El gobernador Daniel Peralta permanece encerrado entre sus cuatro paredes. Solo escucha lo que quiere escuchar y permite ingresar a su mundo solo a aquellos que le dan la razón. Mientras tanto, extramuros, la realidad inexorable sigue su curso.
En un rapto de liberación soltó las riendas y sacó a la luz toda la bronca contenida contra quienes él siente y está convencido, “quieren destituirlo”. Fué en el acto aniversario de Puerto Deseado desde donde profirió un discurso destemplado, transmitido en directo por el canal provincial y repetido hasta el cansancio por los medios públicos y afines.
Despotricó contra los policías en huelga; fustigó a quienes “operan el conflicto” y “se ofrecen de mediadores demagógicamente”; criticó a “los que se colgaron en las listas del Frente para la Victoria”; se acordó de mala manera de los diputados de la Cámpora que le esconden la alcancía y no le aprueban leyes que piden oxigenar las arcas públicas; crucificó al Diputado Leonardo Álvarez quien se opuso a aprobar un canon a las mineras endosándole su carácter de empresario proveedor de las mineras; y aleccionó a los intendentes que negocian en los despachos nacionales los recursos que la provincia les retacea y asisten a “reuniones políticas” convocadas por el ministro Julio de Vido según contó el intendente de San Julián Nelson Gleadell.
Hasta ahí, el gobernador repasó con mediana claridad una lista incompleta de las acciones que lo desestabilizan emocionalmente, le faltó apuntar la rebelión de La Cámpora del 29 de diciembre último que casi lo deja fuera del gobierno; las denuncias de corrupción en el gobierno que hicieron sus propios ex funcionarios; y el reproche que por cadena nacional le hiciera recientemente la presidenta Cristina Fernández por haber malgastado 650 millones de dólares que dejó la gestión de Néstor Kirchner.
Resulta inexplicable, o en todo caso solo se comprende en el particular estado de crisis persecutoria que sufre el gobernador, el maltrato público a la que sometió a la cronista de La Nación tratándola de desinformada, cuando en realidad el reporte que publicó el diario no hizo más que reproducir las mismas circunstancias que el gobernador relató por el canal provincial.
Incluso su enceguecimiento lo llevó a atravesar el límite de la prudencia: “…fíjense que raro, 5 autos prendidos fuego en una noche en Río Gallegos, esas cuestiones que están queriendo sembrar amparadas por los medios nacionales, como por el diario La Nación..”
¿Tendrá pruebas el gobernador de la participación de los comandos incendiarios de la prensa en la quema de autos que asola la ciudad?
La catársis de Peralta en Pto Deseado sirvió para advertirle a los policías que se acabó el tiempo de las propuestas y la paciencia. Si los uniformados persisten en su intransigencia pedirá a los legisladores una sesión que convierta en ley el Decreto 1401 que estableció una suma fija de 800 pesos y una suba paulatina del valor punto a partir del año que viene. Dictará la emergencia en Seguridad y gestionará la presencia de fuerzas federales para cuidar a la ciudadanía.
¿Acudirán los legisladores díscolos a la convocatoria gubernamental? ¿Podrá un gobernador obnubilado y acosado por sus propios fantasmas recuperar la iniciativa política en medio de un clima enrarecido por sus propias emanaciones?
“Si van a convocar a los gendarmes, que traigan combustible”
Desde el 2007 cuando los docentes tomaron las calles reclamando por el blanqueo de sus salarios sosteniendo un conflicto prolongado con una inteligencia táctica sin precedentes que el gobierno no enfrentaba un reclamo sindical con un grado de organización como el que hasta el momento mostraron los policías.
Esta vez, a diferencia de otros planteos de la fuerza, los policías marchan por las calles a cara descubierta, montan carpas frente a la jefatura, y brindan conferencias de prensa abiertas y sin restricciones.
“Es bueno que declaren la emergencia porque ya no damos mas” responde el policía cesanteado Mario Monsalvo “Hace muchos años que la policía está en emergencia, hace mucho tiempo que no tenemos patrulleros, ni uniformes, ni capacitación, que los agentes pasan hambre y que están endeudados y con serias dificultades psicológicas por las circunstancias que viven” manifestó el vocero.
“Si van a poner a la gendarmería a brindar seguridad en la provincia, espero que traigan combustible para los patrulleros”, ironizó.
Héctor Barabino
OPI Santa Cruz