Con respecto a la razón, no ocurre distinto en cuanto al carácter automático, mecánico de las facultades mentales. En este caso se trata de un mecanismo más, preparado por la conducción genética y las inducciones órgano genéticas que durante el desarrollo fetal orientan los elementos químicos para construir con ellos una rama preparada para razonar de un modo particular antropológico Esto es, no único posible ya que otras inteligencias de otros hipotéticos mundos lejanos, de existir, razonarían de forma distinta a la nuestra.
La razón se constituye en una guía autóctona del hombre frente a su entorno, en todo aquello que requiere una indagación, y en esto estoy de acuerdo con los estoicos que consideraban a la razón como la más perfecta guía en la existencia. Sin embargo, no estoy de acuerdo con ellos en cuanto creían que la única guía de los animales, es el instinto, y menos estoy de acuerdo con lo que decía Séneca acerca de la razón como “una parte del espíritu divino infundida en el cuerpo del hombre”. Tampoco acepto lo que da a entender Hegel muchos siglos después, en el sentido de que la razón nunca es formal y siempre es idéntica a la realidad, dice: “La razón es positiva porque genera lo universal y lo universal comprende a lo particular”.
Por de pronto, deseo advertir que nadie posee la capacidad para verificar en términos absolutos que los animales, como el perro, las ballenas, el elefante y el mono, por ejemplo, carezcan por completo de raciocinio. ¿Quién puede saber a ciencia cierta lo que ocurre en el cerebro de estos animales, si todo se limita a observarlos desde el exterior, con bloqueo total para acceder a su mecanismo psicogenerador (valga el neologismo)?
Desde el punto de vista psicológico, evolucionista y real, es totalmente imposible que la facultad de razonar sea exclusiva del hombre, si tenemos en cuenta que éste desciende de animales inferiores y se halla cercanamente emparentado con los monos.
Así como los intestinos y el ojo, se encuentran tanto en moluscos, crustáceos, insectos y vertebrados, también el principio del raciocinio se debe hallar al menos en forma rudimentaria, en los mamíferos superiores.
El plan genético es común en muchos aspectos dentro de los filumes en general; y entre los animales más evolucionados y filogenéticamente más próximos, las semejanzas deben ser más notorias.
No obstante, en el perro, sin ser su rama filética próxima al hombre, es dable adivinar un principio de raciocinio. Es un animal en extremo lógico, como muchos otros. De una lógica asombrosa. Si no va una cosa elige otra; si se frustra una vez difícilmente vuelve a reincidir en lo mismo. No suele caer muchas veces en el mismo error; si tiene que elegir entre dos caminos a sabiendas de su longitud, elegirá el más corto; sabe si su dueño está de buen o mal humor, y de acuerdo con el estado de ánimo de este, calcula para actuar de un modo o de otro.
Si pasamos ahora a los simios, sería interminable tratar de detallar aquí todas las experiencias llevadas a cabo con nuestros parientes más cercanos. Los animales razonan, lo que les falta es la cantidad de elementos neuronales que posee el hombre y su complejidad en las conexiones.
Desde ya que, como corolario de este tema, debemos caer en la repetida explicación de la existencia de todas las facultades mentales y decir que todos los individuos aparecidos en este planeta que habitamos, quedaron para la transmisión hereditaria aquellos que mejor podían razonar, juzgar de los peligros inminentes y futuros, acerca de aprovisionamiento de alimentos etc. En pocas palabras, guiarse en toda indagación a fin de no obtener resultados desagradables o funestos en las experiencias.
De este modo, el raciocinio se constituye en un eficaz factor de supervivencia para un ser como el hombre, desprovisto de las naturales defensas y protección de que se hallan surtidos otros animales.
Todo lo demás que se desee añadir aquí como espíritu es falso, pues dicho pretendido “ente” es un antiquísimo mito.
Ladislao Vadas