El Foro de Periodismo Argentino (FOPEA) es una entidad supuestamente abocada a la mejora de “la calidad del periodismo a través de la capacitación profesional, elevación de los estándares éticos y la defensa de la libertad de expresión”.
Los objetivos son encomiables, desde ya, pero la pregunta es: ¿Lo logra? Si es así, ¿cómo lleva a cabo su labor? ¿Es representativa la entidad de los hombres de prensa? Las respuestas a esos interrogantes son incómodas y hasta sorprendentes, como se verá en esta misma nota.
Lo primero que debe decirse es que FOPEA suele limitar su trabajo a la publicación de inocuos comunicados de prensa que, a fuerza de sinceridad, no han servido en los hechos concretos para lograr un cambio a nivel estructural. No al menos en relación a la persecución gubernamental a la prensa. Esos informes ni siquiera molestan al oficialismo de turno, el cual sí se ve muchas veces incómodo frente a los duros comunicados de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) y/o la Asociación de Entidades Periodísticas Argentinas (ADEPA).
Luego, FOPEA parece representar solamente a ciertos sectores de los grandes medios, olvidándose de los más pequeños y de las denuncias individuales de colegas que no se encuentran bajo el ala de ninguna empresa en particular, los denominados “free lance”. En La Rioja, San Luis y otras provincias del norte, hay señalamientos concretos a ese respecto contra la entidad. Sin embargo, FOPEA jamás se involucra en casos que no tengan que ver con sus propios intereses.
Las críticas respecto de su accionar llega de los más diversos e insólitos sectores. Por caso, el oficialista Víctor Hugo Morales hizo oportunamente un duro cuestionamiento a la entidad por sus comunicados espasmódicos a favor de Clarín: "Es una institución periodística que no integro, y veo que no me voy a sumar, porque cada uno de sus comunicados normalmente han tenido que ver siempre con la defensa de Clarín: todo lo que afecta a Clarín inmediatamente merece la defensa de FOPEA".
Y repasó, en este sentido, la cantidad de manifestaciones públicas que ha expresado ese foro de periodistas: "Sobre 57 comunicados sobre supuestos hechos atentatorios contra la libertad de expresión, 11 son en defensa de Clarín". Es decir, casi el 20% del total: una enormidad.
Es bien cierto que en las filas de FOPEA hay varias docenas de valiosos periodistas que le dan cierto renombre, pero la realidad es que en general no tienen voz ni voto; todo se decide a través de la mano discrecional de su presidente, Fabio Ladetto, y en algunos —pocos— casos puntuales opina la comisión directiva ad hoc.
Este no es un detalle menor: cuando se habla de Ladetto no se trata de cualquier persona, sino de un hombre que es una suerte de esbirro de José Alperovich, cuestionado gobernador de Tucumán. Sus defensas públicas hacia el mandatario se pueden leer periódicamente en el diario en el que se desempeña, La Gaceta.
Baste un botón de muestra: el pasado 3 de septiembre, diario La Nación publicó una dura denuncia sobre persecución y espionaje policial contra opositores en Tucumán, ante lo cual el matutino hizo un absoluto silencio y solo publicó una desmentida de Alperovich. Así lo contó el sitio Contexto, un medio independiente de la misma provincia:
Curiosamente, el diario La Gaceta no publicó la grave denuncia que hizo el diario La Nación sobre persecución y espionaje policial contra opositores en Tucumán.
Sólo se publica la respuesta del gobernador José Alperovich, titulando que "el diario La Nación miente, vivimos en una democracia plena", sin hacerse eco de una situación de extrema gravedad institucional, que tiene amplia repercusión en todo el país.
La singular postura editorial de La Gaceta se da en momentos en que circulan fuertes rumores sobre la pertenencia del diario al gobernador.
A la vez, Alperovich viene incrementando sospechosamente el envío de publicidad oficial a La Gaceta.
El creciente alineamiento del matutino tucumano con el kirchnerismo también es acompañado por millonarias pautas publicitarias de la Casa Rosada.
El compromiso del diario incluso conlleva algo inédito en sus cien años de vida: la publicación de propaganda gubernamental con un formato que confunde al lector, disfrazándose como noticias, en un engendro de suplemento denominado "Argentina En Noticias", al estilo del "diario de Yrigoyen".
¿Qué más se puede agregar? Lo antedicho es solo un ejemplo de cómo se maneja la prensa oficialista en Tucumán, de la mano de mercenarios como Ladetto. Para conocer su opinión, basta recordar su defensa a la militancia kirchnerista el pasado 11 de diciembre de 2011 en el marco de un panel titulado "periodismo militante". Allí, el titular de FOPEA habló sobre las “bondades” de este nuevo fenómeno junto a docentes de la carrera de Ciencias de la Comunicación de la Universidad Nacional de Tucumán.
