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Lecciones a 33 años de un error

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MALVINAS, UN ASUNTO DE DEMOCRACIA
MALVINAS, UN ASUNTO DE DEMOCRACIA

Se cumplen 33 años del desembarco argentino en Malvinas. Es preciso recordar y homenajear a los jóvenes soldados, algunos incluso adolecentes, que sin instrucción suficiente fueron enviados a luchar en medio del viento, el frío y el hambre, contra un enemigo militar y tecnológicamente muy superior.

 

Se ha dicho de ellos que fueron héroes de la democracia, y creo que en cierto modo eso es así. Porque el enorme sacrificio de buena voluntad que ellos hicieron, fue uno de los puntapiés iniciales de la larga y todavía inconclusa transición a la democracia de nuestro país. Y digo “inconclusa” por dos motivos: Primero, la democracia es una tarea constante, de nunca acabar. Segundo, no se trata sólo de elegir al gobernante, sino también de controlarlo a través del imperio de la ley. Y esto exige división de poderes, rendición de cuentas e igualdad ante la ley, que brillan por su ausencia o se encuentran muy vulnerados en nuestro país.

Lo que tenemos que preguntarnos entonces es por qué cada tanto en nuestra historia todo el sacrificio ciudadano se concentra en unos pocos. Por qué no somos capaces de asumir la pequeña cuota de compromiso que nos compete a cada uno, para que después no recaiga todo el sacrificio en unos pocos de manera inhumana y brutal.

¿Por qué la Guerra de Malvinas?, ¿por qué los saqueos?, ¿por qué José Luis Cabezas en los 90?, ¿por qué tantas víctimas evitables de la inseguridad?, ¿por qué Alberto Nisman?... Son estos algunos de los interrogantes profundos sobre los que creo que debemos reflexionar en la fecha.

No es la intención de esta columna hacer un repaso histórico del conflicto de Malvinas. Sí quiero resaltar que me parece importante que como argentinos nos concienticemos sobre el tema, y conozcamos los argumentos de uno y otro lado, y en especial los del otro lado. Porque entender al otro nos aleja del fanatismo, que siempre es destructivo, y porque si estamos seguros de nuestras razones nada mejor para defenderlas que conocer en detalle las de la otra parte. Esto también hace a la cultura ciudadana.

Es importante que reconozcamos que la Guerra de Malvinas fue un grave error de nuestra parte. Y no sólo un error militar, lo cual quedó detallado contundentemente en el sesudo y minucioso Informe Rattenbach. Se hubiera tratado de un error incluso aunque hubiéramos ganado la guerra. Sí, aunque hubiéramos ganado la guerra, y esto es lo más importante que hay que entender para que aprendamos la lección histórica y para que las muertes y el sufrimiento que causamos no hayan sido en vano.

Lo anterior es así porque, además de un burdo error de cálculo militar, la guerra fue ante todo un error moral, y también un error político y de diplomacia o política exterior. Fue un error moral porque no había un motivo o urgencia humanitaria para entrar en guerra y sacrificar vidas humanas inocentes. No desembarcamos allí para liberar a un pueblo oprimido o detener una matanza. Y fue un error político porque se trató de un invento de último recurso y de una excusa de parte de la dictadura militar para seguir gobernando el país por la fuerza. Pero también se trató de un grave error de diplomacia o política exterior, y sobre esto me gustaría profundizar un poco más.

En las décadas previas a la guerra, la Argentina venía desarrollando en forma sostenida una política de Estado orientada a recuperar las islas por la vía pacífica. Y esta política venía dando muy buenos resultados. En 1965 conseguimos una Resolución de la ONU que reconoció el problema como una cuestión colonial y obligó a las partes a sentarse a negociar. Este triunfo diplomático mejoraba la posición argentina, que tenía todo para ganar y nada para perder en una eventual negociación. Pero además empezó a desgastar la posición de Gran Bretaña frente a la Comunidad Internacional, lo cual en una democracia tarde o temprano tiene efecto sobre la opinión pública y sobre el gobierno.

Tanto es así que, sólo 9 años después, en 1974, los británicos acercaron formalmente al Estado argentino una propuesta de soberanía compartida. Esta propuesta decía que ambas banderas iban a flamear sobre el archipiélago, que tanto el español como el inglés iban a ser considerados idiomas oficiales de las islas, que la Argentina iba a tener derechos fiscales sobre los recursos naturales, en particular sobre la pesca, y que el gobernador de las islas sería elegido alternativamente por uno y otro gobierno.

La soberanía compartida no sólo mejoraba mucho la posición argentina satisfaciendo también el interés de los isleños, sino que hubiera abierto las puertas a un progresivo desembarco en el archipiélago de personas, cultura e inversiones procedentes de nuestro país. Más temprano que tarde, las islas se hubieran argentinizado y los beneficios económicos y sociales de integrarse plenamente al continente hubieran pesado más que el disminuido o quizás inexistente riesgo político o cultural percibido.

