La cantidad de seguidores en Twitter parece ser el nuevo índice de popularidad de una persona. No es nuevo que algunas de ellas opten por el camino más corto y prefieran recurrir a poco éticos métodos para obtenerlos —a como dé lugar— por el solo hecho de aumentar ese número.
El 22 de abril último, el diario El País publicó un informe especial sobre los perfiles “con muchos huevos”, es decir, aquellos usuarios de la red social que ostentan entre sus followers demasiados perfiles con la imagen predeterminada que coloca Twitter antes de que la persona coloque su foto: un huevo con fondo de color.
Es que uno de los recursos para incrementar seguidores es comprar perfiles “fantasma”. Sí, usuarios que en realidad no existen y que fueron creados casi de manera industrial para el solo hecho de ponerlos en venta a quien que necesite agrandar su ego.
“Comprar seguidores de Twitter ayuda a que miles de tuiteros estén informados acerca de tu producto o servicio en tiempo real”, dice el texto promocional de una de las empresas que ofrecen seguidores y que cita el periodista español Joseba Elola en su artículo. “Teniendo seguidores relacionados con el giro de tu negocio, lo único que tienes que hacer es mostrarles una oferta que no puedan rechazar. Al hacer más famosa a tu marca en las redes sociales, LA GENTE CONFIARÁ EN TI. ¡Compra seguidores de Twitter YA! (sic)”, reza la compañía mexicana.
Por supuesto, esta empresa no es la única; en la Argentina incluso se venden por Mercado Libre a valores que rondan entre los $20 y $200. “Esta es una de las formas más simples de obtener una cuenta de alto perfil e imagen corportativa (sic) en esta red social. Nosotros podemos brindarte miles de seguidores a tu cuenta de Twitter en un corto período de tiempo”, ofrece uno de ellos en el conocido sitio de compra y venta de productos. “Los usuarios no serán reales y no podemos hacernos responsables de las posibles acciones que Twitter pudiera tomar como tampoco si algunos dejasen de seguir la cuenta”, al menos aclara.
Es innegable que ciertas marcas pueden caer en la obsesión de acrecentar de la noche a la mañana sus seguidores en esa red social para aparentar popularidad a quien ojee su perfil; sin embargo, también es la debilidad de muchos artistas, medios de prensa y políticos que recuren a empresas de marketing que se encargan de hacer “el trabajo sucio”.
Miles de followers muchas veces no son lo que parecen. Varios huevos pueden verse en las cuentas oficiales de los famosos argentinos, desde la de la Jorge Rial, hasta la de la Presidenta, y son numerosos los medios de prensa nacionales que recurren a la trampa como estrategia.
En la política, al parecer, a los twitteros estatales a sueldo se le suman los perfiles fantasma. En mayo pasado, repercutió el caso del intendente kirchnerista de Esteban Echeverría, Fernando Gray, quien figuraba como usuario de Twitter Counter, un servicio pago para agrandar seguidores en esa red social.
Del huevo a la huevada
Es fácil ver quién compra seguidores, ya que las características de un “follower fantasma” son inequívocas: no tienen foto, poseen un nombre fruto de una combinación aleatoria de letras y números, siguen a pocos, no tienen seguidores y muchas veces ningún tuit, aunque un “Hola, recién me inicio en esto”, parece estar calcado entre las legiones de huevos.
¿Cómo lo hacen? Las empresas que ofrecen fans y seguidores suelen usar robots o programas informáticos que generan estos perfiles falsos en una especie de “call center”. “Una persona me contó cómo en una de las agencias en la que trabajó le encomendaron la labor de construir perfiles falsos durante 15 días seguidos”, contó a El País el experto en Marketing y Social Media, Juan Luis Polo. Estos, además de ser un número más entre los seguidores, hacen RT cuando se les comanda hacer crecer un determinado tema para convertirlo en trending topic (tema del momento).
Esta periodista ha intentado seguir la cuenta de la Presidenta en Twitter sin éxito, ya que si bien nunca se dirigió a ella a través de esa red social, ha optado por el bloqueo previo. Lo mismo pasa con otros periodistas. Algo curioso resulta el hecho de bloquear a quienes realmente quieren seguirla.
Por más normal o picaresca que parezca esta práctica, no debe dejar de calificársela como una profunda falta de ética y un atentado a la transparencia, cualidad que hasta hace no mucho tiempo ostentaba Twitter.
Eliana Toro
Twitter: @toroeliana