El de María José Lubertino es todo un caso, no tanto por sus excentricidades sino más bien por sus contradicciones político-partidarias. Así como supo ser radical en los 90, hoy se ha alineado con el kirchnerismo de manera asombrosa, no tanto por convicción sino más bien por aparente interés material, llegando a ocupar lugares de privilegio en estamentos como el INADI, lugar al que debió renunciar para ser legisladora de la Ciudad de Buenos Aires.
Desde allí, se dedica a hacer el trabajo sucio que ni los ediles oficialistas se animan a llevar adelante. Con un pasado brillante, en el cual llegó a graduarse de la Universidad Católica Argentina con Medalla de Oro en 1983, pocos entienden cómo hoy puede encontrarse alineada a las antípodas del partido que la supo cobijar desde sus comienzos políticos, la UCR.
Los desaguisados de Lubertino los contó Tribuna de Periodistas en más de una oportunidad e incluyen el desinterés de la hoy legisladora a las contínuas denuncias que hizo este medio por hechos de discriminación ocurridos en el matutino Olé, del grupo Clarín.
En eso días la mujer era titular del Inadi y, en lugar de escuchar los reclamos de los ciudadanos —mayormente de jubilados que denunciaron al Gobierno—, se ocupó de financiar con fondos públicos una marcha de transexuales, gays, lesbianas y travestis por el orgullo gay que terminó con pintadas y daños materiales en el edificio de la Catedral Metropolitana, e incluso tuvo un stand durante la marcha homosexual.
Tal como se publicó en TDP en junio pasado, gracias a la función pública, Lubertino adquirió una casa en la calle Costa Rica al 4.400 en el lujoso barrio porteño Palermo Hollywood. Dicho inmueble costó 835.000 dólares.
Una de las fuentes de ingreso de la legisladora es a través de su “fundación” llamada “Asociación Ciudadana por los Derechos Humanos”. Este lobby, suele “aproximarse” a las personas denunciadas ante el Inadi por hechos discriminatorios ofreciendo sus “servicios” para “parar la denuncia frente al Inadi”.
Usualmente, esta asociación logra “parar el expediente” a cambio de una “contribución”, que por lo general es de aproximadamente 3.000 pesos. Un dato curioso es que la sede de esta “fundación”, que además recibe un subsidio del gobierno nacional, se encuentra en el primer piso de Callao 741, propiedad de la propia Lubertino.
Con esos antecedentes, no sorprende que la mujer hoy se muestre alineada al kirchnerismo. Es el lugar donde recalan todos aquellos cuyos pasados tienen más contradicciones que coherencia.
María Luisa Torres