Voceros oficiales se regodeaban en la semana por el aumento de la imagen presidencial luego del discurso de Cristina en el Congreso. Amén de ello —tal vez apresurado para medir—, lo importante para el oficialismo siempre es lograr que la Presidenta vuelva al centro de la escena. Corre con ventaja en ese aspecto: todo discurso presidencial concita la atención total en el contexto vigente.
El objetivo se cumplió con creces: Cristina fue figura central de un acto que contó con el nivel de movilización que se había propuesto el kirchnerismo, y la disección de su extenso discurso dio tela para cortar durante días. Lo importante es que hablen…
Si bien al kirchnerismo no le importan las críticas, el mensaje no habría levantado mayores objeciones si no fuera por su última parte, dedicada al tema judicial. Van varios años que la Presidenta dedica la parte central de sus discursos en el Congreso a esa cuestión que la obsesiona. En 2013, anunció la reforma judicial que la propia justicia terminó abortando; en 2014 volvió sobre el tema, con reproches porque no hubieran prosperado sus modificaciones, pero ponderó la aprobación del Código Civil y Comercial, anticipando que promovería las reformas del Código Penal y el de Procedimiento Penal. Convirtió en ley el segundo, no pudo con el primero, frenado por la campaña de Sergio Massa.
El año pasado también defendió en la Asamblea Legislativa el acuerdo con Irán, reconociendo que ese país aún no lo había refrendado, por lo que “tan malo no debe ser”, interpretó entonces. Un mes y medio después la Justicia aquí lo declararía “inconstitucional”.
Ante el Congreso este año, Cristina planteó la trama que sospecha podría haber disparado la denuncia por encubrimiento que presentó Alberto Nisman. Fiel a su estilo, volvió a involucrar en sus críticas a Israel. Consiguió una respuesta de su propio primer ministro, nada menos que en el Congreso norteamericano. Lo cual llevó a Cristina a doblar la apuesta, esta vez a través de Twitter, donde publicó 45 mensajes en los que insistió en instalar la teoría del intento de involucrar a nuestro país en una conjura internacional ajena, razón también de la denuncia de Nisman.
Estas acciones estuvieron precedidas por el fallo judicial de Daniel Rafecas, quien desechó sin más la denuncia de encubrimiento impulsada por el fiscal fallecido y refrendada por Gerardo Pollicita. Para reforzar su postura, el juez al que el oficialismo logró en su momento desplazar de la causa Boudou defendió su decisión a través de los medios con argumentos que coincidían totalmente con los dados desde un primer momento por el gobierno. Semejante actitud podría ocultar el deseo de que en caso de que la Cámara Federal revierta su decisión, la causa no vuelva a sus manos.
Pero el gobierno volvió a perder el centro de la escena cuando el jueves la exesposa de Alberto Nisman anunció los resultados de la investigación privada que impulsó a través de reconocidos peritos. La convicción con la que anunció que, según los resultados de su peritaje, el fiscal había sido asesinado, fue de una contundencia devastadora para lo que había construido pacientemente el gobierno. Si la denuncia era tan irrelevante, ¿qué necesidad de matar al denunciante?, es la pregunta que más de uno se formula ahora.
En el camino, el lamentable blooper del sitio oficial Infojus sobre la supuesta ingesta de alcohol por parte de Nisman antes de morir, no hizo más que afectar al gobierno.
En ese marco, crece la convicción de que la Sala I de la Cámara Federal terminará habilitando la investigación que Rafecas no quiso impulsar. Aunque es muy probable que pase bastante tiempo hasta que anuncie su decisión.
Las encuestas realizadas desde el 18 de enero en adelante muestran que una mayoría descree del suicidio del fiscal especial de la causa AMIA. Pero el hecho de que una investigación llevada adelante por reconocidos especialistas le de entidad concreta a esa presunción, como así también que quien lo anuncie sea nada menos que una jueza de la Nación, tiene un peso inconmensurable. Ni que hablar fronteras afuera, donde también se abonó siempre esa teoría.
Mientras el gobierno esta vez se abstuvo de confrontar con esos datos, el que sí lo hizo fue el abogado de Diego Lagomarsino, Maximiliano Rusconi, preocupado por rechazar la teoría de que la muerte del fiscal se habría registrado entre las 17 del sábado 17 de enero y la 1 del domingo, lo cual dejaría malparado a su defendido, que reveló haber estado con Nisman la tarde del sábado. Para justificar su objeción, el abogado consideró “certificado” que Nisman tuvo “acceso a los portales de los periódicos” a las 8 de la mañana del domingo.
Cabe recordar que el primer comunicado oficial difundido el 19 de enero pasado, en el que se daba cuenta de la muerte del fiscal, precisaba entre otras cosas que que el diario del domingo aún estaba en el palier, sin haber sido recogido. No deja de llamar la atención que Nisman no abriera la puerta para recogerlo y sí hubiese estado interesado en leer las noticias por Internet.
En caso de aceptar la teoría del homicidio, bien podría el presunto asesino haber permanecido en el departamento el domingo, varias horas después de consumado el crimen, preparando pacientemente la escena que recién se descubriría a las 22.30. O bien podría alguien haber sido operada la computadora a distancia. No es difícil hacerlo para un especialista en informática, aunque según precisaron a este medio, un uso semejante puede ser verificado.
Recordemos que también se informó en su momento sobre una notebook encontrada en una habitación destinada a las hijas de Nisman, que fue encontrada encendida. Al trascender ese hallazgo se habló de la necesidad de determinar su configuración “vinculada a la modalidad ‘hibernar’ y/o ‘de ahorro de energía’”, según se indicó en su momento oficialmente.
Lo cierto es que así como los temas judiciales monopolizaron la atención en las últimas aperturas de sesiones ordinarias, lo mismo sucede con el día a día, en detrimento de la información política que en un año de elecciones presidenciales debería ser a esta altura el tema hegemónico. De todos modos, ello no implica que no haya novedades. Muy por el contrario, la noticia saliente de esta semana fue la decisión de Hermes Binner de declinar su candidatura presidencial, firmando prácticamente el acta de defunción del Frente Amplio UNEN. Una semana antes de la Convención Radical, en la que el partido que encabeza Ernesto Sanz decidirá su definitiva política de alianzas para estas elecciones.
Mauricio Macri, que hace dos semanas dio la nota asegurándose a Carlos Reutemann de su lado y el jueves acordó con el radicalismo entrerriano y se fotografió con Sanz, se frota las manos esperando noticias positivas del encuentro que la UCR celebrará en Gualeguaychú (El Parlamentario).