El gigantesco cacerolazo del 8N fue, a mi entender, totalmente diferente en sus causas al cacerolazo del 2001 y al del 2008 cuando la crisis de la 125. En el 2001 la gente reaccionó saliendo a la calle porque el corralito le impedía acceder a su dinero. Sin duda que la situación económica era delicada, pero De la Rúa no fue un presidente de avasallar las instituciones, fue un hombre que no pudo manejar la crisis económica por diferentes razones y la economía se lo llevó puesto.
Cuando la 125, hubo un tema central que consistía en un gobierno que quería apropiarse de la renta del campo de forma tan desmesurada que el sector reaccionó y fue acompañado por el resto de la sociedad en diferentes cacerolazos.
El del 8N, desde mi punto de vista, tuvo como detonante la crisis económica, pero también afloraron un largo listado de temas que la gente ya no tolera más.
En primer lugar la soberbia con que se maneja el gobierno. En segundo lugar, las constantes mentiras con que construyen el relato oficial negando la inflación, la recesión, ignorando la inseguridad y tantos otros temas más. Por otro lado, esa ambición por el poder absoluto que no es otra cosa que el vamos por todo, se manifiesta en los intentos por la re reeleción. Si la presidente nunca dijo nada al respecto, la realidad es que, si ese no es su objetivo, debería decirlo explícitamente para dejar en claro que no pretende violentar el orden institucional vigente buscando una re reeleción que no le debería permitir ni siquiera una reforma constitucional, dado que ella llegó a su segundo mandato aceptando que las reglas de juego le impedían ir por un tercero.
El kirchnerismo construyó su proyecto de poder hegemónico en base a la caja y al populismo económico. Esa construcción de poder basada en una política económica inviable en el largo plazo, le permitió, por un tiempo atropellar, amedrentar y ser soberbios en su comportamiento, despreciando los valores más elementales de la república.
El dilema que tienen es que sin caja el proyecto se derrumba como un castillo de naipes, y la gente ahora le pasa la factura, no solo por la economía, sino por la corrupción, el atropello a la división de poderes, la intimidación, el apriete y demás formas de autoritarismo.
¿Podrá recuperar el cristinismo la vertical caída en el apoyo de la población? Si redobla la apuesta, como es su costumbre, solo profundizará la crisis económica y el malhumor de la sociedad. Sin el voto de la clase media, solo el fraude electoral podría salvarlos de una derrota en las urnas.
¿Cambiará de rumbo CFK? Lo dudo porque ya dijo que no lo hará.
Me parece que, rodeada de La Cámpora, un conjunto de inexpertos con ambiciones desmedidas de poder, solo atinará a generar más conflictividad social y, salvo que los planetas se alinean todos a su favor para frenar la caída de la actividad económica y la inflación, su destino puede estar sellado.
En síntesis, lo que vimos el 8N es una sociedad que, harta de tanta soberbia, le empezó a pasar la factura por la economía, el atropello a la república y la corrupción descarada.
Tanta soberbia e incapacidad para administrar la cosa pública finalmente se paga.
Roberto Cachanosky
Economía para Todos