Llegar a fin de año con los dólares necesarios para afrontar los vencimientos de deuda y mostrar un modelo aún entero desde el punto de vista económico, manteniendo caliente el consumo, son los objetivos encomendados por la presidenta Cristina Fernández a su ministro preferido, Axel Kicillof, ante el fin de ciclo.
"Nunca esta presidenta va a tomar una medida contra la gente", dijo siempre la mandataria, que se reservó los anuncios positivos y dejó las malas noticias reservados para su elenco ministerial.
Cristina hizo de esa premisa una regla de oro, ya que cada vez que eligió hacer anuncios fue para aumentar subsidios o jubilaciones, bajar el impuesto a las Ganancias o dar créditos blandos, una especia de show de buenas noticias en continuado que le permitió blindar su gobierno y atenuar el desgaste de dos mandatos en el poder.
Jamás la jefa de Estado se ocupó de explicar medidas que dejaron en posición adelantada a distintos sectores sociales, como la mayor presión impositiva, las trabas a las importaciones o las restricciones cambiarias.
A menos de diez meses de dejar el poder, ese estilo no se modificará un centímetro.
Los próximos anuncios que realice estarán vinculados con incentivar el consumo, a través de créditos blandos y la ampliación del programa "Ahora 12", que logró sacar de terapia intensiva a la economía, pero abre interrogantes a mediano plazo.
"La ventaja para el gobierno, y el dolor de cabeza para el próximo presidente es que el mediano plazo dejó de existir para Cristina, quien se juega el resto para volver en el 2019", es el cuadro de situación que un consultor le describió a uno de los hombres alineados con el oficialismo que aspira a asumir en la Casa Rosada el 10 de diciembre próximo.
El próximo presidente se encontrará con problemas de difícil resolución: el descalabro cambiario, pero también la pérdida de competitividad de la economía; el festival de subsidios y la casi nula disponibilidad de reservas genuinas en el Banco Central; el déficit fiscal de casi 200.000 millones de pesos y el hecho de que el sector privado haya dejado de crear empleos hace dos años.
El mandatario que asuma en lugar de Cristina deberá ocuparse rápido de resolver el parate inmobiliario y el deterioro del mercado automotriz, pero también de que la Argentina regrese rápido a los mercados de deuda, para recomponer divisas y poder volver a financiar las importaciones que haga falta.
El Gobierno estaría trabajando en un nuevo plan de crédito hipotecario, un objetivo en el que fracasó en forma sucesiva a lo largo de los últimos años, lo cual lo obligaría a forzar a los bancos a volcar fondos para la compra de vivienda y profundizar la emisión indiscriminada de pesos.
Economía trabaja, además, en una tarjeta para realizar compras en el programa Ahora 12, destinada a quienes perciben algunos de los planes sociales.
Como complemento de este mecanismo se lanzarían minicréditos destinados a los beneficiarios de la Asignación Universal por Hijo. La presidenta quiere dejar el poder mostrando que fue capaz de mantener la iniciativa hasta el final.
Es algo que ningún presidente pudo lograr desde el retorno de la democracia a fines de 1983 (NA).