Se está advirtiendo, de cara a la elección, una suerte de división clasista en la Argentina. Pero no se trata de una genuina lucha de clases, sino del resultado de la carencia de razonamiento. Instintos primarios, lógica de café.
En líneas generales, las clases medias parecen encolumnarse detrás de un candidato, y las clases medias bajas, junto a los pobres, detrás del otro.
Quiero decir aquí, muy claramente, que éste me parece un gravísimo error de conceptos. Es el reflejo de la falta de conocimiento propio. Es creerse que uno es lo que no es, y pertenece a un sitio en el que, en realidad, no lo quieren ver ni dibujado.
Quiero expresar que cada vez que leo “que se jodan los inundados por votar a Scioli”, se me revuelve un poco el estómago. Que en cada ocasión en que se alude a “los negros de mierda”, se dejan por el camino jirones de humanidad, y de razón.
Me decidí a escribir este artículo, luego de leer un cartel que decía, simple y sencillamente “No done”.
Expresado de esta manera brutal, en dos palabras que ocupan poco espacio, pero desparraman toneladas de miseria humana. Esa del alma, esa que te convierte en una porquería de persona.
Así como existe un montón de fanáticos K que justifica absolutamente cualquier paparruchada con tal de defender al gobierno, y va por Scioli, también existen, crecen, y se multiplican los herederos del Cotolengo “Viva el Cáncer”, fundado en 1952, que marchan tras los ojos azules del tal Mauricio Macri.
Alguien debería explicarles, a los fanáticos de lo antipopular, que en los ´90 viajaban a Miami y sentían “que pertenecían”, mientras se iban cerrando fábricas a paso firme. Que el país se estaba viniendo abajo mientras ellos no lo advertían, veían a Menem como a un rubio estadista de fuste, y lo seguían votando.
¿Acaso era culpa de los más pobres que ellos realmente se hayan creído que se podía dejar atado el peso al dólar eternamente, 1 a 1, por ley de la Nación?
¿Fue la ignorancia de los que menos tienen la que los llevó a creer que tomar créditos de 100.000 dólares a 15 años, en la Argentina, era normal, o fue la ignorancia propia?
Porque, en el final, resultó irremediable verificar que la realidad les terminó golpeando también a ellos. Porque ya no pudieron pagar sus créditos, ni viajar, ni mantener sus ahorros en el banco, ni cambiar el auto cada 2 años, y muchos hasta debieron cerrar el negocio que habían abierto luego de cobrar el retiro voluntario.
Mientras el trabajador de corbata no se dé cuenta que tiene mucho en común con el de mameluco, y sueñe ser aceptado en la Sociedad Rural, o en el Club de Gimnasia y Esgrima, seguirán los poderosos haciendo su Agosto. Y su Septiembre.
Cuando las clases medias se enteren que las clases bajas tienen sus mismos problemas, pero magnificados, y entiendan que existe un interés común…..ahí, y recién ahí, esto podrá llegar a convertirse en algo parecido a un pueblo.
Mientras las clases medias se mantengan cegadas, pensando que la culpa de lo que les pasa la tiene el voto de los más humildes, los políticos miserables tendrán asegurados sus negocios, y su permanencia.
En este contexto, todos terminan en la misma trampa electoral.
Los pobres, porque son rehenes de sus carencias, y votan al que en lugar de gobernar como es debido, les arroja un mendrugo.
Los otros, porque son rehenes de su ignorancia, y eligen candidatos que defienden intereses completamente ajenos a los suyos.
A partir de estas convicciones es que se agiganta la figura y el accionar del Papa Francisco.
Su injerencia en la realidad de la Argentina pasa por dos preceptos que pocos ven, pero que resultan fundamentales, a la luz de los acontecimientos.
Mientras aboga para que la caída del bolivarianismo en Latinoamérica nos afecte lo menos posible a los argentinos, (detuvo una devaluación del 40% en enero del ´ 14, entre otras cosas), al mismo tiempo trata de que este docenio neosocialista no nos haga terminar en otro advenimiento de la derecha impiadosa, que gobierna para el 10% de la población, y no tiene empacho en dejar al 90% restante librado a las inclemencias de sus políticas feroces.
El fin de ciclo de Cristina Kirchner no terminó en un desastre de proporciones, y uno de los principales responsables de haber detenido esa debacle está en el Vaticano.
Los kirchneristas abuchearon a Francisco, y le tienen bronca porque combatió la corrupción y la falsedad de su proceso de gobierno.
Las clases medias abuchean a Francisco, porque recibe a funcionarios del gobierno y no se declara partidario de los poderosos a los que ellos quieren votar, malcreyendo que los representan.
Es muy lógico que ambos segmentos de la población se manifiesten de esta forma. Los une el fanatismo.
Y el fanatismo no sabe de políticas, ni de equilibrios.