La guerra enterró esta propuesta (o lo que quedaba de ella), y derrumbó años de persistente e inteligente trabajo diplomático que estaba dando muy buenos frutos. Como vemos, los medios autoritarios y atolondrados no sólo son inmorales en sí mismos, sino que además suelen tener daños colaterales variados de los que resulta difícil escapar.

Si la Guerra de Malvinas fue un error moral, político, diplomático y militar de tal magnitud, no podemos entonces recordarla en un clima de exaltación o revanchismo, sino que debemos hacerlo en un ambiente de reflexión, recogimiento y humildad, para poder aprender de la historia y lograr que las muertes no sean en vano. Y debemos aprender no sólo de la guerra en sí, sino de las causas que llevaron a ella, que fueron fundamentalmente el autoritarismo y el nacionalismo.

Debemos aprender que el autoritarismo nunca lleva a ningún lado, que siempre es un remedio peor que la enfermedad y que nunca está justificado. Y también debemos diferenciar entre patriotismo y nacionalismo, por más de que a veces se usen ambas palabras como sinónimos. El patriotismo es el amor a la patria sobre la base del amor al ser humano, y es compatible con el amor a la humanidad toda. El nacionalismo, como ideología, es una forma de fanatismo. Es la exaltación del Estado nación como fin superior al ser humano mismo, y es un recurso de engaño y manipulación de la población que usan los gobernantes autoritarios para desviar la atención de los problemas internos hacia un chivo expiatorio externo.

Con más razón debemos aprender estas lecciones cuando hoy en día se vuelve a agitar el engañoso y distractor nacionalismo desde el poder. Y cuando nos empujan como país a alinearnos con un bloque político mundial autoritario, liderado por Rusia y China, verdaderos imperios centrales de nuestra era haciendo un parangón con la Primera Guerra Mundial.

Hoy en día recuperar las Malvinas por medios pacíficos parece una tarea más engorrosa e incierta de lo que lo era antes de la guerra. Pero somos nosotros los responsables de que ello sea así, por lo cual debemos asumir el costo, además de que sigue siendo el único camino moral y políticamente viable. Por lo tanto, aunque pueda resultar una acción a muy largo plazo (en realidad nunca se sabe), debemos perseverar ingeniosamente, como ya lo hicimos con gran éxito en el pasado.

Mahatma Gandhi hizo la increíble hazaña de liberar a la India del imperio británico sin disparar una sola bala. Está bien, era un hombre extraordinario. Pero no pido a mis dirigentes que independicen su país pacíficamente, sino que logren cultivar una relación de amistad e integración con los isleños. A través de acciones de presión no violentas, emparentadas con una diplomacia activa y firme pero respetuosa, es posible que logremos tejer la relación de confianza necesaria mientras desgastamos diplomáticamente a Gran Bretaña.

Claro que hay un problema que hace que hoy por hoy la ecuación no cierre, y es que nuestras instituciones políticas no son confiables ni siquiera para nosotros mismos. Antipática, y con razón, resulta la idea de integrarse siquiera parcialmente a una nación con indicadores alarmantes de inestabilidad, pobreza estructural, corrupción, narcotráfico y autoritarismo. Y esto será siempre un inquebrantable palo en la rueda para cualquier tipo de política diplomática que busque presionar a Gran Bretaña.

Pues luego de la guerra de 1982, y a causa de ella, los habitantes de Malvinas se han transformado en un actor económica, mediática y políticamente muy relevante en el marco del conflicto bajo análisis. No se va a poder presionar eficazmente al Reino Unido si el veto de los isleños es demasiado encendido y parece a simple vista bien fundamentado. Es la opinión pública británica un objetivo estratégico al que apuntar.

Como vemos, la calidad democrática y la finalización exitosa del todavía inconcluso proceso de transición democrática de nuestro país son factores estratégicos clave de nuestra política exterior. Y claro que, además, son la verdadera y única urgencia de nuestra nación en lo que a nuestro futuro y desarrollo interno respecta, que no dependen, como ha quedado claro en la historia, de la posesión de recursos naturales. Si fuera así nosotros deberíamos ser ya potencia mundial y Japón una tierra hambrienta.

Resulta paradójico que quienes no son capaces de tolerar la crítica y de incluir la variable del “otro” en su actuar político cotidiano, quienes discriminan y persiguen a los mismos argentinos y corroen nuestras instituciones, se llenen la boca hablando de la cuestión Malvinas como si fueran grandes patriotas. Pues no saben que, hasta tanto no reemplacen el nacionalismo por patriotismo, y mientras la democracia no sea su prioridad, no van a poder avanzar en la tan pregonada recuperación.

