¿Realmente cree el Gobierno que hubo una operación política detrás del papelón que protagonizó Cristina Kirchner esta semana en Harvard? ¿Se puede ser tan idiota?
Por lo visto, sí. Al menos es lo que se desprende de lo que publica hoy el híper oficialista diario Tiempo Argentino: "Panfletos con una descripción sesgada de la realidad económica y social en el país que sugerían qué preguntar. Correos electrónicos convocando a un cacerolazo a los ciudadanos argentinos residentes en Boston. Una agrupación de fondos buitre que reclama contra la Argentina manifestando en la puerta y un militante y ex funcionario del PRO que reconoció que las preguntas de los estudiantes fueron coordinadas de antemano", según asegura ese matutino.
Era tan evidente que esto iba a suceder, que TDP lo anticipó ayer en una nota firmada por su editora General, Eliana Toro. Allí, se reprodujeron algunos de los mensajes que los blogueros K comenzaron a hacer circular a través de las redes sociales con sus teorías conspirativas.
Suponiendo que esto fuera así, que no lo es, ¿alcanza para justificar las mentiras que dijo Cristina sin inmutarse? Que las preguntas hubieran sido dictadas por alguien más, ¿le quitan importancia?
La negación de la Presidenta de cuestiones básicas como la inseguridad, la inflación y hasta el cepo cambiario, no deja de ser bochornosa, por más que alguien les hubiera dictado esos interrogantes a los alumnos de Harvard.
Es penoso lo que hace Tiempo Argentino —y otros medios oficialistas— trastocando al periodismo en una mercancía falsa. Encima pagada por todos los ciudadanos argentinos, ya que se sostiene a través de la pauta del Estado, cada vez más elevada.
No existen los fantasmas, señores funcionarios, solo existe la realidad y es una sola: luego del viaje de Cristina a EEUU, se terminó el verso del relato.
Carlos Forte
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