El ataque de barras de Dock Sud a hinchas de San Telmo reimpulsó en las últimas horas un debate que no termina de resolverse: el de la violencia en el futbol.
El hecho ocurrido esta semana culminó con el deceso de Javier Araujo, el joven que agonizaba en el hospital Argerich con un disparo en el abdomen. La muerte de Araujo, de 29 años, se suma a la de Daniel Sánchez, de 28, cuyo deceso se produjo minutos después del ataque de barras de Dock Sud a los hinchas del "candombero" que estaban mirando en pantalla grande el partido ante Defensores de Cambaceres en el club barrial El Resurgimiento.
De acuerdo a la nómina de la ONG Salvemos el fútbol, son 293 las muertes relacionadas con el fútbol. En una semana murieron cinco hinchas de fútbol, tres por la violencia entre barras, ya que días atrás fue ultimado un hincha de Almirante Brown, y dos perecieron al caerse de tribunas, en Córdoba y Temperley.
Ante esa realidad, Jorge Capitanich hoy solo atinó a despegarse de la problemática y sostuvo que la problemática de las barras bravas "no es de ahora", sino "histórico".
Por si no quedara claro, el jefe de Gabinete agregó": Si uno toma la historia de la humanidad, en los últimos 50 años hechos delictivos han ocurrido lamentablemente".
En su habitual rueda de prensa en la Casa Rosada, Capitanich expresó que el "Estado puede hacer el máximo nivel de prevención", pero estos "hechos delictivos" de la violencia en el fútbol deben "ser severamente condenados".
"Si alguien hiere a otra persona, mata o golpea a otra, si viola todas las condiciones desde el punto de vista del espectáculo deportivo, tienen que actuar fiscales, actuar los jueces y juzgar y condenar automáticamente", enfatizó el funcionario, tirando la pelota al poder judicial.
La política no parece interesada en resolver esta cuestión, tampoco los funcionarios judiciales, menos aún los presidentes de los clubes de fútbol.
Por lo visto, es un tema que, al igual que tantos otros, seguirá sin solucionarse.