Aún en las salas más privadas de la residencia de Olivos, albergantes de esas especies de “bares universitarios” —en los que se desarrollan los afiebrados plenarios cuasi estudiantiles de funcionarios kirchneristas—, las caras no se ven felices. La crisis golpea y los números “no dan”, aún en las encuestas compradas por el oficialismo.

Y sí, Jorge Lanata tiene razón: sin la figura de Cristina Elisabet Wilhelm (viuda de Kirchner, R.I.P.) el oficialismo K, el “modelo” de subsidio a las clases merginales y castigo a las clases medias no tiene futuro. Menos aún si la crisis demuele la continuidad de estos “subsidios”. La Presidente no puede ser sustituida alegremente como candidata por la “tía presidencial” y menos por el hijo presidencial, un personaje, cuanto menos, bastante oscuro y sórdido.

Ya lo había anticipado El Parlamentario, revista especializada casi exclusiva en información y temas del Congreso Nacional: ni aún con una elección de medio turno muy buena, estimada en el 50% de votos, el oficialismo llegaría a cumplir con el requisito de poder aprobar la necesaria reforma constitucional, y con ello alcanzar la máxima aspiración oficialista, la re-re indefinida de “Cristina Eterna”.

Los números no dan de ningún modo en Diputados y menos en el Senado, aún sumando a los Borocotós de turno, como algunos FAP —Frente Amplio Progresista, o “frente de amigos políticos”, según las voces maledicentes— u otros aliados extraños que siempre están “prestando sus servicios” al FPV, voluntades que suele colectar vía “caramelitos” de distintos colores que se reparten, en especial entre la UCR u otros diputados o senadores sueltos provinciales.

Existe otro conflicto, previsto desde hace mucho tiempo por Néstor, hoy convertido en una especie de personaje por parte del aparato multimedial K, una especie de héroe de Marvel Cómic: el Eter Néstor, vía un juego al estilo del De la Oca, similar o adaptable para ser jugado en las escuelas escuálidas y mal alimentadas del segundo cordón del Gran Buenos Aires, o en pueblos del interior subsidiado de nuestra amada Patria.

El Nestor-Nauta es otra de las infamias que ha calado duro en la credibilidad de la primera mandataria según encuestas recientes; eso, junto a las restricciones a comprar dólares, la inseguridad, la inflación y la escasez de muchos productos importados, aún remedios.

El ayer ejecutor judicial de televisores y casas de obreros de Río Gallegos y Santa Cruz, vía una empresa de créditos y usura —y la Circular 1050 de “Joe” Martínez de Hoz— y hoy héroe de juego de la oca berretizado, ya preveía, como buen integrante del PJ que era, que la traición y el traicionar, son verbo y sustantivo que se conjuga día a  día en la política argentina, y por eso los listados de legisladores con posibilidades de ingreso a las Cámaras eran celosamente custodiados.

Claro, todavía no era el Eter-Néstor y no sabía que iba a morir, ni a enfermar, por enfermedad vasocirculatoria y nerviosa que, según el millonario heredero Máximo, se le produjo por los “adversarios internos” y que siempre le reprochó a su madre y a Hugo Moyano.

Según Máximo, Moyano y los legisladores “adeptos o asociados” eran traidores potenciales… no le faltaban razones, Roma no paga traidores, pero Roma, no es Kirchner, Roma es el PJ.

En consecuencia, lo que el kirchnerismo “ultra”, el montonerismo “new-age” de Hebe de Bonafini, Carlos Bettini, Carlos Zannini, Gabriel Marioto, Héctor Icazuriaga, todo el pinguinaje vernáculo, asiste con desconfianza al “punteo”, cuasi semanal, que se realiza en las cuasi universitarias “tertulias” de Olivos: los números no dan, Daniel Scioli se hace cada día más peligroso y algunos gobernadores demandan a la Nación para asegurar que sus “tropas internas” no se les vendan, como en el caso del tándem pejotista José De la Sota-Juan Schiaretti. “Cabeza Cosida”, como lo conocen en la mediterránea provincia no es tonto: sabe que su tiempo se termina, sabe que Cristina está cansada y que el camino es muy largo.

Primero, las Primarias PASO, que deberían ser convocadas al menos para marzo o abril —antes la Argentina está cerrada por vacaciones—, aunque esta época sería el peor momento para una votación por los efectos de la crisis interna y el desconocimiento de la crisis externa (que aún no nos afectó mayormente). O sea, antes de la entrada de los “sojadólares”.

Luego, en junio o julio, se debería convocar a las elecciones de medio turno, con o sin reforma; luego elecciones de representantes constituyentes allá por fin de año. Más tarde, el manejo de la constituyente y el deber de sacar al menos 43/44% de los votos positivos en todos los distritos, porque es por sistema D’Hont por cada uno. Finalmente, la campaña electoral.

Un camino no imposible pero sí difícil de comenzar, siendo la otra alternativa, es reproducir todo este camino a partir del 10 de diciembre de 2013. Eso si los números le sonríen un poco más al oficialismo K, dado que hoy por hoy los números no dan, salvo que se viole la Constitución Nacional.

¿Se atreverán a hacerlo? Para ello solo hay un camino: la reforma constitucional “de prepo”, que bien se podría dar en un país que no cuenta con Justicia o que está comprada y resulta inocua su existencia para el poder de turno.

