Santa Fe fue la primera provincia en implementar la boleta única en la Argentina, en consonancia con una serie de cambios institucionales que empezaron a darse desde el último mandato de Obeid (PJ) y en especial desde la llegada del Frente Progresista al poder en 2007. La ley de boleta única, autoría de Pablo Javkin (CC ARI), fue muy elogiada por especialistas y ciudadanos, y sin embargo ya empezaron a surgir iniciativas de todo el espectro político tendientes a dar marcha atrás con la reforma.
La importancia y magnitud del cambio que representa algo tan simple como la boleta única queda evidenciado en las reacciones posteriores a su implementación de parte de la clase política. En total, son tres las iniciativas que quieren cambiarla. Dos se originan en el propio Frente Progresista que impulsó el sistema aunque con apoyo de sectores del justicialismo, mientras que la otra proviene enteramente del Partido Justicialista.
Un proyecto de reforma fue presentado por el diputado Santiago Mascheroni (UCR) y acompañado por Julián Galdeano (UCR), Darío Boscarol (UCR), Eduardo Di Pollina (PS), Raúl Fernández (PRO) y Alejandra Vucasovich (Peronismo Federal). El mismo propone la unificación de la boleta de diputados con la de gobernador y la de intendente con la de concejales, posibilitando el arrastre de una categoría sobre la otra e introduciendo el casillero de opción de voto por lista completa. Esto es quitarle al ciudadano una parte de la libertad que el sistema santafesino le dio, e implica introducir la variante cordobesa que no funcionó bien. La opción por lista completa de un partido no hizo más que confundir y generar votos nulos en aquel distrito.
El pre-proyecto de reforma surgido del justicialismo incorpora la posibilidad de incluir en la boleta hasta 4 candidatos por categoría del mismo partido, elimina las elecciones primarias, simultáneas y obligatorias y establece que dentro del partido o alianza que obtuviera la mayor cantidad de votos, será ganador el candidato que mayor cantidad de votos haya sacado. Sería nada menos que una vuelta al tan cuestionado sistema de “lemas”, que tanto costó erradicar de la provincia de Santa Fe y que no hace más que fortalecer a los grandes aparatos, dificultar la alternancia y multiplicar artificialmente los candidatos.
Finalmente, el director de Reforma Política y Constitucional de Santa Fe, Oscar Blando, dijo que en el caso de que las elecciones nacionales y provinciales se hagan en forma simultánea, el sistema de boleta única perdería las ventajas que presenta, por lo que se debería adoptar el criterio de la legislación nacional ya que no se le puede imponer a la Nación que utilice el sistema de boleta única. Es decir que, al unificar las elecciones nacionales y provinciales, el gobernador podría decidir discrecionalmente sobre la implementación o no del sistema según lo que convenga a sus intereses políticos coyunturales.
Los motivos para cambiar tan rápido un sistema de boleta única que funcionó bien y que fue muy elogiado por especialistas y ciudadanos son diversos. Algunos lo hacen porque la boleta única afecta la manipulación del voto a través de los punteros, otros porque tienen un candidato fuerte a diputado nacional y desean empujar a la población a votar todos los candidatos de ese mismo partido en todas las categorías. Lo cierto es que todos los motivos se reducen a uno solo: la boleta única le da mayor poder al ciudadano, y le quita poder a la clase política entendida como corporación.
Pablo Javkin, autor de la ley que se pretende cambiar o desplazar, lanzó una Campaña Ciudadana en Defensa de la Boleta Única. A través de una web se puede firmar a favor del sistema y descargar una planilla para involucrarse juntando firmas en el barrio: www.elegirconlibertad.com.ar. Sin dudas que para proteger un sistema que atenta contra la incidencia desde arriba en los resultados de las elecciones sólo resta apelar a aquellos que son sus únicos beneficiarios: los ciudadanos de a pie.
Rafael Micheletti
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