Una encuesta realizada en la Argentina sobre las brasas del cónclave vaticano reveló que más del 70 por ciento de los consultados cree que el Papa Francisco le dará más prestigio internacional al país, pero al mismo tiempo casi la mitad consideró que tendrá un impacto negativo para el Gobierno.
El sondeo, realizado telefónicamente por Management & Fit y publicado por el semanario Perfil sobre un universo de 800 consultados en todo el país, mostró el punto de partida del pontificado de Jorge Mario Bergoglio, identificado alguna vez como el jefe de la oposición argentina por Néstor Kirchner.
Seguramente Cristina Kirchner hubiera preferido otro Papa. Pero reaccionó rápido luego de que el protodiácono Jean-Louis Tauran mencionara sorpresivamente y con su acento francés "Bergoglio" frente a una colmada Plaza San Pedro.
La Presidenta llamó de inmediato a Guillermo Oliveri, secretario de Culto, y le pidió que escribiera una carta de salutación para el nuevo Papa Francisco. El Papa argentino.
La misiva incluyó los términos medidos que debía tener en función de los años difíciles que precedieron a esa relación. Luego, Cristina Kirchner mezcló felicitaciones con pedidos de acciones durante un discurso público realizado en Tecnópolis.
Cristina ya tenía previsto ir a la asunción del nuevo Papa como hizo hace ocho años junto a su esposo en la entronización de Benedicto XVI. Pero ante la novedad inesperada ordenó armar una comitiva más grande. Invitó a opositores, a dirigentes gremiales y al presidente de la Corte, Ricardo Lorenzetti, con quien tampoco tiene una relación de afinidad.
Su rápida reacción contuvo los primeros cuestionamientos de distintos sectores del kirchnerismo y los limitó. Así y todo, varios dirigentes de peso expresaron su malestar por la llegada de Bergoglio a la cumbre de la Iglesia Católica.
Se le reprocha su comportamiento durante la detención ilegal de dos sacerdotes en la dictadura. Por ahora la Justicia solo lo citó a declarar como testigo y el Vaticano negó cualquier complicidad del entonces jefe provincial de la Orden Jesuita.
Pero más allá de esa denuncia, el Gobierno kirchnerista siempre se quejó de que Bergoglio hiciera política. Sobre todo por su cercanía con varias figuras de la oposición y por sus pronunciamientos públicos cargados de cuestionamientos.
Por su parte, el entonces cardenal, como arzobispo de Buenos Aires y jefe de la Iglesia Católica argentina durante dos mandatos, no aceptó nunca el estilo combativo de los Kirchner.
Si bien hubo hechos concretos que los enfrentaron, como la sanción de la ley de matrimonio igualitario —la única que votó Néstor Kirchner como diputado— el pensamiento de Bergoglio es cercano a la administración kirchnerista en varios aspectos.
El ahora Papa siempre fue crítico de las políticas neoliberales auspiciadas por el FMI —antes en Argentina, ahora en Europa— y reclamó el fin del colonialismo inglés en Malvinas.
Sobre las islas dijo que "son nuestras" y "le fueron usurpadas a la Patria". Quizá consciente de su influencia, el primer ministro británico, David Cameron, se permitió "respetuosamente" estar en desacuerdo con esas afirmaciones.
Todo por verse
Es difícil saber qué hará el nuevo pontífice con relación a su país y al Gobierno. El ahora Papa Francisco ya estuvo comprometido con las causas que le interesaron políticamente. ¿Buscará inmiscuirse indirectamente en la política argentina? ¿Seguirá influyendo en los documentos de la Conferencia Episcopal?
Lo cierto es que se convirtió en una personalidad extremadamente popular, tanto en la Argentina como en el mundo. Su influencia es infinitamente superior a cuando masculló bronca por la decisión de Kirchner de mudar los tedeums de la catedral metropolitana para no escuchar sus homilías.
Con niveles de adhesión popular aún satisfactorios, pese a que no ser la misma que en 2011, la Presidenta sabe a la perfección lo que la palabra del nuevo Papa puede significar en su país y seguramente buscará una convivencia cordial.
A su modo, Luis D Elía consideró que "Francisco es a América latina lo que Juan Pablo II fue a la Unión Soviética: el nuevo intento del imperio por destruir a la unidad sudamericana".
En perspectiva parece exagerado. En retrospectiva no tanto. Con su carisma, el polaco Karol Wojtyla jugó un rol clave para el colapso del comunismo en Polonia y en los cambios políticos en Europa del Este y central desde 1989 y 1991.
El sitio Thinkingfaith.com recordó la primera visita de Wojtyla como Papa a su país fue en junio de 1979. "La sociedad polaca experimentó un poder de unidad por primera vez en décadas, unidad que se reflejó en acciones a escala nacional y que reflejó la falta de respaldo del comunismo en comparación con los gestos de apoyo al Papa", recordó el portal religioso.
Los primeros gestos de Bergoglio en el sillón de Pedro permiten vislumbrar un Papa comprometido y elevaron rápidamente su popularidad dentro de una institución que se debe un cambio radical —tanto al interior como al exterior— para acercarse a sus 1.200 millones de fieles en el mundo.
Esos gestos de austeridad y humildad contradicen al sesgo argentino soberbio y arrogante. En ese sentido, Francisco es más Messi que Maradona, comparado con los otros dos compatriotas más reconocidos en el mundo y seguramente contribuirá a mejorar la imagen del país ante los ojos del mundo.
"Reconstrucción, humildad y simplicidad", lo definió el diario vaticano "L osservatore romano" luego de sus tres primeros días usando el solideo blanco papal.
Ante un sur que emerge, el primer Papa latinoamericano parece bien encaminado a dejar su sello. Y eso no puede ser otra cosa que una buena noticia para los argentinos.