La nota del pasado martes en El Cronista Comercial fue tan polémica, que incluso provocó que por momentos no se pudiera ingresar a ese sitio web. Titulada “Exclusivo: por qué fracasó un informe secreto K para bloquear la elección de Bergoglio”, el periodista Román Lejtman aseguró que, en el Vaticano, circuló una carpeta diseñada por el gobierno argentino, basada en investigaciones del periodista Horacio Verbitsky, cuyo objetivo era “desprestigiar la figura de Jorge Bergoglio”.
Transcurridas las primeras 72 horas de la entronización de Francisco, se suman voces desde el seno del gobierno nacional que afirman que, antes de su elección “algo se sospechaba” sobre las reales posibilidades de que Jorge Bergoglio fuera elegido líder de la Iglesia Apostólica Romana, como terminaría sucediendo.
La nota de Lejtman y el supuesto “dossier sucio” que habría sido repartido a los cardenales, antes de la fumata blanca, habría caído muy mal en el seno del Gobierno, según explicó este miércoles su excompañero televisivo, Marcelo Longobardi. La flamante estrella de Radio Mitre prometió comunicarse con el bigotudo periodista y “reconciliarse en vivo”, pero no tuvo suerte. La nota de Lejman ya era un fenómeno en las redes sociales provocando desencuentros en las opiniones de los seguidores del gobierno.
Mientras la Televisión Pública transmitía en vivo y en directo, más de cuatro horas de su programación desde el Vaticano, Telefé pasaba dibujitos.
Por estas horas, el desconcierto es tal que dirigentes como Antonio Caló o el vicegobernador bonaerense, Gabriel Mariotto, se emocionaron hasta las lágrimas con la noticia de un papa argentino y peronista, como suelen afirmar. Pero la alegría no fue tal en el seno de los referentes de los organismos de derechos humanos, como Estela de Carlotto, quien salió duramente a criticarl; o de Luis D´Elia, quien hizo referencia a la CIA para entender la designación de Bergoglio como Papa. Otros periodistas de menor envergadura, como el conductor de CN23, Fernando Amato, pidieron una “autocrítica a la Iglesia por su complicidad durante la dictadura”, como si guardase relación con Bergoglio.
Ese es el punto que una parte del gobierno quiso instalar en la discusión de la mano de Horacio Verbitsky, un hombre que hace años viene escribiendo editoriales contra la figura del hoy Papa argentino.
Semanas atrás, la ciudad de Buenos Aires y el conurbano bonaerense amaneció empapelado con afiches recordando al comandante Hugo Chávez Frías. Es más, hasta se inauguraron escuelas y calles con su nombre. La Presidenta no dudó en viajar a Venezuela inmediatamente. Sin embargo, la elección de Jorge Bergoglio como líder espiritual de la Iglesia Católica, no encontró eco en “los equipos de difusión” ni en los movimientos sociales que acompañan fervientemente al gobierno “nacional y popular”. Tampoco hubo tiempo para cadenas nacionales ni para homenajes en vida. Nadie imagina una calle rebautizada con el nombre del hincha número 1 de San Lorenzo.
Lo que preocupa a más de un funcionario y al círculo áulico que acompaña a CFK es qué podría significar la venida del Papa a su país, a pocas semanas de las elecciones legislativas de octubre de este año.
Seguramente, la oposición querrá sacar provecho, y el gobierno, también. La pregunta es cómo lo hará.
La nota de Román Lejtman significó otro duro golpe de una Presidenta que no pudo evitar aquello que hoy, afirma, le llena de orgullo.