Es nuestro deber entonces recordar a nuestros soldados como los verdaderos héroes de la democracia que fueron, homenajeando también a las víctimas de todas las guerras pasadas, presentes y futuras, incluidas las británicas. Hagámoslo de la mejor manera, que es aprendiendo las lecciones de la historia, para que esas muertes no hayan sido en vano. Jurémonos repudiar siempre el autoritarismo y el fanatismo, en todos los casos y en cualquiera de sus variantes o modalidades. 

 
 

20 comentarios Dejá tu comentario

  1. No coincido en absoluto con la desmalvinizacion que propone el articulo, mal informado y erroneo en muchos aspectos. Gracias a su idea no tenemos fuerzas armadas, asi que ahora si estamos jodidos, gracias a gente con su pensamiento que permitio que ocurriera. Menos aun con un comentario del autor de mantener al pais "aliada e integrada en igualdad de condiciones" con supuestos estados "democraticos"??? que NO LOS HAY solo parecen serlo. Indudablemente sufre de alguna paranoia del tipo "sindrome de estocolmo". Cree que tiene libertad mientras lo ahorcan. EEUU espia a TODOS los paises. NO LO LEYO HACE UNOS DIAS como espiaron a Israel? Como puede decir semejante barrabasada, respecto de Alemania si sabe que NO EXISTE a nivel politico? Ud verdaderamene cree que son socios o los alemanes estan sometidos? Po que no les devuelen el oro? Eso queire para nosotros? que seamos como Alemania? PUES NO GRACIAS. Es EEUU y sus titeres los que nos llevan a donde estamos. Ellos NO negoocian son el Imperio Romano del S XX-XXI. Peor aun tilda de terroristas a estados que NO han iniciado guerras en mas de 30 años como Iran. Cuantas guerras comenzo y cuantos miles o cientos de miles de inocentes mato EEUU? Hay que ser verdaderamene hipocrita y ciego para decir barbaridades de tan grueso calibre. EEUU es un estado asesino. Mientras mas lejos lo tengamos mejor. Gracias. PD: Lean a los heroes de la guerra: http://www.elmalvinense.com/ y al menos honrrenlos. No es error reclamar lo que es nuestro. Se puso a pensar cuanta guita nos afanan los ingleses en malvinas? COn gente com Ud NUNCA SEREMOS LIBRES.

  2. Las causas de la guerra de Malvinas: La guerra del Atlántico Sur no fue, sin lugar a dudas, "el último golpe de la dictadura" o "la última locura de los militares", ya que el conflicto no fue iniciado por nuestro pais. Si bien la operacion estaba planeada, la misma fue llevada a cabo solo tras las reiteradas"provocaciónes" de Gran Bretaña que obligaron a la Argentina a reaccionar. Y así sucedió en abril de 1982. Aquí no hubo intereses económicos, ni tampoco geopolíticos, tampoco intereses políticos para salvar a una dictadura. Primero se debe tener en cuenta que el Proceso Militar estaba agotado y los militares sabían que no habría forma de salvarlo. Segundo, la Junta Militar se vio entre la espada y la pared debido a una astuta estrategia británica, donde no dejó opción a la Argentina, más que reaccionar, recuperando las islas.. http://www.bolsonweb.com/malvinas.html

  3. Daniel X, porque no te vas de vacaciones con Petrosino y cuando vuelven, sabremos bien quien de los dos es San Martin, y quien Remedios de Escalada de San Martin.

  4. Angel: Si fue así por qué los ingleses le acercaron a Perón una propuesta de soberanía compartida en 1974, que el caudillo vio con buenos ojos dicho sea de paso. Le dijo a su canciller: "una vez que pongamos un pie en Malvinas no nos sacan más". Falleció a las tres semanas y el gobierno de Isabel, dominado por los sectores más ortodoxos y nacionalistas del peronismo, no quisieron saber nada. ¿Y cuáles habrían sido las acciones de Gran Bretaña que "no dejaron opción" a los militares? Daniel IX: De ningún modo creo que debamos tener Fuerzas Armadas débiles y desmanteladas. Deben ser fuertes, bien capacitadas y equipadas, pero puestas al servicio de la defensa nacional y de la Constitución, enfocadas primordialmente en combatir los principales flagelos internacionales y amenazas a la democracia como lo son el terrorismo y el narcotráfico.

  5. Ironics, ,me parece que o no te informastes bien o queres defenestrar a las fuerzas si estas de acuerdo con este gobierno montonero perfecto dale a la hilacha, pero te comento unas cositas : el Aviso que vos mencionas que escuchste por radio existio, fue el aviso "Alferes Sobral" lo ametrallaron linx ingleses ... los muertos son reales ...me extraña que te comas ese buzon de propaganda negativa cuando hacias veleritos en Olivos, es mas mientras vos te quedastes y disfrutabas de tu velerito en el rio y mirando el mundial, alla estaban pagando con sangre los caprichos de Galtieri y la Vieja Tatcher... Si habia una posibilidad de pararse la guerra fue con la propuesta de Peru, pero el hundimiento del Belgrano tiro todo atras... los argentinos entramos en el juego

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