La usina de inteligencia del gobierno kirchnerista está en guerra declarada contra el papa Francisco.
El jefe de Inteligencia de Montoneros en los ´70, Horacio Verbitsky, posteriormente camuflado como periodista, es el abanderado de la avanzada que intenta instalar una presunta complicidad de Bergoglio con la dictadura militar.
Todo el espectro talibán se está alineando detrás de su consigna, y ya se expresaron, con distintos grados de odio y revanchismo, personajes de la calaña de Luis D´Elía, Agustina Kaempfer (novia o algo por el estilo de Boudou), Estela Carlotto, Carlos Raimundi, Cynthia García, Gabriela Cerruti, la siempre inefable María José Lubertino, y Florencia Saintout, la decana de periodismo de la UNLP (la del premio a Chávez), bajándole línea a los soldados del pingüino y a los pibes para la liberación (carcelaria).
Todos personajes de ínfima, cuando no inexistente moral. Profetas del odio y advenedizos rentados.
La soberbia montonera reaparece en su máxima expresión, y Verbitsky se equivoca y peca de egolatría. Aún en un tema que conoce bien.
Como agente, sabe perfectamente que hay un servicio internacional de inteligencia superior al Mossad, a la CIA, al MI5 y al que pueda ocurrírsele: es el de la Iglesia Católica. La Iglesia que se bancó, sin despeinarse, el pasado de Ratzinger en las milicias juveniles nazis.
Pero Verbitsky pretende explicarle al mundo acerca de un supuesto pasado oscuro del hombre al que ese mismo mundo está recibiendo con alborozo, y cuyas primeras actitudes no despiertan más que encendidos elogios internacionales.
Si hay algo que no garpa, hoy, en la Argentina y en el mundo todo, es tirarse contra Bergoglio.
La más elemental astucia indicaba hacer un conveniente silencio y fumarse el mal momento que les significa que un férreo crítico de las disparidades y la corrupción del modelo haya sido ungido Papa.
75% de argentinos de Fe católica son alrededor de 30 millones de personas.
30 millones de almas que, desde un mayor o menor apego a esa religión, hoy sienten orgullo de tener un Papa argentino y, probablemente, estén comenzando un proceso de resignificación de fe.
Pero están cegados por el odio. Saben que su proyecto de dominación no será, y desesperan. Y cuando desesperan es cuando más pifian. Como con la absurda foto de Videla.
Saben que la ciudadanía cada vez insiste más con la justicia aleccionadora y la confiscación de bienes...son conscientes que Menem ya casi parece un ladrón de gallinas frente a Néstor y Cristina Kirchner.
No pueden sostener más al Amado Slowhand, al que el lodo ya le está cubriendo el clavijero de la Fender...
Saben que muchos hijos de la democracia están comenzando a darse cuenta que la historia sesgada que les vendieron, no fue como se la contaron. Y precisamente Verbitsky fue uno de los ideólogos y principales redactores de esa historieta.
Con la Operación Bergoglio, Verbitsky probablemente solo conseguirá acelerar los tiempos del derrumbe kirchnerista.
Cuentan en el barrio que Juan Pablo II fue determinante para la caída del muro de Berlín.
Acaso esta burda operación contra el papa Francisco, pueda colaborar para que en la Argentina se derrumbe, de una vez y para siempre, el muro del odio.
Fabián Ferrante
Seguir a @FabianFerrante