Aunque muchos crean lo contrario, Cristina Kirchner sí se hizo eco del masivo cacerolazo que se llevó a cabo a lo largo y ancho del país este jueves. El tema es que fue previo a que este comenzara.
Horas antes de que empezaran a sonar las cacerolas, la Presidenta reclamó al Congreso la creación de una ley que investigue delitos de lavado de dinero. Lo hizo en medio de un acto en Casa de Gobierno en el marco de las denuncias que involucran al empresario Lázaro Báez en ese eventual ilícito.
Luego, mientras la manifestación popular se llevaba a cabo, la Justicia decidió hacer dos allanamientos: uno en la casa de Leonardo Fariña y otro en la oficina de Federico Elaskar. No está nada mal, aunque ¿no es raro que ello ocurra cuatro días después de que se diera a conocer el revelador informe de Jorge Lanata?
Como sea, ninguno de los gestos de Cristina logró desactivar el convulsionado malhumor popular. Es el mismo que terminó haciendo catarsis en el golpeteo de cacerolas de anoche.
Los reclamos se centraron en varios tópicos pero, a diferencia de los cacerolazos del año pasado, esta vez la ciudadanía puso el foco casi excluyentemente en la corrupción. “Devuelvan la plata que robaron”, decía uno de los carteles que se dejaron ver anoche. Otro fue más directo: “La corrupción mata”. ¿Entenderá la jefa de Estado el claro mensaje que el pueblo le está haciendo llegar a través de su pacífica manifestación? ¿Qué otra manera le queda al ciudadano de a pie para dar a conocer sus inquietudes al poder?
Después de lo sucedido anoche, Cristina tiene una oportunidad única para reivindicar algunas de sus polémicas acciones de los últimos días. ¿Se animará? Difícilmente: dicen que la naturaleza del ser humano es más fuerte que su propia cordura.
Baste mencionar que, mientras la ciudadanía protestaba en las principales provincias argentinas, la mandataria apenas se dedicó a tuitear acerca de cuestiones que poco tenían que ver con los pedidos de la sociedad.
Nada para sorprenderse: durante las mega manifestaciones del año pasado, Cristina hizo oídos sordos a reclamos similares. Peor aún, semanas más tarde se animó a avanzar en la profundización de algunas de las medidas más polémicas de su gobierno. Una de ellas fue el avance sobre la Justicia que se vive en estas horas en el Congreso Nacional.
A diferencia de lo ocurrido durante esos cacerolazos —tanto del 8N como del 13S—, ahora Cristina se muestra preocupada; principalmente por un dato: en unos meses habrá elecciones legislativas. ¿Cómo lograr que las protestas no repercutan en el humor social a la hora de votar?
La Presidenta ha avanzado demasiado y esta vez ha encontrado un techo imposible de sortear: la Justicia. Nadie hoy parece dispuesto a permitir la cooptación del último bastión institucional medianamente independiente como es la Corte Suprema de Justicia.
Algunos lo han dicho más claramente y otros a través de puntuales metáforas. No obstante, el que dejó la definición más clara fue el ex fiscal del juicio a las juntas, Julio César Strassera: “Así empezó la Alemania del 33, con jueces amigos”.
Christian Sanz
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