Probablemente nadie esperaba que el balotaje realizado este domingo en la ciudad de Buenos Aires arrojara un resultado semejante, ni el propio Martín Lousteau ni mucho menos el líder del PRO, Mauricio Macri, quien tropezó en su propio terruño.
Es cierto, su delfín Horario Rodríguez Larreta se alzó con el triunfo, pero se trata de una victoria pírrica la que obtuvo el actual jefe de Gabinete porteño, al superar por poco más de tres puntos porcentuales a su contrincante, beneficiado -en forma indudable- por el voto en blanco.
Ni el más entusiasta militante de ECO imaginaba seguramente que Lousteau podía llegar a pelearle voto a voto la elección al PRO en el mismísimo patio de su casa, dándole una bofetada incluso en la mayoría de las comunas, ya que logró imponerse en nueve de las 15 que integran la Capital Federal.
Es cierto, el oficialismo porteño no perdió y el PRO seguirá gobernando la Ciudad, pero este resultado significa mucho más que un llamado de atención para el macrismo: implica un verdadero golpe, sobre todo para el líder del espacio.
Este agónico triunfo sacude en cierta medida los cimientos del proyecto nacional que pretende construir Macri, cuyas aspiraciones presidenciales lejos estuvieron este domingo de recibir ese robusto espaldarazo deseado.
En el PRO esperaban alzarse con una victoria -como mínimo- de 10 puntos porcentuales de diferencia, mientras que los armadoresde ECO se ilusionaban con la posibilidad de acercarse, cuanto mucho, hasta los siete y ocho puntos de distancia con relación al candidato oficialista.
Así las cosas, este tropiezo a domicilio de Macri podría incluso repercutir en el seno del Frente Cambiemos, donde Elisa Carrió y Ernesto Sanz respaldaron a Lousteau.
Luego de los comicios generales, "Lilita" intentó que el postulante de ECO se bajara de la contienda para evitar que ocasionara justamente esto, que el PRO haya perdido más de lo que ganó en el balotaje.
Con el kirchnerismo fuera del combate por la Jefatura de Gobierno porteño, y dando incluso "libertad de conciencia" a sus militantes, los votos del Frente para la Victoria (poco más de 400.000 en las elecciones del 5 de julio pasado) se volcaron en su mayoría en contra del PRO.
El voto en blanco, clave
En apenas dos semanas, Lousteau absorbió más de 340.000 sufragios (sumó 806.000 en total en este balotaje) y sus pretensiones de desbancar al PRO quedaron truncas únicamente debido al voto en blanco, impulsado principalmente por la izquierda.
En este sentido, los sufragios en blanco llegaron a poco menos de 90.000, cuando en la primera vuelta del 5 de julio habían totalizado algo más de 34.600: se trata de votos que damnificaron las aspiraciones de Lousteau, al no ser considerados como "positivos".
Además, solo el 70 por ciento del padrón concurrió a las urnas y Rodríguez Larreta obtuvo prácticamente el mismo respaldo que hace dos semanas: mejoró en unos 28.000 votos su performance, no más.
Evidentemente, éste es su techo, los 860.000 sufragios logrados este domingo.
El grueso del kirchnerismo optó por votar en contra el macrismo y provocó que la victoria del PRO sea la más ajustada obtenida hasta el momento por la agrupación amarilla en la Capital Federal en seis elecciones, tomando en cuentas las primeras vueltas y los balotajes de 2007, 2011 -en ambos casos con triunfos de Macri sobre Daniel Filmus- y los dos comicios realizados este año.
Incluso Rodríguez Larreta parecía encaminarse hacia un triunfo relativamente cómodo tras imponerse por 20 puntos de ventaja el 5 de julio pasado sobre Lousteau: 45,56 por ciento frente a 25,47%. Pero este domingo la sorpresa resultó mayúscula para propios y extraños.
Tanto en agosto como en octubre próximo, cuando se dispute la contienda nacional en la Ciudad, los votos de Lousteau se habrán dividido, con los militantes del kirchnerismo dando su apoyo a Daniel Scioli y los seguidores del PRO, a Macri.
Será una historia completamente distinta, pero así como nadie esperaba un resultado así, es indudable también que esta victoria mínima de Rodríguez Larreta quizá mortifique más de lo que sea capaz de complacer en el seno del PRO.
¿Por qué? Porque el macrismo esperaba catapultar a su líder político desde la Ciudad hacia la pelea nacional y zambullirlo este domingo de lleno en la contienda presidencial: un triunfo por apenas 3,28 puntos de diferencia no parece ser, a simple vista, un propulsor demasiado potente (NA).