Hace unos años tuve la oportunidad de participar en las reuniones previas a la creación del “recetario solidario”, un mecanismo donde la industria farmacéutica otorgaba un descuento del 30% en la compra de medicamentos. En Córdoba, dicho recetario se llamaría “Colfacor” por disposición del Colegio de Farmacéuticos.

Recuerdo la reunión en una inmensa sala de directorio, con catering para una multitud —solo éramos cuatro los asistentes— donde a la entrada nos comenzaron a mostrar cuadros comprados en los mas selectos museos europeos, una manera muy sutil de mostrar lo bien que se vive estando en el rubro.

Algo habitual, en la industria, ya que es conocida por muchos la pasión por los autos de colección, los de alta gama y las residencias fastuosas.

Algo que supieron copiar los florecientes empresarios dedicados a la adulteración, falsificación y robo de medicamentos.

Así pues, una noche Marcos Hendler —proveedor de la Obra Social de Camioneros— recibe en su casa a un grupo de amigos, entre los que se encontraba un actor muy conocido, quien le preguntó cómo había hecho para progresar de tal manera, al ver la “flota” de autos de alta gama estacionados en el parque.

La respuesta: ¡Estamos con Moyano! El actor le dijo que estaba interesado en que su madre hiciera algo, rápido de reflejos Marcos quedó en llamarlo ya que estaban por comprar una farmacia. El actor accedió, lo que tiempo después lo convirtió en habitué de las crónicas policiales, dejando de lado las de espectáculos.

El ahora “concursado” Lucas Conte, tenía un empleado que en la semana oficiaba de cadete y los sábados solo se dedicaba a la cosmética de los autos, los cuales debían lucir relucientes en el jardín de la residencia familiar del country Saint Tomas en Ezeiza.

Después de días de hacer inteligencia, los efectivos de la Policía Federal no se explicaban cómo Walter Maffini no se encontraba en su casa el día que tenían la orden de detención. Sorpresa: entre la gran cantidad de autos había uno que se les había pasado por alto a los sabuesos, lo tenía en un domicilio lindero.

Aprovechó esto para darse a la fuga y entregarse horas después en la oficina de su emprendimiento financiero en Av. Corrientes 848.

El día que Martin Lanatta —condenado a prisión por el triple crimen de General Rodríguez— presentó a Sebastián Forza y Martín Guillermo Schultz —quien maneja la feria de Larroque en Lomas de Zamora y se dedica al comercio de autos de alta gama—, le abría una nueva fuente de financiamiento al desfachatado “droguero”, ya que Schultz operaba para una de las concesionarias más poderosas del rubro: Lonco Hue S. A., proveedora de vehículos al Estado nacional, representantes de la marca alemana Mercedes Benz y con aceitados contactos políticos, empresarios y financieros.

Lo lamentable de este entramando y habiendo antecedentes donde la justicia federal ahondó en las investigaciones de estas operaciones, vinculándolas al lavado de dinero —luego de condenar a Mario Segovia “el rey de la efedrina” le decomiso los vehículos que no pudo justificar, en la denominada “mafia de los medicamentos”— el juez federal Norberto Oyarbide hizo caso omiso a esta línea investigativa.

No le bastó el antecedente de que días después de que el joven Ariel Vilán se quitara la vida lanzándose desde el 9no. piso del departamento de su madre, apareciera “abandonado” el mini Cooper verde en el que se conducía en una cochera de Valentín Alsina.

Después de meses de investigación, horas de escuchas telefónicas, tareas de inteligencia por parte de PFA, el juez de instrucción no tuvo en cuenta los negociados entre falsificadores de medicamentos, piratas del asfalto, funcionarios públicos, financistas disfrazados de cooperativistas, narcotraficantes y asesinos.

Solo aparecen los nombres de unos pocos ya que seria tedioso entender por parte del lector tamaña asociación ilícita.

Gabriel Brito
Seguir a @britogabrielale