"Si vamos a truchar, truchemos todos", dijo este lunes la Presidenta frente a un Nobel de Economía y el lema parece haber llegado también a su cuenta de Twitter.
Ya es sabido que la cantidad de seguidores que alguien tenga en esa red social es el nuevo índice de popularidad de una persona, y tal vez esa sea la razón por la cual el negocio de venta de seguidores “truchos” esté creciendo tan aceleradamente.
Comprar perfiles “fantasma” es un recurso para incrementar followers con el objetivo de mostrarse más popular o simplemente agrandar el ego. Según dos herramientas de auditoría, Cristina Kirchner no escapa de esa tentación.
Según el sitio twitteraudit.com, la Presidenta —quien recientemente alcanzó el millón de seguidores— ostenta un 48% de usuarios verdaderos. Más precisamente, 598.169 son reales, mientras que 635.169 no lo son.
Al que le salió peor fue al presidente de Venezuela, Hugo Chávez. Según el mismo sitio, tan solo el 39% de los followers de @chavezcandanga son reales.
El sistema, audita a través de la toma de una muestra aleatoria de 5.000 seguidores en Twitter de un usuario y calcula un puntaje para cada seguidor. Dicha puntuación se basa en el número de tuits y la fecha del último tuit.
“Nosotros utilizamos estos resultados para determinar si a un usuario concreto es real o falso. Por supuesto, este método de puntuación no es perfecto, pero es una buena manera de saber si una persona con una gran cantidad de seguidores probablemente haya aumentado su cantidad de followers por medio de prácticas inorgánicas, fraudulentas o deshonestas”, explica en su sitio twitteraudit.
Si bien casi la mitad de los usuarios de la Presidenta son falsos, según esa auditoría, el porcentaje se ubica entre los parámetros normales, ya que puede haber usuarios inactivos; es decir, perfiles reales que no suelen darle mucha actividad a sus cuentas.
Para eso se creó el sitio fakers.statuspeople.com. Un sistema que permite reconocer el estado real de los seguidores en Twitter. En el caso de Cristina, marca un 38% de usuarios falsos, 44% de inactivos y tan solo un 18% de “buenos” followers.
Según los creadores de este sistema, fue después de leer un informe sobre seguidores falsos que pensaron que sería una buena idea crear una herramienta que permita comprobar cuántos seguidores falsos tiene un usuario.
“Tomamos una muestra de los datos de su seguidor. Hasta 500 registros en función de qué tan populares son y evaluarlos frente a una serie de criterios simples: tienden a tener pocos o ningún seguidor y tuitean pocas o ninguna vez. Pero en contraste, tienden a seguir un montón de otras cuentas”, explican en su página.
A empollar…
La “economía” detrás de la compra y venta de followers se ha ido acrecentando con el tiempo. “Al hacer más famosa a tu marca en las redes sociales, la gente confiará en ti. ¡Compra seguidores de Twitter ya!”, reza el texto promocional de una empresa mexicana que ofrece followers “truchos”.
En la Argentina hay varios puntos de venta de seguidores —generalmente ofrecidos por compañías de marketing o consultoras en comunicación—, algunos de los cuales hasta se brindan por Mercado Libre a valores que rondan entre los $20 y $200.
“Esta es una de las formas más simples de obtener una cuenta de alto perfil e imagen corporativa en esta red social. Nosotros podemos brindarte miles de seguidores a tu cuenta de Twitter en un corto período de tiempo”, ofrece uno de ellos en el conocido sitio de compra y venta de productos. “Los usuarios no serán reales y no podemos hacernos responsables de las posibles acciones que Twitter pudiera tomar como tampoco si algunos dejasen de seguir la cuenta”, al menos aclara.
Una manera útil de reconocer quién acude a esta maniobra es simplemente verificar si entre los followers de una determinada cuenta aparecen demasiados perfiles con la imagen predeterminada que coloca Twitter antes de que la persona coloque su foto: un huevo con fondo de color.
Las características de los “follower fantasma” son inequívocas: no tienen foto, poseen un nombre fruto de una combinación aleatoria de letras y números, siguen a pocos, no tienen seguidores y pocos tuits. “Hola, recién me inicio en esto”, parece estar calcado entre las legiones de huevos. Aunque últimamente “el huevo” se ha ido perfeccionado y hasta cuenta con foto (falsa) y nombres algo más rebuscados.
Por más normal o picaresca que parezca esta práctica, no debe dejar de calificársela como una básica falta de ética y un atentado a la transparencia que solía garantizar una herramienta como Twitter. Sin embargo, aunque vaya contra los términos de uso de la red social, no es ilegal en ningún país.