Repentinamente, el que salió a hablar de paritarias fue Pablo Moyano, subjefe del gremio de Camioneros, no su padre Hugo. "Seguramente el pedido que haremos será de un 35% por todo el desfasaje que produjo la inflación", dijo en relación al reclamo que hará ese gremio.
A su vez, Moyano hijo pronosticó que la discusión por los salarios "va a ser muy dura".
Por otro lado, apareció Antonio Caló, titular de la CGT oficial, quien aseguró que moderará sus pretensiones, bajo la excusa de querer conservar puestos de trabajo. ¿Dónde quedó su posición combativa asegurando que a la gente no le alcanza para comer?
Para potenciar esa proclama, se hizo presente Ricardo Pignanelli, secretario general de Smata y hombre fuerte de la central obrera aliada al kirchnerismo, quien se negó a dar una cifra y fundamentó su posición: "Hablar de un número, como se está haciendo desde enero, sólo sirve para darles el aval a los formadores de precios para que cambien la tiquetera y le sigan pegando a la remarcación".
Como puede verse, la discusión salarial pasó de la bravuconada a la moderación. De pronto, los salvajes tigres de bengala se transformaron en mansos gatitos. ¿Qué ocurrió en el medio?
Sencillo: la Casa Rosada salió a presionar y amenazar a los gremialistas. En reuniones secretas, los propios jerarcas confesaron que los intimidaron con dar a conocer sus historias turbias.
“Nos amenazan con carpetazos de Milani” denunció Héctor Daer, en un encuentro con sindicalistas y empresarios. Estaban allí, por lo menos, Armando Cavalieri, Rafel Mancusso y Carlos West Ocampo, según reveló diario Clarín hace unos días.
Cavalieri ratificó lo sucedido —“La amenaza es para que moderemos los reclamos”— y Antonio Caló hizo lo propio en reuniones con empresarios metalúrgicos.
Luego de la presión sufrida, los sindicalistas bajaron el perfil, y luego de la reunión que tuvo con Cristina la semana pasada, Omar Viviani envió un mensaje: “Los dirigentes sindicales somos sabios”.
Los gremialistas se enteraron de la movida oficial a través de voceros de la Secretaría de Inteligencia (ex SIDE), no casualmente enfrentados con los “espías” que ilegalmente maneja César Milani.
Para no dejar dudas al respecto, Héctor Méndez blanqueó los comentarios en la Unión Industrial Argentina el pasado martes 11 de febrero. También lo ventiló, en la Copal, Daniel Funes de Rioja.
Según asegura el periodista Marcelo Bonelli, Méndez lo dijo en medio de un generalizado reclamo por los escraches que promueve el gobierno contra los empresarios por los desvíos en los precios.
“En la UIA varios dirigentes afirman que se sienten seguidos por espías del oficialismo. El foco estuvo puesto en los “Ceo” de las ‘multis’ de supermercados, hasta ahora socios políticos del gobierno con pactos secretos para encubrir la inflación y asfixiar a la prensa no adicta al cristinismo”, asegura Bonelli.
Como sea, el gobierno vuelve a apelar a una vieja técnica: la de los “carpetazos” contra sus enemigos. Es una vieja costumbre del kirchnerismo, que logró su mayor rechazo en septiembre del año 2006, cuando el oficialista diario Página/12 publicó la copia del "dossier" de Juan José Álvarez, donde pudo observarse su paso por la Secretaría de Inteligencia en los oscuros años de la dictadura militar.
Diversos opositores sufrieron en carne propia la virulencia de las carpetas de espionaje del kirchnerismo: Elisa Carrió, Mauricio Macri y hasta el propio Julio Cobos.
Quizás por ello, recordando esos penosos hechos, los sindicalistas han decidido hoy bajar un cambio en sus proclamas salariales.
Equipo de Política de TDP