Los coletazos que trajo la publicación del libro El relato oculto, las desmemorias de Víctor Hugo Morales, no cesan.
La cordial y amena relación con la dictadura militar del hoy preferido por el kirchnerismo, motivó una denuncia judicial contra los autores de la investigación, los periodistas uruguayos Alejandro Haberkorn y Luciano Álvarez. Víctor Hugo no se presentó, sus abogados perdieron el rastro del periodista militante y toda lucha del relator por negar lo expuesto en el libro parecía quedar en la nada.
Sin embargo, la moda de las operaciones a través de libros no ha muerto aún. Mientras Álvarez y Haberkorn escribían El relato oculto, un empleado cercano a Víctor Hugo, Julián Capasso, se comunicó con uno de los autores para pedirle por favor tuviera una charla de café con su jefe. Allí, el relator le explicaría a Haberkorn el contexto en el que había escrito sus elogios a la dictadura uruguaya, y le mostraría una entrevista que le había hecho la agencia Télam donde había explicado eso mismo.
“La nota de Télam ya la conocía y el contexto de la dictadura también, así que le respondí a Capasso que no veía razón para tal ‘charla de café’, pero que podía hacerle una entrevista a su jefe. Nunca respondieron, ni el empleado ni el empleador”, cuenta Haberkorn en su blog personal.
La propuesta del periodista pareció no caer muy bien en el relator y, pocos meses después, Capasso volcó la bronca de su jefe mediante la dedicatoria —durante varios días— de insultos variados a Haberkorn a través de Facebook. “Comenzó antes de que se publicara el libro y continuó después”, cuenta el autor.
Ahora, Capasso va a publicar por cuenta propia una biografía de su empleador, denominada Víctor Hugo, una historia de coherencia y convicción.
Asombrosamente, la presentación de la obra será el mismo día en que el periodista Pablo Sirvén exhiba Converso, un libro que también cuenta la vida del relator y explica cómo se convirtió en fervoroso propagandista del kirchnerismo.
Por supuesto, Capasso no se olvidó de invitar a Haberkorn.