, esto lo he trabajado en soledad y nunca nadie me ayudó absolutamente para nada. Ningún partido político se acercó jamás, me he financiado YO solo mis propias investigaciones y me parece que lo que hay que hacer es seguir para adelante. Entiendo esto como demostrar que De la Rúa administra el mismo modelo, que firma decretos para permitirle a la Capital Federal la instalación de máquinas tragamonedas y sigue designando a funcionarios que están en violación con la Ley de Ética (como los integrantes del Grupo Techint). Hay que investigar al poder, la teoría de la transparencia debe ser un acto concreto y no una declamación desde una tribuna”.
Pero el doctor no puede con su ego. Cuando se le menciona la posible implicancia del mega traficante sirio Monzer Al Kassar, se refriega en su cómodo sillón para puntualizar que él siempre llega antes:
“En el expediente está analizada la presencia de Al Kassar en la fábrica militar Fray Luis Beltrán. Pero YO no tengo la vinculación entre el Yomagate y el caso de las armas, de la misma manera que no la tengo con lo que dice Zulema con la caída del helicóptero de su hijo Carlitos. EEUU alentó al gobierno argentino de Menem para que enviara armas a los croatas, pues Argentina fue funcional al modo del negocio de esta banda a los intereses del Departamento de Estado. EUU alentó al gobierno de Menem porque entendieron que los serbios eran superiores en material bélico y efectivos a sus oponentes croatas, entonces usaron a otros países para paliar a ese defasaje”.
Luego de hablar con Monner Sans, unas dudas golpetean las sienes de quienes lo escucharon. Prestando atención a las veces en que emplea la palabra “YO”, se cae en la cuenta de que toda charla o reportaje se torno un ejercicio autorreferencial. Sin restarle los méritos, que obviamente tuvo, en el desmadejamiento de la trama del contrabando de armas, se tiene la impresión de que Monner Sans se la cree demasiado. ¿Estará demasiado pagado de sí mismo como para no ver el bosque?.
Es probable que así sea. Tanta exposición pública a algunos mortales los torna un tanto inalcanzables.
En su suntuoso despacho se destaca una reproducción de la escultura griega “La victoria de Samotracia”, un signo de buen gusto y de evidente aprecio por la antigüedad clásica.
Si es así, Monner Sans debería tener en cuenta un pequeño detalle que se desprende de la ceremonia del triunfo romano. Esta ceremonia era la entronización del poder y la gloria, donde el emperador recibía las aclamaciones de las masas al volver de sus conquistas. Montado con él en la cuadriga, se encontraba un esclavo que sostenía sobre la augusta cabeza una corona de laureles. Cuando arreciaban los vítores del pueblo en el camino del Foro hasta el Palatino, el esclavo le susurraba:“Recuerda que sólo eres un hombre".
Fernando Paolella