Obviamente, el gran triunfador de las PASO no es un hijo político del matrimonio Kirchner ni hereda el ADN genuino de ellos. No. Pero fueron Él y Ella los que potenciaron la figura del intendente de Tigre en 2008, cuando le confiaron la Jefatura de Gabinete. No es un cargo cualquiera: con una sola firma se mandan de aquí para allá millones de pesos.
Duhalde lo descubrió en 2002, cuando le dio las llaves de otra “caja pesada” en plena crisis: la ANSES. En 2003, los Kirchner también fueron seducidos por el talento de la joven promesa de la Ucedé.
Vaya al archivo de las entrevistas de verano de 2008 en los diarios nacionales: Sergio Massa era el intendente más mimado por Néstor y Cristina. El conflicto con el campo le permitió saltar de la Avenida Cazón de Tigre a Balcarce. Él y Ella le abrieron la ventana del patio interno de la Casa Rosada y le enseñaron: “el poder es esto”.
Como Néstor, el tigrense está habituado al manejo de mucho dinero hasta hoy: recauda por los impuestos de los countries tanto como diez municipios del interior provincial. ¿Caja chica?
Pero un día Massa desafió la obediencia debida K y se negó a arrodillarse ante la verticalidad de Néstor Kirchner cuando el fallecido ex presidente le revoleó en junio de 2009 una botella de agua en el Hotel Intercontinental luego de que el tigrense -obligado a ser candidato testimonial- le informó de la derrota legislativa. Massa volvió a su búnker seguro en Tigre y en 2011 fue reelecto en forma aplastante como intendente, pese a todo, en la boleta del... Frente para la Victoria.
El tiempo pasó y el "monstruo" al que los Kirchner inflaron pecho y ego despertó. Y ese "monstruo" creció a pasos agigantados: en sólo 40 días armó un frente "renovador" que cosechó muchos más votos que muchos opositores que llevan diez años cayendo en las trampas electorales K.
En las PASO, Massa ya demostró que fue un discípulo muy atento del matrimonio K. También demostró que puede repetir la metáfora de Frankestein, en la que el "monstruo" termina ahorcando y matando a su propio creador.
Incluso, en las PASO, Massa fue más astuto que Cristina, Scioli, sus aparatos y los informes de la SIDE juntos. Para los peronistas, nada que peor que otro peronista.
Ahora, resulta sencillo para Massa darse cuenta de que con toda la expectativa que generó en apenas semanas -confirmado en las urnas- poca oposición tendría para ocupar el sillón de La Plata. De hecho, unos meses antes de la elección 2011, Daniel Scioli lo citó a un desayuno a la vera del Río Luján y le puso un freno al tigrense y a sus ambiciones de coquetear con la jefatura provincial. El futuro para Massa llegó hace rato.
Sin embargo, resulta difícil para el tigrense sostener ahora que sólo aspira a instalar "los temas que preocupan a la gente" en el Congreso o que sería un buen gobernador bonaerense cuando es asesorado por nada menos que Alberto Fernández -invitado de honor a los secretos de la “mesa chica” de Olivos durante cinco años-, el respetadísimo Roberto Lavagna, otro ex ministro de Economía Miguel Peirano, el ex presidente del Banco Central Martín Redrado y el industrial José de Mendiguren, candidato a diputado, entre otros.
Darío Giustozzi, el intendente de Almirante Brown que terminó rindiéndose ante los pies del tigrense, dijo el domingo en el búnker massista que "triunfó un estilo". De todos modos, Massa en un punto imitó el estilo personalista de los Kirchner. Tanto Ella como él (Massa) fueron los únicos oradores arriba del escenario. El tigrense, como los Kirchner, se mostró en el Complejo Pipa del Puerto de Frutos como el único garante de su "modelo".
Claro que hay diferencias siderales: en un solo día Sergio Massa respondió más preguntas de los periodistas que los Kirchner en diez años en el poder.
La osadía de Massa incluso planteó que está en contra de las re-reelecciones nacionales, pero también de las provinciales e incluso de las municipales, de las cuales muchos de sus actuales aliados se valieron para seguir mandando en sus feudos hasta ahora. Massa va por todo.