Si alguna tragedia roza de cerca su administración o a algún funcionario de su Gobierno, la Presidenta elige el resguardo, la lejanía, el refugio en “su lugar en el mundo”. Si no la toca directamente, aparece; y no está mal. Pero siempre tarde.
Los abucheos y repudio a la aparición de Cristina Fernández en zona de desastre pudieron verse en las últimas inundaciones de La Plata. "Yo sé lo que es perder todo, porque se inundó mi casa cuando era chica", le dijo la Presidenta a los vecinos de Tolosa, la zona más afectada. Fue recibida con insultos. Había ido dos días ocurrida la inundación más grande de los últimos tiempos. “La lluvia no es peronista ni radical, hermana”, le dijo a una mujer del lugar.
Este miércoles, el Gobierno volvió a reaccionar 24 horas más tarde. Suspendieron los cierres de campaña, decretaron duelo nacional y Cristina se subió (innecesariamente) a los escombros de Rosario en plena campaña por ubicar s sus candidatos en las bancas del Congreso.
Abucheos y aplausos se escucharon ante la visita de la presidenta al sitio de la explosión donde se derrumbó un edificio, que provocó muertos y heridos. El reproche que generó entre los familiares fue que suspendían unos minutos el rescate por su llegada.
Muchos tildaron a los abucheadores de “gataflorismo”, asegurando que “si Cristina no iba a Rosario la atacaban por no tener corazón y si iba, la tildaban de manipuladora para hacer campaña política”. Todo está en los tiempos.
Muchas veces es necesario el silencio cuando lo único que se podrá hacer siempre será demasiado tarde y demasiado poco.