Muchos de los que lo escucharon se sorprendieron, al descubrir que minimizaba algunas de las denuncias que existen respecto a los embates contra la prensa argentina. ¿Tan alejado se puede estar de la actividad profesional del periodismo? ¿Cómo esta persona puede presidir una entidad que nuclea a hombres de prensa?
Algunos de los conceptos que Ladetto desparramó ese día se reiteraron a mediados de agosto del mes pasado, cuando fue entrevistado por Agustín Rangugni, director de Radio Miami.
Allí, el titular de FOPEA —con evidente incomodidad por el reportaje— relativizó las limitaciones a la libertad de expresión de los periodistas vernáculos —“no se han manifestado en forma grave”, aseguró— al tiempo que habló de que muchas veces no hay presión gubernamental sino “pautas de autocensura” inconsciente (¿?).
Para que no quedaran dudas, Ladetto dijo sin ponerse colorado que “no estamos registrando limitaciones en cuanto a libertad de expresión en nuestro trabajo de monitoreo”. Al mismo tiempo desacreditó el trabajo de la SIP, al decir que sus advertencias son meras “posiciones políticas”. Lo paradójico del caso es que, en muchos de los informes que realiza, esta última entidad se basa en datos que publica FOPEA.
En la misma entrevista, que puede escucharse más arriba y leerse casi completa al pie de esta nota, Ladetto se mostró repentinamente molesto cuando le fue preguntada su opinión respecto a los spots que el Gobierno utiliza en Fútbol para Todos a efectos de fustigar a enemigos y darse a sí mismo propaganda. La conversación no tiene desperdicio:
-En relación al spot publicitario que el Gobierno realizó por el tema del paro des Subte y que lo emitió en el Canal 7….
-…Y en otras cadenas. C5N también lo difunde (visiblemente enojado).
-Bueno, este spot fue respondido por el Gobierno de Ciudad, pero también hizo una denuncia a la Justicia Penal para que se levante. ¿Qué consecuencia trae esta situación?
-Estamos hablando de propaganda, no estamos hablando de periodismo.
-Claro, de una propaganda del Gobierno en los medios de comunicación, pero el medio es del Estado, no es del Gobierno en particular. ¿Esto el Gobierno lo paga de alguna manera?
-Por supuesto que lo paga, y de hecho también lo paga cuando hace el spot a través de C5N y en la pauta del Futbol Para Todos también lo está pagando. Lo paga con 700 millones al año del Futbol Para Todos (…) Esta pelea no tiene razonabilidad en términos periodísticos, sí en términos políticos de algún u otro sector que quiera posicionarse en torno a las elecciones.
Más claro… echarle nafta.
En primera persona
Desde que inició sus actividades, en el año 2003, Tribuna de Periodistas fue uno de los primeros medios en sufrir las embestidas del kirchnerismo. Principalmente, porque se trató de uno de los pocos sitios de noticias que se animaba a publicar artículos de denuncia contra funcionarios que años más tarde se volverían célebres, como Julio De Vido, Ricardo Jaime, Aníbal Fernández, etc.
No faltaron a ese respecto puntuales señalamientos hacia Néstor y Cristina Kirchner, junto a su séquito de presuntos testaferros, como Rudy Ulloa Igor, Lázaro Báez, Cristóbal López, y otros. El buscador del sitio no nos deja mentir. Todas las denuncias pueden encontrarse allí.
Esas investigaciones no fueron gratuitas, vinieron acompañadas de presiones de todo tipo por parte del Gobierno, especialmente entre los años 2005 y 2007. Algunas fueron entendibles, porque aparecieron en forma de cartas documento o querellas penales, pero otras no: los hackeos al sitio de TDP o las amenazas anónimas se hacían intolerables.
Cuando esta situación comenzó a recrudecer, se decidió pasar de los señalamientos periodísticos a las denuncias judiciales. Ante media docena de secretarios, fiscales y hasta agentes de policía, se mostraron concluyentes pruebas de las amenazas —siempre efectuadas a los mismos cronistas de este portal— que hubieran permitido fácilmente la localización de los mensajes intimidatorios. En uno de los casos, por ejemplo, se pudo rastrear el número de teléfono y la localización de la amenaza, pero la Justicia jamás quiso avanzar a ese respecto.
Frente a ese desinterés, los periodistas de TDP intentaron presentar sus descargos ante FOPEA, pero jamás les dieron bolilla. Con las excusas más inverosímiles —principalmente que no querían meterse contra un gobierno que recién llegaba al poder—, una y otra vez chocaron contra la indiferencia de la entidad.
