El miércoles por la tarde fue la gran conmoción. O es porque aún no cesó ni parece que vaya a cesar rápidamente. Estando el que escribe estas líneas en un bar, reunido con unos compañeros, se pudo ver cómo muchas personas, transeúntes en su mayoría, ingresaron a ver las imágenes del televisor del lugar, impactadas, haciendo exclamaciones, algunas de alegría, otras de sorpresa. No era para menos. No solo por la fumata blanca en
Desde hacía mucho tiempo que no se observaba, ante una noticia tal expresión de sorpresa en la calle, quizá ello se deba o sea culpa de la desinformación (habitual por cierto y por desgracia) con la cual tiene acostumbrado el periodismo oficial a la sociedad, que especulaba sin entender cómo funcionan las “rondas de votación” en donde no solo se van perfilando los potenciales candidatos (dentro del cónclave), sino que empiezan a jugar los prestigios personales, y, aún, las preferencias de muchos cardenales que ya habían optado por Bergoglio en la elección anterior, donde se entronizó a Joseph Ratzinger, hoy emérito Benedicto XVI.
Si bien es muy cierto que, como dice el periodista especializado Sergio Rubin y otros especialistas en asuntos del Vaticano, hay que tener una mirada global del tema (porque un Papa es una figura integral, que atraviesa los cultos, las naciones y hasta las religiones) no hay que descuidar las consecuencias locales, los significados, los contextos, las impresiones.
No es cuestión de discursos, la influencia en el ámbito de la política vernácula, y en especial, dentro del oficialismo, no se han hecho esperar.
Las declaraciones apuradas, las fotos trucadas, la miseria de los miserables ya conocidos y los abucheos en Tecnópolis, son solo la punta del iceberg de lo que viene. Además, son los primeros emergentes de una interna oficialista feroz, que muy probablemente se lleve puesto a parte del oficialismo que ya hace saber, en palabras de un dirigente local reconocido, que “no nos vamos a incinerar con el… de Verbitsky”. Los puntos suspensivos son la autocensura de un insulto.
El hecho de la designación de un “Papa americano” no es un dato menor. Responde a todo un debate doloroso y profundo, no solo de toda la grey católica, sino de las naciones mismas, cruzadas por la historia viva de su esencia y creación, en años de los bicentenarios suramericanos.
La historia de Hispanoamérica es parte de la historia del catolicismo, y uno de los lazos de profunda unión —junto con la lengua— del conjunto de las tres Américas. Con su sagacidad característica (no por nada siguen siendo la nación más poderosa de la tierra, no solo bélicamente) el gobierno americano, enseguida se subió al barco triunfal y sus propaladores difundieron “El Papa de las Américas”.
Solo basta ver y leer la excelente carta de congratulaciones enviada por el presidente Barack Obama y Señora con un texto impecable, elogioso, pero medido, destacando los puntos necesarios y apostando al “área americana”. Muy lejos de la frialdad de Cristina Fernández, una esquela indiferente, llena de dobles sentidos, limitada adrede, una acotación para la silbatina. Luego, una serie de inconexas barbaridades espetadas por dirigentes de los cuales se deduce reproducen el pensar de su “jefa”. No solo un triste papel, sino tonto y torpe, como ni siquiera pudiendo reprimir el odio y la bronca que anida en sus corazones.
El odio del dirigente social Luis D´Elía, quien quiso apurar una comparación entre Juan Pablo II y la situación de la entonces Polonia comunista y el surgimiento del Sindicato Solidaridad, con Lech Walesa a la cabeza de las protestas gremiales (ilegales) en los Astilleros “Lenin”. Este paralelo es dudoso, como nota de color hasta resultó gracioso tener que explicarles a algunos chicos de la agencia de empleos
Quizá también tendrían que haberles explicado que era el comunismo, o por lo menos que, allá en Polonia no existía una Aerolínea, ni se ganaban 70 mil pesos por mes de ñoqui.
Verdades y mentiras de Francisco
Ni la supuesta e infame foto falsa con Videla es cierta, ni tampoco la imagen superficial y convencional (o lavadas) que muchos difunden sobre Bergoglio los son.
Es muy bueno que, como el mismo designado lo dijo al momento de su pronunciación, en
Y sí, “soy pecador, pero acepto”, dijo. Y es cierto, es cierto que fue un hombre comprometido en política. Su generación, la de los años 60, y no la de los 70, no fue menos maravillosa, aunque sí mucho menos estudiada, y no por ello inocua.
Es, la de los 70, la generación de la resistencia peronista. La generación de la proscripción de Perón. La de Onganía. Pero dicha generación no es la generación de la subversión, ni atentó contra el Estado, ni quiso deponer el Estado argentino, ni se propuso instaurar una dictadura del proletariado a sangre y fuego, como si lo pretendió el ERP y Montoneros, aunque con reparo en el caso de estos últimos, por su dudoso origen, que algunos datan en ciertas agencias locales y extrajeras de inteligencia, una quinta columna, una bomba dormida sin espoleta ante la evidencia de retorno de Perón.
Y sí, también es cierto que nunca el cura Bergoglio dejó su vocación “por la política”, pero también es cierto que la ejerció de manera política. Y Jorge Mario Bergoglio es casto varón y hombre. Y también fue un joven con pasiones que se interesó por el país y se sigue interesando. Y sí, es cierto que fue peronista ¿Y cuál es el problema?
También es cierto que “militó” en
Hoy resulta que como no se llevaba bien con Néstor Carlos Kirchner, había que atacarlo, y ahí va la intelligenzia del boletín oficial Página/12, inventando causas judiciales inexistentes en la persona de gente que trabaja relacionado al mundo de los que dicen ser los adalides de los derechos humanos. Pero resulta si se lee el último de Luis Gasulla, basta para darse cuenta que los adalides de los derechos y humanos se dedicaban a los peores negocios, entonces, ¿cómo es esta historia?
¿Hasta qué punto de su ignorancia supina habrá que tolerar por parte de estos mercaderes del odio y la maldad, que no solo tienen una falta de ética permanente en sus conductas, sino que dirigen su supuesta “política” aún hasta el grado paroxístico de su propia destrucción?
Habrá que estar muy atentos a lo que vaya ocurriendo en el oficialismo, dado que hay aún amplias franjas en esas filas que es muy probable empiecen a recoger sus petates y a emigrar. Es muy grave el escenario que algunos personajes han fogoneado, al punto que parecen estar hablando en nombre de la cabeza. Y es que el pescado se pudre por la cabeza justamente.
Como es sabido, el peor enemigo siempre es uno mismo. Algo así, le está pasando al oficialismo desde el miércoles a la tarde, y comenzó a comerse su propia cola.
José Terenzio