El Gobierno escenificó un saludable intento de reinserción internacional en el Foro de Davos, meca del poder económico, donde Mauricio Macri fue recibido como asistente estelar.
La bienvenida a un presidente argentino después de doce años —el último fue Eduardo Duhalde en 2003— sería solo una gran noticia si el país no hubiera gozado de aclamación internacional en el pasado cercano, en la antesala de la tragedia de 2001.
Macri agendó una treintena de reuniones con directivos de multinacionales y líderes políticos, entre los que se encuentran los primeros ministros del Reino Unido, Israel, Francia y Holanda, el vicepresidente de Estados Unidos y el presidente de México.
Tanto el presidente como la canciller Susana Malcorra y el ministro de Hacienda, Alfonso Prat Gay, señalaron que el objetivo del Gobierno es "volver a insertarse en el escenario internacional para atraer inversiones que contribuyan a generar empleo, combatir la pobreza y mejorar la infraestructura productiva del país".
La situación argentina es especial porque el contexto internacional es hoy desfavorable, con el boom de las materias primas generando nostalgia y los dos principales socios comerciales en problemas: Brasil y China.
Sin embargo, la llegada de Macri al poder puso fin a doce años de una política exterior muy limitada, con puntos cardinales en los países de la región; China y Rusia. Paralelamente, el nuevo gobierno dispuso una apertura económica, eliminando las barreras proteccionistas establecidas por el kirchnerismo.
El Presidente dijo que espera relanzar las relaciones con Estados Unidos, el Reino Unido y toda Europa guiado por el "pragmatismo". En el caso de la Unión Europea propuso cerrar un demorado acuerdo comercial con el Mercosur. Además, promueve que el bloque se asocie a la Alianza del Pacífico.
El problema para este giro aperturista es que algunos sectores de la industria pueden volver a sufrir una avalancha importadora, con otro golpe de timón sobre la matriz económica del país.
"Hay que trabajar con la administración del comercio de manera inteligente. Somos un país en vías de desarrollo en términos industriales y hay sectores que no están en condiciones de competir con países desarrollados", advirtió José Urtubey, vicepresidente de la UIA y hermano del gobernador salteño, Juan Manuel Urtubey. No obstante, para el director de Celulosa Argentina el regreso a este tipo de foros "es muy importante" para el país y valoró el intento de negociar como bloque del Mercosur.
El diario económico más influyente en Europa, Financial Times, señaló este miércoles que pese a que "una nube se cierne sobre la mayoría de las economías emergentes por el colapso de los precios de los commodities", "muchos inversores están llenos de optimismo" sobre la nueva conducción de la Argentina.
Siguiendo esa línea amigable con los mercados, el ministro de Hacienda, Alfonso Prat Gay anticipó que el Gobierno volverá a aceptar las auditorías del FMI —rechazadas sistemáticamente por el kirchnerismo— porque "no hay nada que ocultar".
Lo cierto es que la economía argentina no pasa por su mejor momento, con una inflación cercana al 30% anual y un déficit fiscal en niveles récord. Ante estos inconvenientes, los tecnócratas del Fondo suelen recomendar políticas de ajuste.
El Gobierno ya comenzó a diseñar recortes para poner algunas variables en orden, pero sus principales hombres saben que un ajuste ortodoxo podría generar el efecto contrario al pregonado en Davos. El caso argentino de los noventa todavía supura.
El último ejemplo es Brasil que instrumentó un ajuste y, junto con una fuerte crisis política, agudizó una de las recesiones más largas de su historia.