“Sergio Massa podría haber muerto en La Matanza”. Es así como comienza la editorial de Joaquín Morales Solá publicada en La Nación de ayer. ¿Es así? Una vez más, como en los días previos a las elecciones primarias de agosto pasado, el kirchnerismo direccionó la campaña política a favor del intendente de Tigre. En aquella ocasión, una nota de Horacio Verbitsky en Página 12 en la que mencionaba el extraño asalto al hogar de Massa, su esposa, Malena Galmarini, y sus dos hijos, disparó las acusaciones cruzadas.
Un extraño personaje se había dejado fotografiar por las cámaras de seguridad ingresando a la propiedad del hombre más influyente del municipio para robar un pen drive. Estaba armado. Del tema no se habló más. El secretario de Seguridad, Sergio Berni, declaró, días después, que los más peligrosos narcotraficantes del país residían en la zona del Tigre y del Delta. No dio nombres pero el odio kirchnerista apuntaba al “traidor” de Massa.
Algo huele mal en la provincia de Buenos Aires, en medio de una campaña apagada, sin luces ni propuestas. La violencia política puede resurgir en el momento menos pensado. El intendente de Tigre es una de las víctimas del estado actual de una sociedad que no supo, no quiso o no pudo ponerle freno a tiempo al poder creciente de extorsionadores de la protesta social, falsos dueños de la verdad y profetas del odio.
El viernes por la mañana, Nacho de la Vega, militante del Partido Obrero, fue agredido junto a sus compañeros con golpes de puño por una patota liderada por “Pata” Medina, el histórico líder de la UOCRA platense. De la Vega se manifestaba frente a la destilería de YPF en Ensenada cuando una fuerza de choque de la UOCRA lo atacó a golpes de puño. Los manifestantes del Partido Obrero se tuvieron que ir del lugar.
La violencia política está latente. Es como una chispa que busca convertirse en fuego. Hay varios interesados en prenderla. Según Joaquín Morales Sola, el ataque con gomeras “fue sólo una emboscada para desviar la columna del candidato hacia un territorio aún más feroz”. El viernes pasado, 48 horas antes de que el periodista tucumano publicara su editorial, Diego Puebla, aportó detalles inéditos sobre ese momento en mi programa de radio.
El dirigente justicialista fue uno de los organizadores de la caravana por La Matanza y, según él, uno de los primeros que confió en el Frente Renovador. Es el autor de los carteles “Habemus Presidente 2015” y asegura que Massa no va a negociar nada con Cristina.
“La idea de esta gente era romper la caravana porque veían que iba a un éxito total pero no debido a la gente que estaba convocando sino directamente por la tracción que genera Massa entre la gente que busca un cambio en La Matanza donde preocupa, seriamente, el tema inseguridad y la droga que está destruyendo a la juventud” aseguró Puebla por teléfono mientras que explicó que les tiraron de todo: piedras, palos, huevos y que hasta había “armas con silenciador”. ¿Por qué no las usaron? ¿Es posible creer, como escribió Morales Solá, que el plan era desviar a Massa de su camino inicial hacia terrenos más peligrosos? Difícil es asegurarlo pero lo que es innegable es que gran parte del conurbano bonaerense se ha convertido, en la “década ganada”, en el lejano oeste, tierra de nadie o, mejor dicho, de los punteros.
Puebla dice que “había una persona de avanzada edad, candidata por la quinta sección de La Plata, en su cochecito chico, la agarraron a piedrazos y gracias a los vecinos salvó su vida. La metieron en un garage hasta que terminó la batahola”. Es más, “a Felipe Sola se le acercó de atrás un sujeto y le tiró una patada de atrás, un puntapié”. ¿Quién dio la orden de atacar con saña? Carmen Montoya es una anciana militante del barrio de Villegas, una de las zonas más postergadas de Ciudad Evita. Se vanaglorió de ser partícipe de la trifulca junto con sus hijos y nietos. Montoya no quiso responder mis preguntas. Es una militante del PJ de décadas.
En su barrio, la droga ha hecho estragos. El testimonio de Puebla es valioso pues perteneció, hasta hace pocas semanas, al sector que critica y señala como vinculado al narcotráfico: “Murieron más chicos por la droga que los desaparecidos de la última dictadura militar”. El militante de Massa es fulminante. A Puebla no le sorprende que el ex mozo de Néstor Kirchner haya sido detenido con más de 50 kilos de cocaína en su poder. Es más, la hija de Marcelo Duarte, ex concejal de Malvinas Argentinas, sería la secretaria personal de uno de los referentes de La Cámpora, José Ottavis. El ex duhaldista, supuesto amigo de Máximo Kirchner, es el vicepresidente de la Cámara de diputados bonaerense.
Puebla no duda de los vínculos de su partido con el narcotráfico: “No te quepa duda, el poder político está detrás del narcotráfico, no puede haber narcos sin el visto bueno de los políticos”.
Puebla concluye: “Massa tiene decidido ser el próximo presidente y no va a negociar nada con Cristina Fernández. Va derecho a Balcarce 50. Lo he hablado personalmente con él y es así. No es el caballo de Troya de nadie”. ¿Alguien está tratando de cambiar el destino, supuestamente, escrito por el intendente de Tigre?
Luis Gasulla
Seguir a @LuisGasulla