 
¿La reforma “de prepo”?

En Olivos, sin embargo, lejos de amilanarse se han homologado algunas metodologías y han habido algunos hechos que deberían preocupar a todos los argentinos —a la oposición en especial—; nos referimos a las “mini violaciones” a la normativa interna del Congreso, de las cuales el oficialismo ha comenzado a hacer un uso común, sin encontrar mayor oposición al respecto. El kirchnerismo ha transformado esta metodología en una especie de costumbre muy poco sana: no se respetan los plazos de los trabajos en comisión, se abusan de los tratamientos sobre tablas, etc. volviendo a transformar a las Cámaras legislativas en “Escribanías K S.A.”

¿Se atreverán a más que a esto? Todo puede ser posible para salvar el “modelo”.

Hay dos hechos que preocupan más: en las últimas sesiones de diputados, no estuvo claro el quórum en el tratamiento de algunos textos, como lo supo significar el diputado Jorge Triaca. Otra “pequeña” anomalía, esas zonas grises a las que nos tiene acostumbrado el oficialismo K, es no presentar con claridad el tema de la expropiación de Ciccone. Se votó sin saber nada de esa firma; otro escándalo, otra perla, para el collar de perlas parlamentarias argentinas. Al FPV nadie le quita su mérito de ser la primera minoría, pero sí se le puede reprochar que se conduzca, con o sin aliados, como si tuviera quórum propio.

El gran temor es que, una vez más, el oficialismo quiera hacer “interpretación K” de los textos constitucionales, como ya lo hizo con la ley de medios (la que es mayormente inconstitucional, en casi todas sus artículos, además de absurda y antojadiza, en otros). Se especula que, a los fines de aprobación del presupuesto, cosa que ocurrirá en un par de meses, algunos quieran “ensayar” nuevamente estos mecanismos extraños.

“Los miembros presentes” no es “las 2/3 parte de los miembros”. Este es el primer manejo que pretenderán los oficialistas.

El texto constitucional es muy claro: el Congreso no reúne la jurisdicción reformadora. Para convocar a una reforma constitucional debe haber una Ley que sea votada por las 2/3 partes de los miembros del Congreso, esto es de cada Cámara. Además, debe ser votado, en general y en particular, cada artículo que se pretende reformar.

Acá está el segundo manejo espúreo que vemos: “jugar” con los kirchneristas disfrazados de opositores como los son los “espacios” del señor Luis Juez, los legisladores de Hermes Binner, u otros del espacio ladriprogresista, que fabrique un discurso de “bueno, votamos en general y después nos negamos a votar la re-re”.

Esto, muy probablemente termine en un gran escándalo, con diputados “que se van al baño”, falta de quórum, mientras aparece en tablero “hay quórum”, y “truchadas” de ese tipo, avivadas, de las que estamos más que acostumbrados…

La “interpretación” de la aprobación de artículos “en particular” por simple mayoría de votos, es la tercera anomalía que pretenderá imponer el oficialismo.

Así, la seguridad institucional de los argentinos no parece nada confiable, a la luz de los procederes, mayormente nefastos, que adoptan los legisladores oficialistas y sus inmorales cómplices en las sombras.

Por último, está la cuestión de la función constituyente, el funcionamiento de la Convención Constituyente: si el oficialismo logra constituirse como primera minoría, pretenderá reformar más de lo permitido; o sea, fuera del mandato legal de la Ley que declara la reforma y sus contenidos explícitamente determinados como “númerus clausus”. Esta es la cuarta anomalía que el oficialismo intentará para torcer en su favor el eventual texto final.

Corolario: el oficialismo kirchnerista está lejos, muy lejos, de aceptar la democracia como un sistema de administración de la cosa pública dentro de un sistema institucional republicano. Este oficialismo se cree la vanguardia iluminada fundante de un nuevo sistema que no admite dicha alternancia, lo verbaliza constantemente desde sus voces más ampulosas, cuando refieren de no permitir el “retroceso” (¡!) del “modelo” o del “vamos por todo” poco claro, en el cual se nos escapan los derechos y las garantías constitucionales, además de las libertades públicas, todo ello al costo de satisfacer el ideologismo de un grupo de advenedizos que solo han demostrado hasta ahora que se han enriquecido y financiado con las retenciones a la soja, el veneno de los agrotóxicos y la minería contaminante, los desfalcos financieros del estado, la corrupción de los subsidios multimillonarios que ahogan la empresa local, beneficiándose con la mejor década en 202 años de historia de precios y saldos exportables, y todo ello a costillas de transformar el país en un territorio de bandidaje para las referidas multis, como Monsanto, las Mineras y los capitales amigos que se enriquecen sin ningún control, controles que solo se ejercen sobre los que viajan al exterior, o gastan $1.000 en un supermercado.

La Constitución, que quiere ser mancillada una vez más, debe ser la base de un entendimiento para la refundación de una República y un pacto social futuro, que se deberá hacer entre los escombros que va dejando este “modelo” de aniquilamiento material y moral que está quedando, y desde los estamentos que aún guardan algún tipo de representatividad que la partidocracia ha perdido.

No perdamos esta herramienta, nuestra Constitución Nacional, sin la cual nos costará mucho más poner de nuevo en pie nuestra Patria hoy de rodillas.

José Terenzio