El colmo del desinterés se dio hace unos días, cuando la entidad decidió respaldar una denuncia del periodista Gustavo Sylvestre contra este portal, quien aseguró que se había hecho una “operación de desprestigio” contra él solo por haber publicado —con la prueba pertinente— que su esposa trabajaba para Presidencia de la Nación. Así lo publiqué entonces:
Le recuerdo a la gente de FOPEA que el que ha difamado en primer lugar, ha sido Sylvestre al asegurar —sin dudar siquiera— que el sitio de TDP había sido vendido al macrismo a efectos de erosionar la credibilidad de sus periodistas. La nota que se publicó sobre Sylvestre carece de datos personales sobre el periodista o su familia (…) ¿Dónde está la “operación de desprestigio”? ¿Por qué Sylvestre nunca antes dijo nada, siendo que hasta publiqué con mi propia firma en 2007 que cobraba dinero por izquierda por parte de la Secretaría de Inteligencia?
Luego agregué, no sin personal disgusto:
Es sintomático que FOPEA decida rifar su poco prestigio defendiendo a una persona de semejante calaña, que hace operaciones de prensa para el oscuro grupo Vila-Manzano y que no puede justificar su enorme patrimonio. Por caso, ¿por qué Sylvestre se sulfura con tanta facilidad cuando se revela que su esposa trabaja para Cristina Kirchner?
Acto seguido, me comuniqué con FOPEA a efectos de recriminarles el hecho de no haber hablado conmigo antes de ensuciar una marca de honestidad periodística con tanta facilidad. Jamás me respondieron. Ni a los llamados efectuados al teléfono 4334-5482, ni a los mensajes dejados en sus redes sociales, en Facebook y Twitter. Ello me impulsó a escribirles un correo electrónico:
Les escribo en relación al comunicado que han emitido referido al periodista Gustavo Sylvestre, donde nos acusan de haber hecho una "operación" contra este. Les exijo que me expliquen de dónde basan esa información y les pido que me digan por qué no han llamado a este medio antes de publicar semejante versión.
Espero respuesta a este mail ya que a través de Twitter solo me he encontrado con evasivas y falta de explicación concreta. Lo que se dice, una canallada por parte de FOPEA (…) Varios colegas que pertenecen a Fopea se han contactado con esta redacción revelando que nada tuvieron que ver con esa comunicación.
Es penoso que una entidad como la suya defienda a un enriquecido periodista que hace operaciones de prensa para un medio extorsivo como es A24, del tándem Vila-Manzano y pongan los cañones contra un humilde portal de Internet que se sostiene sin pauta del Estado (a mucha honra). Invito a que uds organicen un debate entre Sylvestre y quien les escribe, con pruebas en mano, y se van a sorprender. Esperando su respuesta, los saludo Atte.
Como era de esperar, FOPEA jamás respondió al mail referido. ¿Qué se supone que deba hacer Tribuna de Periodistas ante esa situación? Cuando no hay contestación alguna, a través de ninguna vía, y el honor de un medio es manchado, ¿qué camino queda, más que el de la denuncia judicial por calumnias?
Los colegas de FOPEA han pedido a este cronista que desista de iniciar una querella contra esa entidad, pero… ¿cómo se procede entonces?
Lo que ha ocurrido es una gravedad mayúscula, porque significa que el mero señalamiento de una persona a otra es suficiente como para que una entidad que asegura representar a periodistas “escrache” a alguien sin más evidencia que sus dichos. ¿Y el principio de inocencia que consagra la Constitución Nacional? Lamentablemente, es algo que no existe para FOPEA.
Termino de escribir estas líneas con gran dolor, en el marco de un ambiente cada vez más enrarecido contra los periodistas por parte del Gobierno —véase el caso de OPI Santa Cruz, sitio al que FOPEA también le dio la espalda— y sin que estos puedan contar con el respaldo de una institución que otrora supo ser prestigiosa.
Finalmente, y lo digo con mayúscula pena, FOPEA ha sucumbido al peor de los pecados: venderse al oficialismo de turno. Una verdadera pena.
Christian Sanz
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Anexo: entrevista completa a Fabio Ladetto:
¿Cómo caen estas actitudes de la Presidenta y ahora esta solicitud de que debe existir una ley de ética pública para los periodistas?
Sorprende en algunos aspectos. Gratamente por un lado que se ponga en discusión el tema de la ética en cualquier ámbito de la profesión porque consideramos que todo comportamiento debe partir de pautas éticas, fuertes, vigorosas, firmes y contundentes, y nosotros nacimos a partir de la necesidad de construir pautas éticas para el periodismo. Nos sorprende desagradablemente de que esto se quiera imponer por ley.
