No es necesario ahondar demasiado en el tema subsidios en la Argentina, ya que después de casi 10 años esta ha sido la principal medida económica del kirchnerismo.
Si bien ciertos subsidios han sido justificables y necesarios en un primer momento, la medida ha persistido en el tiempo y, como suele pasar, con los años esto se fue distorsionando, haciendo lo propio con la economía en general. No solo eso, en algunos casos, como las empresas energéticas y las concesionarias de de ferrocarriles, el servicio es paupérrimo, evidenciando una falta significativa de inversión y controles por parte de los respectivos entes reguladores.
No obstante, la medida es más contradictoria que efectiva, y termina favoreciendo, precisamente, a quienes menos necesitan ser subsidiados. Algunos ejemplos:
Aerolíneas Argentinas
Es conocido que la empresa aérea de bandera les cuesta a todos los argentinos una cifra millonaria en dólares, ya que es altamente deficitaria. Dicho esto en otras palabras, cuando un pasajero viaja por Aerolíneas, su pasaje, en parte, está siendo pagado por el Estado.
El punto en cuestión es que por lo general, no son personas de bajos recursos las que viajan en avión.
Consumo en el exterior a través de tarjetas de crédito
Este es el caso más contradictorio y disparatado. Todos los gastos que se producen en el extranjero, y se deben pagar en dólares o la moneda del país donde se efectúe el gasto. Ese gasto, en la liquidación de la tarjeta se ve convertido a dólar, pero al dólar oficial. Esta diferencia entre el dólar oficial y el real también es absorbida por el Estado y, al igual que en el caso de Aerolíneas, no son precisamente las personas de menores recursos las que viajan al exterior, sino todo lo contrario.
Colegios privados
Por último, está el caso de los colegios privados, a los que se los subsidia para que no aumenten sus cuotas, para no mostrar, en cierta manera, el verdadero índice de inflación.
Como en los casos anteriores, tampoco son las familias de bajos recursos las que envían a sus hijos a establecimientos privados, sino lo contrario.
Una vez más, el estado subsidia a quienes más tienen.
Si bien se ha tratado de corregir el mal manejo de los subsidios, especialmente los de las empresas de suministro de energía eléctrica y gas eliminándolos de algunas zonas, las de residencia de clase media alta y alta, el subsidio sigue en gran parte de la Ciudad de Buenos Aires y el conurbano bonaerense, pero el mal sigue siendo el mismo: falta de inversión, y por consiguiente, mal servicio.
La prueba más palpable aparece cuando en verano la temperatura supera los 33 o 34° C y colapsa el sistema eléctrico, o con la falta de gas en invierno.
Hay que recordar que uno de los primeros anuncios de Cristina Fernández, a días de haber sido reelecta, fue precisamente la quita de subsidios, junto, casualmente, con la creación del cepo al dólar.
Es más que evidente que el Gobierno está en una situación en la que no puede o no sabe salir, o tal vez no quiera para no tener que pagar lo más caro para ellos, que es el costo político. Lamentablemente, de una manera u otra, el engendro de los subsidios lo van a tener que resolver, ya que hasta ahora parece que el remedio terminó siendo peor que la enfermedad.
Pablo Dócimo
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