Como en una última jugada en la que se espera revertir flojos resultados, el Gobierno de Mauricio Macri apostó todo a un inminente acuerdo con los fondos buitre que genere una lluvia de dólares, mientras confía en que los sojeros aceleren la liquidación de divisas.

Desde el 10 de diciembre, la administración macrista intentó siempre dejar en claro su ferviente adhesión a la política pro-mercado y el compromiso de que el Estado no será obstáculo para la actividad privada y el arribo de capitales, tendiente a superar el proceso recesivo.

Ansioso por hacerle saber al mundo que el país había retomado el camino de la normalidad, el Gobierno desarmó el cepo cambiario, bajó y eliminó retenciones a exportadores, habilitó importaciones, dejó flotar libremente el dólar, participó de foros económicos internacionales y retomó el diálogo con naciones poderosas.

Sin embargo y por más esfuerzo que se ha hecho en casi 80 días de gestión, las inversiones no llegaron, sólo hubo promesas, gestos, la visita de dos mandatarios de naciones poderosas y la futura del presidente norteamericano, Barack Obama y la celebración externa por el cambio de rumbo.

Los dólares que entraron al país lejos estuvieron de abastecer la renovada demanda de divisas: 5.000 millones que a fines de enero, por un año y con alta tasa, prestó un grupo de bancos y los billetes liquidados por exportadores, que arrancaron con buena tendencia pero rápidamente se desinflaron, a la espera de mejor suerte o, traducido, mayor devaluación.

De esa cifra, más de una cuarta parte -1.300 millones de dólares- se perdió por la caída de reservas del Banco Central, que debió salir a intervenir en la última semana para frenar al tipo de cambio.

La estrategia de "flotación sucia" promovida por la gestión que encabeza Alfonso Prat Gay y por Federico Sturzenegger tuvo que ser abandonada y por eso el Banco Central debió sacrificar casi 200 millones de dólares para contener la demanda y marcó la cancha: el techo para el tipo de cambio es 16 pesos.

A principio de año, el billete verde estaba a 13 pesos y ahora se lo vende a 15,60 pesos, lo que implicó una devaluación del 20%, pero la depreciación trepa a casi 60% si se lo compara con los 9,84 pesos de la salida del cepo, un valor que a esta altura resulta lejano e inexplicable.

En el mercado de futuros, el dólar se pacta para fin de este año a un valor de 18 pesos, una muestra del deseo de los exportadores e indicador de las presiones que se esperan para todo el 2016.

Por cuestiones estacionales, febrero es un mes con mucha demanda y poca oferta de divisas, ya que los dólares de la cosecha anterior recién empiezan a ingresar a partir de marzo, mientras que hasta ahora los agroexportadores liquidaron cerca de 3.800 millones.

A la espera del salvavidas sojero, la administración macrista espera que este martes, en la audiencia convocada por el juez Thomas Griesa, empiece a resolverse el conflicto con los fondos buitre, que mantiene al país dentro del "veraz" del mundo.

El fondo más agresivo, propiedad del multimillonario Paul Singer, dio señales de acercamiento y aunque el Gobierno se mostró prudente, todo indica que el controvertido juez levantará el embargo y habilitará los pagos que están bloqueados desde el año pasado.

Superado el juicio del siglo, el equipo económico de Macri prevé una emisión de bonos por entre 15 mil y 20 mil millones de dólares para pagarle a los holdouts, para luego tomar endeudamiento por sumas que podrían rondar los 7 mil millones para reactivar la aletargada economía.

La inflación, ese gran enemigo

Pero, a la espera de los dólares vía endeudamiento y las divisas de los sojeros –que este año sembraron casi 900 mil hectáreas más que en la campaña anterior- , la inflación está pulverizando el poder adquisitivo de millones de asalariados.

La irrefrenable suba del costo de vida no ha podido ser contenida, pese al descenso en la emisión monetaria y más allá del sentimental pedido presidencial a los empresarios para que paguen impuestos y eviten retocar tanto los precios.

En este contexto inflacionario, los gremios suman razones para superar la barrera que el gobierno pretende de 25%, máxime si se tiene en cuenta que le ofreció a los docentes que menos ganan un 40% anual, que en promedio se ubica en el 32%.

Para colmo, el anuncio del ejecutivo sobre el impuesto a las Ganancias generó insatisfacción en todos los sectores sociales y hasta generó la unidad de las tres CGT que encabezan Hugo Moyano, Antonio Caló y Luis Barrionuevo, una foto casi imposible de tomar hasta hace pocos días.

Moyano, que junto con Barrionuevo fue el que más apoyó la gestión macrista, ya no evita mostrar su malestar: "Por qué no le hacen poner el hombro al campo o a la minería?", disparó el dirigente camionero al manifestar su discrepancia con el nuevo régimen de Ganancias, en el que estarán incluidos todos los afiliados a su gremio.

El espanto logró también que las dos CTA de Pablo Micheli y Hugo Yasky inicien un camino de unidad, que se reflejó en una multitudinaria marcha en la semana, que fue una muestra del incipiente pero marcado crecimiento del malestar social.

El ambicioso deseo oficialista de terminar el 2016 con una inflación del 25% aparece como una meta sumamente difícil, más si se tiene en cuenta que en los próximos meses empezarán a llegar las facturas de luz –y luego las de gas- con aumentos desporporcionados de hasta el 500%.

A partir de ese momento y ya superada la 'luna de miel' de los 100 días de gobierno, el humor social empezará a determinar en qué lugar ubica al Gobierno de Macri, que para ese etapa espera contar con los dólares de las inversiones prometidas.