El dato es elocuente. El clima cambió. Era previsible. No así la magnitud de la derrota. Todos los analistas, cercanos o alejados del gobierno, hablaban de que el Frente para la Victoria oscilaría entre un 30% y un 40% a nivel nacional. Sólo arañó el 26% lo que indica que casi 6 millones de argentinos votaron al gobierno de los 30 habilitados para sufragar. Es cierto que son la primera minoría pero ya no son mayoría ni mucho menos.
Era cantado que el gobierno iba a perder en los grandes centros urbanos. La sorpresa fue que el aparato se quebró y hasta se le dio vuelta. En el conurbano, Cristina, Daniel Scioli y uno de los intendentes más votados, tan solo dos años atrás, juntos, no pudieron vencer nítidamente a Sergio Massa en ningún distrito. Ni siquiera en La Matanza donde la diferencia fue de 41% a 30% a favor de Martín Insaurralde.
El asalto del prefecto en la casa de Massa lo terminó posicionando como el opositor más fuerte al kirchnerismo. El propio gobierno lo llevó a ese terreno y el tigrense arrasó. La cara de Cristina lo decía todo, no así su discurso. Era una mujer que había estallado en gritos y llantos, su maquillaje tapaba las ojeras pero se la notaba anestesiada aunque a punto de estallar contra alguno de sus ministros. Así lo demostró en un grito seco a Florencio Randazzo a quien no encontraba en la soledad de un escenario en el que los militantes de La Cámpora casi se habían retirado y solo quedaban funcionarios y un Amado Boudou sonriente, vaya a saber por qué. La otra cara era Sergio Massa y su esposa, una mujer dura, el verdadero animal político del Frente Renovador.
Los que conocen a Malena Galmarini dicen que, con poder, es una Cristina en potencia. El tiempo lo dirá. Semanas atrás, Alberto Samid, un empresario de la carne que sabe caer bien parado, pronosticó una amplia victoria de Massa.
Tenía razón. 678, Carta Abierta, algunos referentes de DDHH, actores y “milibobos” insisten en que ganaron. Deberían avisarles a sus rostros. Tal vez el símbolo del hartazgo ciudadano al kirchnerismo lo expresó el repudio que provocó el "oso" que le hizo un joven militante, fiscal del FPV, a Macri cuando estaba por sufragar. Su difusión a media tarde, seguramente, convenció a más de uno que "esto no da para más". La intolerancia del muchacho hizo acordar al cajón de Herminio Iglesias.
En Capital, Mauricio Macri tampoco debería festejar mucho. UNEN amenaza seriamente con ganar en diputados en octubre de la mano del ave fénix de la política argentina, Elisa Carrió que está en su mejor momento. Lo demostró en una entrevista imperdible con Jorge Lanata y en su abrazo con Martín Lousteau, Fernanda Reyes, Pino Solanas y los pocos dirigentes que confiaron en ella cuando el aparato radical se la quería sacar de encima. No les será tan fácil ahora. La necesitan para volver a la victoria en Capital.
El sur también existe y ya no está repleto de pingüinos. Eduardo Costa, el empresario radical casado con la "lilita" Mariana Zuvic, le ganó a Daniel Peralta y a La Cámpora que fueron separados. Chubut volvió a ser de Mario Das Neves y enterró el sueño de gobernar el distrito del Ministro de Agricultura y Pesca, el investigado Norberto Yahuar. Sólo Río Negro se mantuvo fiel al oficialismo. Las grandes sorpresas estuvieron en el norte y oeste argentino. En La Rioja, desde 1983, jamás había perdido un oficialismo.
Anoche cambió la historia. San Juan dejó de ser un feudo impenetrable donde los Gioja hacen y deshacen. Jujuy dijo basta a Milagro Sala, Fellner y al FPV. En Chaco, Jorge Capitanich rezaba para sacar una luz de ventaja y en Formosa se respira un aire distinto pues Gildo Insfrán no pudo superar el 50% de los votos. Su promedio histórico oscila en el 70%. Corrientes también fue escenario de una derrota del gobierno nacional y en Mendoza resurgió otro presidenciable, el tapado.
Julio Cobos, si el radicalismo, el socialismo, el progresismo de Stolbizer, la Coalición Cívica y otras fuerzas menores, hacen las cosas bien, será el gran candidato con chances reales de sacarle la banda presidencial a Sergio Massa. Daniel Scioli no apostó y se quedó sin nada. Ni siendo el candidato del gobierno podrá dar vuelta esta historia en un país que se hartó de los K. Ni en la capital tucumana, José Alperovich le pudo dar una buena noticia a la Presidenta. Con el 80% de los votos escrutados, empató con el Frente encabezado por José Cano.
El país espera un gesto de grandeza de los principales dirigentes del país. El panorama está abierto. El primer tiempo, el gobierno, terminó varios goles abajo. Para el segundo, se quedó sin un par de jugadores que se cambiarán de camiseta en el vestuario. Cristina protestará y los presionará para que mantengan fidelidad. ¿Podrá?
Luis Gasulla
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