¿Los periodistas argentinos notan alguna limitación o que va agravándose la libertad de expresión?
Las limitaciones a la libertad de expresión no se han manifestado en forma más grave en esta oportunidad que en otros años. Lo que puede haber es una reducción en cuando al ejercicio de la profesión a partir de ciertas reservas que uno naturalmente va incorporando. Algunas pautas de autocensura que uno inconscientemente van entrando en la cabeza de alguien. Ese es uno de los focos de preocupación que uno tiene en este momento, más que un ejercicio efectivo y limitativo expreso de censura. No estamos registrando limitaciones en cuanto a libertad de expresión en nuestro trabajo de monitoreo. Lo que sí nos sorprendió es que los niveles de intolerancia han aumentado, y no solo estamos hablando de poder político, sino de la sociedad con la prensa, al punto que hubo agresiones en manifestaciones opositoras al gobierno a equipos periodísticos que se entendieron como programas pro-gobierno.
Pero hay situaciones que muestra que la situación no es tan democrática. Hay hechos que han sido denunciados acá en nuestra emisora inclusive hemos hablado con personas de la Sociedad Interamericana de Prensa y la situación argentina se ve tan contaminada por la mano del poder político como está sucediendo en países donde la cosa es más grave, y la Argentina está ocupando un puesto de relevancia. ¿Cómo ven ustedes todo eso?
Argentina es un país de los centrales en cuanto al desarrollo de la prensa, lo que tenemos que generar es mecanismos de prevención del hecho. Insisto en que las advertencias que hace la SIP son posiciones políticas.
Pero según un informe de FOPEA del año pasado que presentaron hace poco, se registraron 122 ataques a la libertad de expresión, 13 casos más que el 2010, aunque notaron que hubo 25 casos menos que en 2009. Esto también fue denunciado por la SIP.
Claro sí, coincidimos, de hecho muchos datos que utiliza la SIP lo saca a partir de informes nuestros. No es que estemos en un momento ideal, pero como verás, la cifra es un promedio que se viene manteniendo en 120, o 130 casos. No hay picos que se disparen considerablemente. La situación no es la óptima, pero no está desmadrada.
¿Las perspectivas son que esto se va agudizar? ¿Qué pueden hacer ustedes para que esto tenga un límite?
Trabajamos fuertemente en transmitir pautas de labor dentro de los medios públicos que sean comprobables por parte de los ciudadanos. Estos problemas también se están dando en el primer mundo. Esto se ha vivido con todos los gobiernos.
Pero el tema es que se está agravando y la situación va tomando cada día más cuerpo en contra de los periodistas. Ahí está Jorge Lanata, un periodista abonado a la denuncia, que hace costar que este Gobierno es el que más periodistas en blanco y en negro ha comprado en la historia del periodismo argentino. Es decir que el problema se va agravando, no tiene a distenderse.
Bueno, por eso es que FOPEA existe y cada vez se extiende más. Si todo estuviese bien no estaríamos haciendo esta nota, lo que digo es que las cuestiones como tal hay que gestionar y buscar alternativas. Esta historia de la compra de periodistas por parte del Gobierno, estaría de más ahondar al respecto.
(La comunicación se corta y Ladetto arranca caliente)
En relación al spot publicitario que el Gobierno realizó por el tema del paro des Subte y que lo emitió en el Canal 7….
Y en otras cadenas. C5N también lo difunde.
Bueno, este spot fue respondido por el Gobierno de Ciudad, pero también hizo una denuncia a la Justicia Penal para que se levante. ¿Qué consecuencia trae esta situación?
Estamos hablando de propaganda, no estamos hablando de periodismo.
Claro, de una propaganda del Gobierno en los medios de comunicación, pero el medio es del Estado, no es del Gobierno en particular. ¿Esto el Gobierno lo paga de alguna manera?
Por supuesto que lo paga, y de hecho también lo paga cuando hace el spot a través de C5N y en la pauta del Futbol Para Todos también lo está pagando. Lo paga con 700 millones al año del Futbol Para Todos. Hasta que no haya una ley que determine cómo podemos usar los fondos públicos para rendir cuentas esto forma parte del manejo discrecional destinado a la publicidad. Pero esto forma parte de las peleas políticas, yo vivo en Tucumán y acá en la vida vamos a tener subterráneos. Lo que me preocupa tremendamente es que estemos más al tanto de por qué hay una pelea por los subtes de Capital Federal y no una repercusión acerca de algún conflicto en algún sistema de colectivos de una provincia. Esta pelea no tiene razonabilidad en términos periodísticos, sí en términos políticos de algún u otro sector que quiera posicionarse en torno a las elecciones.