La noticia la dio a conocer este miércoles Tribuna de Periodistas y no tardó en ser levantada por los principales matutinos argentinos: Cristina Kichner gestionó el 2010 una Pensión No Contributiva luego de que falleciera su marido Néstor Kirchner.
Pronto, el malhumor social se hizo notar a través de las redes sociales (ver al pie). Es entendible: la mandataria tiene un patrimonio que supera los 70 millones declarados —se presume que tiene mucho más— y un salario como Presidenta de la Nación que supera los 48 mil pesos. ¿Para qué necesitaba este nuevo beneficio?
Los cyber K, como siempre, salieron a defender la "legalidad" de la pensión. No es eso lo que está en discusión: no hace falta aclarar que no todo lo legal es legítimo ni todo lo legal es ético.
Si bien no se sabe a cuánto asciende el beneficio conseguido por Cristina, fuentes de la Ansés aseguran que oscila entre los 25 y los 30 mil pesos. Una enormidad si se lo compara con lo que cobran los jubilados y pensionados argentinos.
Ni hablar del tiempo récord —menos de dos meses— en el cual la Presidenta logró acceder a esa ayuda, algo imposible para quienes llevan años haciendo los mismos trámites, algunos incluso desde antes de 2010, cuando Cristina inició su expediente.
La revelación de TDP es más importantes de lo que se ve a simple vista. No se trata solo de una cuestión de dinero, sino de la avaricia del poder. No basta tener un patrimonio descomunal e inexplicable —nadie se ha tragado lo de “abogada exitosa”— sino seguir rascando los recursos del Estado innecesariamente.
Es muy probable que Cristina diga ahora públicamente que donará su pensión, pero no alcanza. ¿Lo hubiera hecho si esto no se hubiera descubierto? ¿Cuántos otros beneficios aprovechará la mandataria sin que lo sepa la sociedad?
Una vergüenza total, sobre todo viniendo de un Gobierno que se autodenomina progresista.
Carlos Forte
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