“Yo veo al futuro repetir el pasado, veo un museo de grandes novedades". El tiempo no para, La Bersuit.
Por detrás de lógicas alegrías, tristezas, puteadas y demás yerbas, lo acontecido el domingo tiene lecturas variopintas, según el gusto del consumidor, pero pocos análisis realmente certeros.
Pues ya mucho antes de conocerse los primeros indicios certeros, antes incluso de la aparición de un alicaído Scioli dando su metamensaje de que ya había balotaje, la aparición de tres candidatos muy semejantes, aunque renieguen y pataleen por diferenciarse un poquito, aparejaba que el escenario venidero iba a ser muy poco sorprendente, dejando de lado, la defenestración de Aníbal Fernández en la Provincia de Buenos Aires.
Pues tanto Daniel Scioli, como su oponente Mauricio Macri y el tercero en ¿discordia? Sergio Massa, provienen no sólo de la misma década del 90, sino también los tres son emergentes de un estilo político similar, surgido precisamente de los avatares de ese decenio que ahora algunos pretenden desconocer y despegarse. No es extraño que a los tres se les ve como algo apáticos, ambiguos, productos y detentadores de un estilo político pasteurizado.
“La política vacía de contenidos prefigura gobernantes huecos. El manejo de la chequera corrompe y genera entornos de ambiciosos. Un dirigente habituado a tratar sólo con empleados perderá los hábitos de la discusión y la crítica. Las palabras son también hechos. El político es lo que va diciendo. El discurso condiciona al orador y constituye parte de su ser. No es una herramienta ajena al personaje de la que puede un buen día. Los expertos refutan tantas banalidades. El camino es uno, hay una sola forma de hacer política; ser ambiguo, no agredir, coquetear con la estética de Punta del Este. Los expertos se equivocan; incurren en un error propio de hombres sin horizontes o practicones de poco vuelo. Creen que la realidad que tienen delante de sus ojos es la única posible. No hay tal: lo real es siempre posible pero no ciega otras alternativas. (..) La patota y la cachiporra ahuyentan votos, prescindamos de ellas. La chequera los consigue: también la vaguedad bien vestida. Nada mejor, entonces, que un ambiguo con chequera.”, puntualizaba con certeza pasmosa Mario Wainfield en su artículo Bienaventurados los giles, en la revista Unidos de octubre de 1986…
Y para dar la razón a esto último, solo vale mirar que pasó ayer con la actividad económica nacional: bajó el Blue y subió la Bolsa de Comercio…El merkado, ya eligió..
Para los piolas que hay
Muchos, muchísimos de los millones de votantes, quisieron un cambio, y así lo reflejaron en las urnas el domingo 25. Pero ocultos de sus miradas, hay otros pocos que mueven hilos no tan invisibles y piensan por lo bajo que “cambiemos” sería mejor pareja para el Gatopardo, así todo cambia para que todo siga igual…Ya se asistió al voto cuota, al voto bronca, al voto castigo…El voto del domingo puede tener muchos significados y significantes, pero aún no tiene un sello como los anteriores. Están abiertas todavía las variables para encuadrarlo en una definición como las anteriores..
Y cabe preguntarse luego de tanto devenir, sobre todo después de 12 años de kirchnerismo, porqué la sociedad política parió a estos tres, ¿emergentes de la misma, o de la “ambigüedad con chequera”? Los que saben, hacen mutis por el foro…
“Para quienes demandan sentido a la política, el camino es más arduo. Algún consuelo: las convocatorias éticas son más perdurables que las sociedades comerciales. Cuestionar el maquiavelismo es buena forma de proselitismo. Nada más descorazonador y menos perdurable que el maquiavelismo fracasado. El oportunismo no deja recuerdo ni semilla , sólo se santifica con el éxito..(..)
Basta de ejemplos. No hay respuestas, ni certezas, ni recetas, menos victorias compradas. Nadie garantiza un triunfo ni siquiera parcial. Pero es lógico pensar que la dignidad puede ser aglutinante. ¿Convocatoria para ser gil? Para los piolas que hay…bienaventurados los giles porque son la sal de la tierra y (quien sabe) (algún día) de ellos será (por un rato) (aunque sea un poco) el reino de este mundo.”, Mario Wainfield dixit..
Rotundo llamamiento ante la urgencia de la hora, que ilustran un deseo posible destinado a que se mire de otra forma lo que está sucediendo, para dejar de mirar para otro lado en lugar de enfrentar la realidad. Entendida la misma como conflicto, donde no solo se pueden utilizar las trampas del lenguaje para dilucidarlas, pues no se la revierte con buenas intenciones, sino con una transformación integral proveniente desde la ética, y no desde la estética.