El debate sobre la política cambiaria se profundiza a medida que el Banco Central debe vender más divisas para mantener a raya el dólar, mientras crece la discusión sobre la conveniencia de que la presidenta Cristina Fernández devalúe para dejarle el camino más allanado a la próxima administración.
Todo en un escenario en el que socios comerciales de relevancia de la Argentina, como China y Brasil, se inclinaron por seguir el camino de la depreciación de sus monedas para mejorar la posición de sus productos en el escenario internacional.
Tras desprenderse de más de 710 millones de dólares en lo que va de agosto con el fin de contener a medias al blue, el BCRA parece afrontar el desafío de evitar que el mercado le doble el brazo al gobierno en una pulseada similar a la que afrontó la Argentina en distintos momentos de su historia.
La postura oficial es que una devaluación se terminaría llevando puesto lo único que sostiene aún el nivel de actividad: la capacidad de consumo del mercado interno.
Llamó la atención en ese sentido el grado de sinceridad utilizada por la presidenta para sostener esa posición, lo cual refleja hasta dónde llegan los problemas que atraviesa la economía.
Cristina advirtió que devaluar sería "destruir el único dique de defensa que nos queda, el mercado interno", en medio de la crisis mundial y fuertes presiones contra la moneda.
Bien leído, el mensaje deja traslucir un dramatismo superior al que el equipo comandado por Axel Kicillof parece dispuesto a aceptar: a la Argentina sólo le queda el mercado interno.
Esas palabras le dan la razón a quienes sostienen que el país ya perdió, o está a punto a hacerlo, el superávit comercial -el fiscal trastabilló hace rato-, por una combinación de caída del precios y volúmenes en los productos exportables, combinada con la necesidad de importar combustibles.
Todo en medio de una enorme presión sobre las divisas a través de las compras incesantes de dólar ahorro, que cerrarán agosto en unos 645 millones de dólares, aunque sin superar el récord de 680 millones de julio.
El Gobierno debió salir a cruzar versiones divulgadas en el mercado de que Daniel Scioli le habría pedido a Cristina hacer un retoque en el tipo de cambio antes de irse para, en caso de ganar, tener el camino más allanado para introducir correcciones macroeconómicas necesarias en los primeros cien días de gobierno.
"El único dique de defensa que nos queda es el mercado interno, y nosotros estamos dispuestos a defenderlo, lo contrario sería un error", fue la respuesta de Cristina a quienes reclaman depreciar el peso más allá de la estrategia del paso a paso -medio centavo diario- que aplica Alejandro Vanoli desde la Jefatura del BCRA.
Tras ese discurso, y a partir de una fuerte embestida de la autoridad monetaria que incluyó más allanamientos, controles y suspensiones para operar en cambios, el dólar blue retrocedió unos 40 centavos, pero el problema cambiario no desapareció, ni mucho menos.
Por ahora, la única certeza es que el gobierno seguirá calentando el consumo, aunque sea necesario apelar a mayor emisión monetaria en forma artificial -lo cual provoca más inflación-, con tal de mantener las dos premisas del modelo: "Mercado interno fuerte y administración del comercio".
El tema cambiario suma presión pero no es el único que empezaría a desnudar tensiones en materia económica en el seno del propio oficialismo.
Scioli habría sugerido aplicar una rebaja en algunas retenciones al agro, un sector que atraviesa severos problemas con pérdidas de rentabilidad, que se tradujeron en el paro de la última semana.
Por ahora, la respuesta es negativa, pero cuando empiece a acercarse la hora de votar el 25 de octubre, y según las encuestas, tal vez termine siendo un recurso político para tratar de que el voto agrario, refractario al oficialismo en las PASO, se termine dividiendo y aumente las chances del postulante oficialista.